La edad les ha permitido conectar de forma más profunda con sus necesidades, modelando el estilo por el que se han convertido en los mejores. Pasan de los 80 e incluso de los 90, pero esto no ha hecho más que afinar su gusto y reafirmarse en su trabajo. 

Norman Foster, André Ricard, Francesco Binfaré, Frank Gehry, Miguel Milá, Rafael Moneo, Renzo Piano o Toyo Ito están en esta lista de veteranía. Pero hay muchos más. El portugués Alvaro Siza, por ejemplo, ha cumplido 89 años, y el japonés Tadao Ando tiene 81.

El alemán Dieter Rams, diseñador de cabecera de Braun, cumplió 90 años el año pasado, y la estadounidense Denise Scott Brown, por su parte, le gana en uno. A ellos hay que añadir a Oscar Niemeyer. El arquitecto brasileño murió en 2021 a los 105 años. Una cosa dejan clara: seguirán proyectando hasta el último aliento. 

 

 

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Toyo Ito, 81 años

El arquitecto japonés, el último en entrar en el club de los 80, dice: “Continúo mi trabajo de diseño con el mismo vigor que antes”. Maestro del arte conceptual, Toyo Ito es el creador de edificios como la Torre de los Vientos, en Yokohama (1986), que demuestra de forma magistral su idea de que la tecnología tendrá un papel vital en la arquitectura del futuro. En Tokio, donde vive, considera que “la reurbanización ha provocado un aumento de los rascacielos sin carácter y una homogeneización del espacio”. Por eso tiene clara su misión en los próximos años: “Creo que tengo que retarme a mí mismo a crear una arquitectura más libre y generosa que abrace la naturaleza arraigada en cada zona”. Entre sus últimas obras figuran el Museo Internacional del Barroco, en Puebla, México (2016), o el National Taichung Theater, la ópera de Taiwán (2015), de la que se ha dicho que es arquitectura que se puede escuchar. 

Renzo Piano, 85 años

no de los últimos trabajos de este arquitecto genovés es el Centro Botín en Santander (2017), su primera obra en España. De ella comentaba: “Esta cultura con minúscula hace que las personas sean mejores. Y los edificios que se construyen expresamente para esta clase de cultura convierten a las ciudades en lugares más interesantes”. Ha declarado en más de una ocasión que, para él, trabajar no es una obligación, sino que se parece más a una fiesta. De joven su objetivo no era convertirse en arquitecto, sino alejarse de su familia. Aún así, ha acabado siendo uno de los proyectistas más reconocidos, autor de edificios tan icónicos como el Centro Pompidou en París, en colaboración con Richard Rogers (1977), el edificio del New York Times (2007) o el rascacielos The Shard en Londres (2012). Tiene más de diez proyectos en marcha, de Chamonix a Tokio. ¿Jubilación? ¿Qué es eso?

Rafael Moneo, 85 años

El Auditorio Kursaal de San Sebastián, la Estación de Atocha de Madrid, la Fundación Pilar y Joan Miró en Palma de Mallorca o el centro comercial L'Illa Diagonal de Barcelona son solo algunos de los edificios que llevan la rúbrica del navarro. Capaz de aunar tradición y modernidad, y con un estilo carente de histrionismos, tiene la habilidad de distinguir sus edificios con atmósferas totalmente dispares. Primer español en recibir el premio Pritzker (1996), Moneo ha encadenado en los dos últimos años múltiples reconocimientos –entre ellos, el León de Oro de la Bienal de Arquitectura de Venecia– y ha participado en numerosas conferencias en solitario o en compañía de colegas como André Ricard. Algunas de sus últimas obras son el Museo Universidad de Navarra (2015) o las bodegas Descendientes de J. Palacios en el Bierzo (2017). "Es momento de pensar las cosas con más calma", declaró recientemente.

