Las 20 mejores pinturas abstractas de la historia del arte

Amarillo, rojo y azul, de Wassily Kandinsky (1925)

Probablemente, la obra más importante del autor ruso durante su época en la Bauhaus. En ella, a través el color, refleja la dualidad entre el mundo exterior y el interior. La forma abstracta, para Kandinsky, permitía centrarse en los sentimientos y emociones, en lugar de enfocarse en la imagen representada de la realidad exterior. 

El trabajo se compone de dos partes opuestas: líneas geométricas a la izquierda, formas libres a la derecha. El énfasis principal está en los tres colores primarios que, de izquierda a derecha y en orden: amarillo, rojo, azul, articulan la composición. La oposición del amarillo cálido, vinculado al movimiento, y el azul frío, estable, vinculado a la forma del círculo se pone en juego. Esta pintura se encuentra actualmente en el Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, en París, Francia.

Composition en rouge, jaune, bleu et noir, de Piet Mondrian (1921)

Mondrian, pionero del arte abstracto, busca la armonía universal a través de líneas rectas y bloques de colores primarios. El pintor vanguardista neerlandés, evolucionó hasta la abstracción, siendo uno de los máximos representantes junto a Kandinsky y Malévich. En su búsqueda por el 'arte puro', con la abstracción geométrica trata de encontrar la estructura básica del universo, la supuesta "retícula cósmica" que él intenta representar con el no-color blanco (presencia de todos los colores) atravesado por una trama de líneas de no-color negro (ausencia de todos los colores) y, planos geométricos (frecuentemente rectangulares) de los colores primarios, considerados por Mondrian como los colores elementales del universo. 

Balance, de Sophie Taeuber-Arp (1932-1933)

La artista suiza, escultora, bailarina, arquitecta, profesora, diseñadora... y decenas de cosas más, fue una de las pioneras de la pintura abstracta. Fue una de las artistas dadá más importantes de su generación. El propio Kandinsky, una de sus amistades más cercanas, dijo de ella: "se expresaba a través de desahogos de color, especialmente en sus últimos años de vida, usando casi exclusivamente formas simples y geométricas". 

Orange, Red, Yellow, de Mark Rothko (1961)

En esta obra, Rothko emplea capas de colores intensos y difuminados para crear una experiencia inmersiva y emotiva. El estadounidense nacido en Letonia, evolucionó hacia el gran formato, con obras en las que exploraba composiciones con capas de colores. El gran formato, tenía la intención de envolver al espectador y hacerle partícipe de una experiencia cuasi mística. 

Mountains and Sea, de Helen Frankenthlaer (1952)

Esta pintura de Frankenthaler es considerada una obra maestra del expresionismo abstracto. Utilizando su técnica distintiva de vertido de pintura diluida, crea una sensación de movimiento y fluidez. Es considerada una de las referentes más importantes de la afamada Escuela de Nueva York. Su novedosa técnica soak-stain se convirtió en un puente entre el expresionismo abstracto y la pintura de campos de color.

Lee Krasner

Lenore "Lee" Krasner fue una pintora expresionista abstracta estadounidense, con una fuerte especialidad en el collage. Estaba casada con Jackson Pollock. Aunque hubo mucha polinización cruzada entre sus dos estilos, la relación eclipsó un poco su contribución durante algún tiempo. Krasner ahora es vista como una figura de transición clave dentro de la abstracción, que conectó el arte de principios del siglo XX con las nuevas ideas de la posguerra en Estados Unidos, y su trabajo alcanza altos precios en las subastas. También es una de las pocas artistas femeninas que ha tenido una exposición retrospectiva en el Museo de Arte Moderno.

Number 30 (Autumn Rythm), de Jackson Pollock (1950)

Uno de los principales artistas del expresionismo abstracto, que alcanzó reconocimiento por su peculiar estilo de dripping (una técnica para gotear la pintura). El Ritmo de Otoño, aludiendo a la influencia de la música en su pintura, se expresa en trazos y colores en este lienzo de grandes dimensiones.

'Vir Heroicus Sublimis', de Barnett Newman (1950-51)

El estadounidense Newman utilizaba colores vibrantes y amplios campos de color para evocar una experiencia trascendental y cuestionar la relación del espectador con la obra de arte.

Elegía a la República Española, Robert Motherwell (1967)

El expresionista abstracto de Nueva York, creo este cuadro de grandes dimensiones en el que las repeticiones realizan un recordatorio de los episodios trágicos de la Guerra Civil Española. Es una canción fúnebre, volviendo a resaltar la conexión entre la pintura abstracta y la música. Como otros expresionistas abstractos, Motherwell se sintió atraído por el principio surrealista del automatismo —de métodos que escapaban a la intención consciente del artista— y su pincelada tiene una carga emotiva, pero dentro de una estructura general de cierta severidad. 

'1934 (relief)', de Ben Nicholson (1934)

Nicholson estaba interesado en las formas en que las pinturas pueden representar el espacio. En la década de 1930, realizó relieves poco profundos en los que áreas de diferentes profundidades definen el espacio real. En el más radical de estos, el color se redujo a solo blanco o gris para lograr una sensación de pureza. 

'Prismas eléctricos', de Sonia delaunay lectric prisms

Junto a su marido, Delaunay creó en 1912 el orfismo un estilo emparentado con el futurismo y el cubismo, aunque más abstracto y colorido. En 1914 las farolas de gas de París estaban siendo sustituidas por las farolas eléctricas de  luz mucho más clara. Obsesionada por la naturaleza de la luz y la distorsión pintó esta obra obra cuya luminosidad y colores vibrantes están subrayados mediante círculos rítmicos de luz que evocan movimiento y profundidad.

Composition 6, de Theo Van Doesburg (1918)

Con conexión directa con Piet Mondrian, el artista neerlandés desarrolló un arte geométrico y abstracto. Fue también teórico, poeta y arquitecto.