Si James Stewart hubiera recurrido a un visillo, la historia detrás de La ventana indiscreta hubiera tenido otro final: nunca habría sido descubierto. De origen incierto, con respecto al visillo, hay unanimidad: no hay nada más español. Estas livianas cortinas, normalmente fabricadas en algodón, en lino o en una mezcla de ambos, forman parte de nuestras casas desde que tenemos uso de razón. Y de las casas de nuestros vecinos. Porque, no nos engañemos, más allá de sus bondades decorativas y/o funcionales, como tamizar la luz y refrescar los ambientes en verano sin necesidad de echar la persiana, el visillo está íntimamente —no es una palabra escogida al azar— con la relación a distancia con nuestros vecinos.

Ponga un visillo en su vida y espíe a sus vecinos sin ser visto ahorrándose accidentes innecesarios.

El mito de la "vieja del visillo", (convertido en personaje popular por obra y gracia del humorista José Mota) ya estaba presente en nuestras vidas antes del famoso sketch. Quizá ha habido una en nuestra familia. Puede que incluso seamos nosotros mismos, y no podamos resistirnos al súper poder del visillo: ver sin ser vistos.

Un poco de historia: el origen del visillo

Los historiadores datan las primeras cortinas en el antiguo Egipto. Al parecer eran de telas pesadas, aunque el lino y el algodón egipcio son conocidos por ser el tejido predilecto en la confección de visillos. Otros dicen que el algodón es una de las fibras más antiguas del mundo, con más de 5.000 años,  y que surgió en la India. Y otros, los expertos de verdad, sostienen que el visillo ha estado ahí siempre, y que cada casa de cada pueblo de España venía con uno de serie en las ventanas, y con una señora incorporada.

Es hora de desterrar la mala fama del visillo como sofisticado método de espionaje vecinal.

 

El voile, una tela liviana fabricada en estos dos materiales, proviene del francés, y significa significa "velo". Las cortinas o visillos nacen en los países cálidos como el nuestro y se utilizan para embellecer ventanas, balcones o puertas, colocándose en la parte interior de los cristales para filtrar o tamizar la luz o incluso como mosquitera. Debido a que son semi transparentes, las cortinas de voile se fabrican utilizando una cinta especial en sus bordes que es menos visible a través de la tela.

 

 

La principal diferencia entre las cortinas y el visillo es el grosor de la tela. Mientras que las cortinas son más pesadas  y tienen una mayor caída y opacidad, que las hace ideales cuando se requiere de total intimidad o ausencia de luz, los visillos están fabricados con una tela fina que normalmente suele ser hilo o lino. Aunque a menudo se suelen colocar combinados, no es un requisito indispensable. 

 

No hay nada más agradable que un visillo ondeando al son de la brisa veraniega.

¿Por qué hay tanto visillo en España? 

España es uno de los países con más horas de luz de Europa: –entre 2.500 y 3.000 de media, frente a las 1.600 de Reino Unido u Holanda. Esto también hace necesario el uso de persianas con todas sus variedades (alicantinas de esparto, venecianas, enrollables, de aluminio o madera, verticales…), pero sin duda, el rey de la casa es el visillo, aunque en ocasiones se haya podido sentir desplazado por los adornos de ganchillo o encaje, que aunque son muy decorativos, no cumplen la misma función. 

La fabricación de encajes comenzó a finales del siglo XV en Europa, y se utilizaba para adornar la vestimenta, así como artículos decorativos para el hogar. Pero era laborioso, y hasta la llegada de la Revolución Industrial, se hacía a mano. Con la llegada del telar jacquard y su combinación con la máquina de hacer bolillos en 1837, aumentó enormemente la producción de visillos con detalles de encaje o crochet en la parte inferior, y como consecuencia, era raro el hogar que no tuviera las ventanas de casa vestidas con esta tela y profusamente adornadas.

 

Un vsillo aporta privacidad y tamiza la luz.

 

¿Cuándo cayó en desgracia el visillo?