Norman Foster, 87 años

A su provecta edad, Foster acaba de firmar la Varso Tower en Varsovia, la torre más alta de la Unión Europea. No es el único edificio que el arquitecto ha levantado este año. Recientemente, su estudio anunciaba la finalización de las oficinas del grupo MOL en Budapest. Y en verano acudía a Bilbao para inaugurar una exposición en el Guggenheim sobre vehículos históricos que ha comisariado. Por su 75 cumpleaños, el británico concedió una entrevista al diario The Guardian donde revelaba cómo había ganado la batalla a un cáncer. Su mejor manera de salir adelante, dice, fue continuar trabajando sin bajar la guardia. Consumado deportista desde su juventud, se compró una bici de carreras y empezó a pedalear también como una forma de terapia. Su filosofía de vida se refleja en el documental ¿Cuánto pesa su edificio, Sr. Foster? con unas preciosas imágenes de Foster esquiando en su setentena.

Miguel Milá, 92 años

Pasada la barrera de los noventa, Miguel Milá sigue esbozando su característica sonrisa. A lo largo de su trayectoria ha ido puliendo un enfoque pragmático, de resolver problemas. “A mí no me interesan las estridencias; me abruman. Lo que yo busco es suavizar las formas: alejarme de dogmatismos, simplificar y limpiar”, dice en su libro Lo esencial, el diseño y otras cosas de la vida (Editorial Lumen). Este barcelonés no ha dejado de trabajar; lo prueba la mesa Porciones para Kendo, reeditada tras rescatarla de su archivo. “Yo siempre he tenido la virtud de la creación, el afán de crear es imposible detenerlo”, asegura. En la mente de todos está su pieza más icónica, la lámpara Cesta, para Santa & Cole. Precisamente ha presentado una nueva versión, de exterior y en color negro. A la pregunta de si se ha vuelto conservador con el tiempo, responde: “Nunca lo he sido, no es mi forma de ser”.

Francesco Binfaré, 83 años

El italiano que diseña los sofás con los que sueña y que los acompaña de un poema escrito de su puño y letra sigue en activo. En la última edición del Salone de Milán presentó, de la mano de Edra (la firma con la que lleva treinta años colaborando), el modelo Standalto, la metamorfosis de su  famoso sofá Standard en un nuevo arquetipo. "Alguien me ha descrito como una especie de arqueólogo que busca encontrar algo que nos pertenece", confesó durante la presentación. Su pasión por esta tipología de mueble sigue tan viva como el primer día. De ellos dice que son pequeñas arquitecturas blandas. Cuenta que todos los que ha hecho y sigue haciendo para la marca italiana cuentan la historia de los cambios en el comportamiento humano. Seguiremos atentos a su obra.

André Ricard, 93 años

Dice este pionero del diseño industrial español que el acto creativo es un incesante aprender y que, como cada nuevo proyecto supone una experiencia que aporta conocimientos inéditos, no hay etapas. “La edad madura permite escoger los temas en los que implicarse”, puntualiza el catalán. Él lo hace participando en proyectos sociales u obras donde mostrar el enfoque que reivindica. El tiempo, dice, le ha vuelto cada vez más exigente con lo que ha de entenderse como diseño, pues no todo lo que se presenta como tal lo es. “El diseño no define un estilo, es algo más serio. No busca el impacto estético de lo creado, sino optimizar su función. No podemos olvidar el carácter funcional y socializante que tuvo el Movimiento Moderno que lo tuteló”, concluye. Su último diseño: un botijo, en 2020. Increíble.

Frank Gehry, 93 años

En 2022, el Museo Guggenheim de Bilbao cumplió 25 años. El centro de arte, que sigue liderando el mapa de la cultura española, convirtió a su autor, el canadiense asentado en EE.UU. Frank Gehry, en toda una celebrity. Sigue trabajando a jornada completa y yendo a nadar como mínimo dos veces por semana. Si hay un arquitecto cuya obra sea reconocible desde el minuto uno es este. Suyas son las ondulantes pieles del Walt Disney Concert Hall en Los Ángeles o la Fundación Louis Vuitton de París. Entre su obra más reciente destaca la Torre Luma en Arlés (Francia), inaugurada en 2021 tras 14 años de obras. Con un marco de acero y hormigón, responde a sus preocupaciones actuales sobre la huella de carbono en la arquitectura. Para Gehry lo más importante es vivir en el lugar y en el tiempo en el que estás. Y sigue fiel a su idea de intentar no repetirse. Lo está consiguiendo.