Hablar de reformas es hablar de estrategia. Para el arquitecto y divulgador Edu Saz, cada pared que se tira y cada mueble que se coloca son decisiones que pueden cambiar radicalmente el valor de una vivienda. A través de su canal de YouTube, este profesional ha conseguido acercar conceptos complejos del sector inmobiliario y de la arquitectura a un público cada vez más consciente del potencial de su hogar. Tanto si se trata de una vivienda para vivir como de una inversión, hay una idea que se repite: reformar bien es revalorizar con inteligencia.
Saz lo deja claro desde el principio: una reforma puede aumentar el precio de una vivienda en más de un 30%. Pero no se trata de una cuestión puramente estética. Lo que realmente multiplica el valor de un piso es saber leer el espacio, entender quién lo habitará y actuar con precisión.
¿Por qué unir salón, cocina y comedor?
El fenómeno de los espacios abiertos no es nuevo, pero cobra especial relevancia cuando se trata de viviendas pequeñas. “Una de las reformas más y más repetidas hoy en día es la unión del salón con la cocina”, apunta Edu Saz, quien destaca el auge de esta distribución, especialmente en obra nueva. La razón es sencilla: crear una estancia única y multifuncional no solo da sensación de amplitud, sino que aporta un valor añadido que los compradores perciben de forma inmediata.
Frente a la nostalgia de las casas con estancias separadas, el mercado actual premia los espacios abiertos. Y en pisos de 40, 50 o 60 metros, cada metro cuadrado cuenta. “Si tenemos una vivienda más grande, de entre 130 o 140 metros en adelante, conseguir una estancia que unifique salón, comedor y cocina en 50 o 60 m² puede darnos ese efecto wow que buscamos”.
Más luz, menos metros, más valor
Tirar tabiques puede parecer una decisión sencilla, pero requiere una mirada estratégica. Según Saz, no se trata solo de conectar estancias, sino de reconfigurar la percepción del espacio. En los pisos pequeños, unir cocina y salón permite integrar zonas de paso como pasillos o entradas, y ese aprovechamiento se traduce en mayor funcionalidad y valor.
Además, este tipo de reforma responde a una demanda real. “Para una gran cantidad de clientes, esta es una de las características más solicitadas cuando buscan piso”. Pero no todo vale: si la distribución no lo permite, el efecto puede ser el contrario. “Podemos caer fácilmente en lo que yo llamo el efecto piso de playa, cuando tienes el frente de cocina justo literalmente en el cogote cuando estás sentado en el sofá”.
Reformas que suman sin grandes inversiones
Más allá de los espacios abiertos, hay otras dos estancias clave en cualquier reforma: la cocina y el baño. “Son determinantes para un cliente a la hora de valorar si una vivienda está para entrar a vivir o no”, explica Saz. Un lavado de cara rápido, como pintar azulejos o cambiar sanitarios, puede ser clave, sobre todo en el mercado del alquiler. Pero también hay margen para apostar por acabados más cuidados, especialmente si el público objetivo es de mayor poder adquisitivo.
En estos casos, los materiales nobles y los tonos neutros ayudan a imaginarse viviendo allí. “Una cocina totalmente de diseño o un baño con una bañera exenta abierto al vestidor son mecanismos que siempre se pueden utilizar para apelar a esa emoción de un comprador”.
Las ventanas, el detalle que revela la calidad
Puede pasar desapercibido, pero cambiar las ventanas es una de las inversiones más efectivas para revalorizar un piso. “Una reforma con ventanas de doble o triple acristalamiento, con rotura de puente térmico, siempre nos va a dar la sensación de que estamos ante una reforma cuidada”, señala. A esto se suma un factor psicológico: si lo visible está bien ejecutado, el comprador tiende a asumir que el resto del equipamiento como las instalaciones, el aislamiento o el confort también lo está.