El cambio de los hábitos de vida, los bloques de apartamentos y el anonimato que ofrece la vida en las ciudades hicieron que el visillo cayera en desgracia. A todas luces, las nuevas generaciones que han decidido prescindir de él han cometido un tremendo error. "Una ventana vacía es una casa incompleta. Los visillos son interesantes porque contribuyen al ahorro energético (pues absorben el exceso de calor y frío), también reducen el ruido proveniente del exterior, regulan la luz en función de nuestras necesidades, y por supuesto, aportan calidez, estilo y carácter a una habitación", lo dice Beatriz Gancedo, embajadora de Gancedo, una de las empresas textiles españoles que exporta muchísimo visillo a otros países, aunque, admite, "es verdad que hay países como Holanda que no los utilizan. Si paseas por la calle puedes ver el interior de sus viviendas, algo impensable aquí. Hay una variedad inmensa de posibilidades, nosotros en España no utilizamos los visillos de colores, por ejemplo, pero estamos creando unas texturas muy novedosas que gustan mucho fuera". Ya saben, para gustos, colores.

 

Los Visillos IX de Gancedo son de lino, algodón o poliéster reciclado ignífugo. Son sostenibles, suaves y agradables al tacto.

Tipos de visillos 

Por un lado, está el visillo para ventana, que consta de un sistema de varillas, como cuando un alcalde inaugura una placa y descorre una pequeña cortina (a veces las varillas se sustituyen por un cable o un alambre) que se encajan en los ganchos en los extremos del vano. También está el sistema del riel, en el que se engancha la tela a varios rodamientos. El primero de ellos se mueve al tirar de un cordón arrastrando en su movimiento al resto. Y se coloca a la altura de los ojos, claro, o un poco más arriba, para que entre luz, pero nos proteja de miradas ajenas. Por otro lado, están los visillos cortos, que a veces suelen ser de encaje o ganchillo, ideales para cubrir ventanas que se abren muy a menudo. Van enganchados al marco de madera de cada hoja de la ventana. También está el visillo en forma de estor, que se pliega, o el visillo blanco o natural que se cuelga de una barra como una cortina.

 

Hay diferentes sistemas para colgar los visillos.

La vuelta del visillo, un fenómeno entre la tradición y la tendencia

Hay algo en los visillos que evoca una sensación de nostalgia y de regresar a las casas de nuestros abuelos. Pero, sentimentalismos aparte, es un elemento muy práctico, delicado, suave y ligero, lo que los hace perfectos para crear ambientes cálidos, acogedores y tranquilos en cualquier habitación.

 

El modelo Haven fr Gold es un visillo con hilos dorados.

 

En la actualidad, muchos interioristas están recurriendo a ellos, tanto por su elegancia clásica como por su funcionalidad práctica. "Los fabricantes también hemos sabido adaptarnos a los tiempos y a las nuevas tecnologías. Los visillos actuales tienen unas texturas muy apetecibles, apetece tocarlos. Unos son de fibras naturales y clásicas como el lino y el algodón y otros están fabricados de poliéster reciclado, por ejemplo. En Gancedo acabamos de incorporar uno que está realizado de tejido de vaquero reciclado". Así, el visillo también se convierte en un aliado para un hogar sostenible, más ecológico y consciente de lo que pasa "puertas para afuera".

 

El tejido semi transparente del visiloo lo hace perfecto para inundar de luz espacios pequeños.

 

¿Acabarán apreciando las nuevas generaciones de gente joven sus cualidades y poniéndolo en sus casas? Beatriz Gancedo nos vuelve a dar las claves: "Claro que sí. La gente joven empieza muchas veces simplemente cubriendo las ventanas con visillos y estores y más adelante piensan en una propuesta decorativa que tenga más diseño, color o que combine con otros elementos de la habitación. Por otra parte, en viviendas pequeñas el visillo no quita tanto espacio y es un elemento estético que ayuda a crear hogar".