Cuando el espacio escasea, el ingenio se dispara. Pero a veces no basta con decorar bien: hay que replantear la casa desde dentro, deshacer lo dado por hecho. Y eso es precisamente lo que hace Julia Coy, arquitecta e interiorista con una mirada fresca y resolutiva, que firma un proyecto donde 75 metros cuadrados son más que suficientes para acoger todo lo esencial: salón, cocina, comedor, tres dormitorios y dos baños.
La clave está en mirar el plano con otros ojos. ¿De verdad necesitamos pasillos? ¿Y si un solo una pequeña decisión bastara para liberar metros y ganar amplitud sin renunciar a nada? La respuesta está en este mini piso que, más que una reforma, parece un truco de magia bien ejecutado.
Un hogar completo en 75 m²: el reto que la arquitecta Julia Coy convierte en oportunidad
En ocasiones, el pasillo no es un lujo, es un ladrón silencioso de metros. En este proyecto, Julia Coy lo tiene claro. Eliminarlo (o al menos reducirlo al mínimo) fue el primer paso para que todo lo demás encajara. Su planteamiento parte de una distribución abierta, donde cada centímetro se destina a vivir mejor.
“Salón y cocina en un mismo espacio”, propone, como forma de potenciar la amplitud. Al unir ambas zonas en un volumen común, la vivienda respira. La luz natural entra sin obstáculos desde la fachada exterior, como ella misma indica: “Orientar las vistas hacia la fachada exterior para ganar la máxima luz posible”.
Y aunque existe un pequeño tramo de paso, se integra con el mismo acabado que la cocina: “Cerramos el espacio con la misma materialidad que la cocina, dándole continuidad y ocultando el pequeño pasillo creado”. La continuidad visual hace que ese pasillo ya no lo parezca. Un truco simple pero eficaz que hace que la casa fluya sin cortes ni interrupciones.
Cocina y salón juntos: una apuesta por la amplitud
Más allá de la distribución, el diseño se apoya en la fluidez. La cocina deja de ser un rincón técnico y se convierte en protagonista, compartiendo espacio con el salón y el comedor. El resultado es un ambiente diáfano, multifuncional y luminoso.
No hay barreras visuales ni cortes abruptos. Los materiales fluyen, los muebles se integran, y la casa parece crecer desde dentro. La elección de orientar todo hacia el exterior no solo suma luz: suma bienestar. Además, esa eliminación del pasillo permite que estas zonas comunes ganen superficie y vida.
También se cuida la separación entre las áreas más activas y las más privadas del hogar: “Separar zona de día y zona de noche teniendo en cuenta las bajantes para la distribución”, explica la arquitecta. Un criterio funcional que también favorece la intimidad y el descanso.
Tres dormitorios (sí, tres) y un baño semiabierto
La zona de noche se diseñó con la misma lógica: hacer más con menos, pero sin renunciar a nada. El dormitorio principal tenía un objetivo claro: “El requisito era tener el mayor almacenaje posible, así que creamos dos bandas de armarios”. A un lado y otro, armarios a medida que dibujan un pasillo abierto hacia el baño.
Y ahí llega otra decisión brillante: “Lo hacemos semiabierto al baño para aumentar la sensación de amplitud creando espacios más grandes”. La separación entre zonas se resuelve con un mueble bajo, tipo zapatero, que cumple doble función: organiza y divide sin cerrar.
El resto de las habitaciones (dos más, perfectamente aprovechadas) completan un esquema equilibrado y eficaz, donde la funcionalidad no está reñida con la estética ni con el confort.