El impresionismo como movimiento artístico surgió en Francia a finales del siglo XIX y supuso una verdadera revolución en la forma en que se concebía y representaba el arte.
Con su enfoque innovador en la captura de la luz, el color y la atmósfera, los pintores impresionistas desafiaron las convenciones artísticas de la época y dieron paso a una nueva forma de expresión pictórica. Entre los artistas más influyentes, adscritos a este movimiento, hay nombres tan populares como Claude Monet, Édouard Manet, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pissarro y Berthe Morisot. Estos pintores impresionistas, unidos por su búsqueda de representar la realidad de una manera más subjetiva y emocional, compartían la idea de capturar la impresión momentánea de una escena.
Estos pintores, se interesaban por captar la luz natural y representar cómo afectaba a los colores en diferentes momentos del día. Para expresarse, utilizaban pinceladas sueltas (a modo de manchas) y colores muy vivos. Generalmente, solían representar escenas cotidianas, para diferenciarse del academicismo anterior, en el que abundaban los temas mitológicos o históricos. Además, en estas escenas, trataban de captar el momento espontáneo, sin la rigidez de las composiciones tradicionales. La vida, en definitiva. Muchos son los pintores impresionistas que marcaron esta diferencia y, entre ellos, seleccionamos estas obras para repasar esta etapa tan importante de la Historia del Arte.