El sur de Francia tiene ese encanto tan característico de las películas de verano en la que los protagonistas pasean en bicicleta entre casas antiguas, luz dorada y campos verdes. Algo así te hace sentir adentrarte en Autignac, un pequeño y mágico pueblo en el corazón de Faugères. Rodeada de viñedos y una arquitectura repleta de historia, el sur de Francia es el lugar idílico para sentirte la protagonista de una comédie romantique. La experiencia se hace aún más palpable cuando tienes la posibilidad de alojarte en un castillo del siglo XIX, restaurado con encanto y rodeado de los viñedos de Les Domaines des Prés Lasses. Y es que pasar unos días en una casa señorial de 1860 te acerca de lleno a la historia del Languedoc, pero sin renunciar a los mimos y a las comodidades de una estancia de lujo.
El Château Autignac nos ofrece hoy en día la posibilidad de disfrutar de esta experiencia gracias a la renovación impulsada por el empresario Éric de Turckheim, en colaboración con el arquitecto francés Olivier Joyeux. Una inversión de más de 10 millones de euros con la finalidad de preservar la riqueza arquitectónica del edificio y adaptarlo a un diseño más contemporáneo. “Nuestro objetivo era crear un lugar donde se respirase la historia del Languedoc sin renunciar al confort contemporáneo. El vino es el hilo conductor de la experiencia en Château Autignac, y queríamos que cada detalle reflejara ese espíritu”, explica Turckheim.
LA TRANSFORMACIÓN DE UN Château FRANCÉS DEL SIGLO XIX
Nos remontamos a 1860, cuando el señor Pierre André Louis de Vigne Lavit, propietario de los viñedos, fue el primero en vivir entre sus paredes. Con los años, distintas generaciones de la familia desempeñaron papeles importantes para el pueblo y sus viñedos. Y es que la industria vinícola de la región vivió una época de gran esplendor, hasta que, a finales del siglo XIX, la plaga de la filoxera arrasó con las viñas.
Gracias a la pasión de unos pocos viticultores, el renacimiento del viñedo de Faugères pudo hacerse realidad. El castillo recuperó su antiguo esplendor gracias a Denis Feigel y Éric de Turckheim, quienes decidieron devolverle la vida con el propósito de contribuir a la revitalización de este viñedo. Para el proyecto, Turckheim confió la renovación al estudio de arquitectura Larroche & Joyeux. De esta forma, el castillo no solo recuperó su vocación vitivinícola, sino que la arquitectura consiguió crear una atmósfera serena y acogedora para amigos y visitantes.
En la nueva transformación aún se pueden apreciar elementos del castillo de 1860 como su volumen general, las fachadas con torretas, la cubierta, el eje central, la escalera principal y las rejas de la entrada. "Uno de los mayores retos de la renovación consistía en lograr que, desde el exterior, todo pareciera intacto. Es decir, respetar la historia y mejorar el lugar sin que la intervención resultara evidente", comentan desde el estudio de arquitectura Larroche & Joyeux. A medida que se recorren sus espacios, la transformación contemporánea se revela de forma sutil, equilibrada y elegante. Para ello, se investigaron archivos históricos que permitieron conocer la historia del castillo y de quienes lo habitaron.
La renovación ha respetado en todo momento la identidad vinícola, incorporando y actualizando los espacios esenciales para la producción del vino. Se construyeron y rehabilitaron la bodega de vinificación, la bodega de crianza en barrica, el almacén de vinos, así como una sala de catas, una tienda y oficinas. "Todo el diseño se articula alrededor del castillo, que permanece como núcleo simbólico y funcional del conjunto. Para reforzar la coherencia estética y el vínculo con el entorno, se utilizaron materiales locales y naturales como piedra de Pompignan en tonos gris y negro, suelos ocres, madera, cerámica y vegetación autóctona", declara el estudio. En el interior, esa misma calidez se refleja a través de la madera, el cuero, los tejidos nobles y la piedra, logrando un ambiente sobrio, elegante y fiel a la historia vitícola del lugar.
El château dispone de cinco habitaciones tipo suites con todo lo necesario para asegurar un descanso de lujo. Además, los huéspedes pueden relajarse en amplios salones, una luminosa galería acristalada y una sala de catas que exhibe las propuestas enológicas de la finca. Los jardines y piscinas se integran de forma natural con el castillo. Un muro negro de aspecto monolítico organiza y delimita las distintas áreas exteriores: terrazas, piscina, zonas de relajación y la vegetación.
Escapada Vinícola
El château ofrece la oportunidad de adentrarte en la vida de una finca vinícola, donde el vino no es solo una producción, sino una forma de vivir. Enclavado en las colinas al norte de Béziers, donde la cordillera de las Cévennes se despide del paisaje, se extiende el viñedo de Faugères: una denominación de origen con carácter propio, definida por sus suelos de esquisto y su entorno natural privilegiado. El resultado: vinos auténticos, con alma, que expresan lo mejor del clima y el suelo.
Si te animas a vivir esta experiencia podrás recorrer los viñedos, conocer de cerca el proceso de elaboración, participar en catas guiadas en la sala de degustación del Domaine des Prés Lasses y conversar con los artesanos que, botella a botella, dan vida a este patrimonio vinícola.