Durante años, los toldos verdes han sido casi un elemento icónico de nuestras fachadas. Basta con mirar cualquier barrio construido hace 40 o 50 años para encontrar balcones alineados con lonas verdes, muchas veces deterioradas, cada una ligeramente diferente a la otra. Es tan común que muchas veces ni se cuestiona. Pero lo cierto es que, desde el punto de vista del diseño, del confort y de la eficiencia, el toldo verde tradicional es un error.

Verde, naranja, azul y crudo

La explicación a que los toldos sean verdes es más sencilla y más reveladora de lo que parece: "En los años 70 y 80, la oferta de colores era muy limitada. Las lonas más comunes eran el verde, el naranja, el azul y el crudo. El azul se usaba sobre todo en zonas de costa, por su asociación con lo náutico. El crudo se descartaba porque se ensuciaba con facilidad y resultaba poco práctico. Entre el naranja y el verde, se acababa eligiendo este último por su vinculación con lo natural. Verde igual a sombra, a jardín, a frescor. Pero esa elección respondía más a la inercia del momento que a un análisis técnico o estético", explica Carlos Rubio, interiorista y socio fundador de Insenia Design School Madrid, al que hemos pedido que nos cuente y asesore.

Toldos verdes

El problema es que el verde oscuro, especialmente en lonas de PVC o materiales plásticos antiguos, no solo no protege del calor de forma eficaz, sino que lo agrava. "Al tratarse de un color oscuro, absorbe la radiación solar y se recalienta con rapidez. Ese calor acaba transmitiéndose al interior, sobre todo si el toldo está muy próximo a ventanas o cerramientos. Además, los tejidos antiguos no permiten transpiración ni circulación del aire, por lo que el efecto de ‘sombra fresca’ es más bien un mito".

Un auténtico caos estético

Por si fuera poco, el impacto estético negativo de estos toldos no puede pasarse por alto. Rubio lo explica sin rodeos: "En muchas fachadas, cada vecino ha colocado su propio toldo, con distinta lona, distinto soporte, distinta antigüedad. El resultado es un auténtico caos estético, con tonos de verde que no coinciden, mecanismos oxidados, lonas combadas o con logotipos antiguos de marcas comerciales. Todo eso genera un impacto negativo inmediato en la imagen del edificio, aunque las viviendas estén perfectamente reformadas por dentro".

Ahora bien, cambiar un toldo en un bloque de viviendas no es tan sencillo. "Aunque tengas el mejor criterio del mundo y el presupuesto para hacer las cosas bien, si vives en un bloque de viviendas no puedes cambiar el toldo a tu gusto. En comunidad, manda la junta de propietarios. Los colores, los materiales e incluso el sistema de recogida o el tipo de herraje están regulados por los acuerdos comunitarios o los estatutos del edificio. Es decir, aunque sepas que hay una solución mejor, más elegante y más eficiente, necesitarás convencer a tus vecinos para hacer el cambio".

toldos verdes

Hay muchos tipos de toldos.

Eugeni Pons

Cambiar el toldo, una mejora objetiva

Sin embargo, cada vez hay más sensibilidad hacia este tipo de cuestiones. "Muchas comunidades empiezan a comprender que modernizar los toldos no es solo una cuestión de gusto, sino también una mejora objetiva: térmica, visual y de mantenimiento", apunta Rubio. Y es que los avances técnicos han revolucionado por completo el mundo de los sistemas de protección solar. Existen tejidos innovadores —como las lonas acrílicas microperforadas— que permiten filtrar el calor, dejar pasar el aire y resistir durante años sin perder sus propiedades. "Y, sobre todo, se pueden elegir en tonos suaves —arena, topo, gris claro— que se integran con cualquier tipo de fachada sin restar identidad ni personalidad".

En paralelo, la domótica también ha llegado al mundo del toldo. Hoy es posible instalar sistemas motorizados con sensores de sol y viento que despliegan o recogen la lona automáticamente según las condiciones climáticas. Y los cofres —estructuras metálicas que protegen la lona cuando está recogida— contribuyen a alargar su vida útil sin renunciar al diseño. “Actualizar los toldos de un edificio no requiere una gran inversión, pero tiene un impacto enorme en cómo se percibe la vivienda desde fuera”, asegura Rubio.

Hoy contamos con materiales más eficaces

En su experiencia, lo más eficaz a la hora de convencer a una comunidad de vecinos es mostrar propuestas claras y bien documentadas: "Cuando se presenta una propuesta bien trabajada, con ejemplos visuales, muestras de tejido y precios razonables, la mayoría de vecinos responde con interés. A veces cuesta dar el paso, pero cuando se ve el resultado en otro edificio similar, se entiende el cambio al instante".

toldos verdes

Se pueden elegir diferentes tejidos y estampados.

Maisons du Monde

En definitiva, como concluye Rubio, "el toldo es una interfaz entre el interior y el exterior. No puede tomarse a la ligera. El verde tradicional fue una solución fácil en su momento, pero hoy contamos con materiales más eficaces, diseños más sobrios y opciones más inteligentes. No se trata solo de cambiar por cambiar, sino de pensar en cómo habitamos el espacio, en cómo se ve nuestra vivienda desde la calle, y en cómo pequeñas decisiones pueden tener un impacto muy grande".

Cambiar el toldo puede parecer un detalle menor, pero en realidad supone una oportunidad para modernizar todo un edificio sin necesidad de obras. Una intervención sencilla, visible y efectiva que, como el propio diseño bien hecho, transforma sin hacer ruido.

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