En la década de 1960, cuando Carlos Nicolau era un niño, contaba los días para que llegara el verano y así poder marcharse junto a su familia a Mallorca, a la casa de sus abuelos paternos. Allí gozaban de plácidas jornadas en las que se llenaban de energía gracias al contacto con el sol, la costa rocosa y el agua. Tras varios veranos, el padre, Luis, ingeniero de profesión, decidió construir su propia casa para poder disfrutar de un espacio más personalizado. Y, como había trabajado con colaboradores del arquitecto José Antonio Coderch, le pidió su ayuda. En 1975, ya estaba terminada y lista para ser vivida.
Explosión de naturaleza
A primera vista, no es posible hacerse una idea completa de la magnitud de la casa, puesto que, cuando la miras de frente, puedes llegar a pensar que tiene una sola planta y que carece de ventanas. Pero, ¡nada más lejos! Está construida en varios niveles que se conectan mediante escaleras y patios semicubiertos. Y tiene ventanas al este, sur y oeste, por lo que la luz se cuela desde primera hora de la mañana hasta la noche. Las altas puertas de vidrio, que se pueden abrir completamente, posibilitan que cada habitación se vuelva un todo con la naturaleza. De esta forma, se cumple uno de los sueños de Coderch: integrar la casa en el entorno.

Vista desde el mar, desde la que se aprecian los muros de piedra seca típicos de las islas baleares y la escalera de hormigón en bruto.
B. Wolfgang Bjornvad / The Sisters Agency
A lo largo de sus 250 m2, la vivienda exhibe un estilo muy moderno, pero orgánico. Por fuera está encalada, como muchas de las fincas locales, y, por dentro, las tradicionales baldosas de la zona visten el suelo. El autor de la obra, José Antonio Coderch, cuya estela en el mundo de la arquitectura a menudo es comparada a la de Le Corbusier, influyó en la decisión de Carlos de convertirse en arquitecto. No en vano, trabajó en el estudio de los hijos de Coderch, Gustavo y José Antonio, cuando era un estudiante de arquitectura, y colaboró con el maestro durante un verano, cuando él ya estaba enfermo.
Esta es la casa en la que Nicolau se reúne con su familia, donde disfrutan del silencio y la tranquilidad de la isla que le vio jugar y crecer. En ella, las tradiciones tienen un papel importante y se expresan en las piezas de artesanía que salpican los espacios y que han sido trabajadas por manos expertas. Entre ellas, se cuela una serie de objetos que el padre de Carlos, Luis Nicolau, ha ido encontrando en un paseo, en el fondo del mar..., y a los que ha ido dando forma. Constituyen uno de los tesoros de la casa. Uno más.
Una casa en la costa de Mallorca que desprende estilo