Diakène Ouolof es un pequeño pueblo de apenas 900 habitantes, situado al sur de Senegal en plena Baja Casamance. Este rincón paradisíaco, de suelos arenosos y árboles exuberantes, es un lugar en el que las cabras caminan en libertad y la vida transcurre con calma. En el centro de la localidad se alza el Centro Turístico y Cultural Casamance, un espacio concebido para el disfrute de la comunidad local. En este enclave se realizan actividades como proyecciones de películas al aire libre, representación de obras teatrales, talleres formativos, actividades lúdicas y juegos para los más pequeños o simplemente reuniones en las que compartir un té en compañía de los vecinos.
Se trata de un lugar donde confluyen culturas, se comparten experiencias y se construye comunidad. Desde que se inició el proyecto en el centro también se han planteado sinergias con artistas. Laura Martínez del Pozo, la diseñadora de Peseta, el surfista Kepa Acero, el artista francés Eltono o el creador Blami han encontrado allí inspiración y descanso.

La construcción se inspira en la arquitectura de la zona
Laia Varela
Un nuevo espacio para alojar y crear
Ahora, además del edificio principal, se acaba de inaugurar un nuevo espacio para huéspedes. El Estudio Zirikiain ha sido el responsable de idear, diseñar y construir una casa con dos apartamentos de 25 metros cuadrados, ideados para poder alojar hasta tres personas. Cada apartamento cuenta con dos terrazas privadas: una, más social, que da a un patio común; la otra, más íntima, ofrece vistas fabulosas sobre huertas y un bosque tropical con palmeras y mangos gigantes.
Toda la construcción se ha ejecutado con un ajustado presupuesto 9.000 € en total, que equivalen a 180 €/m2, y en ella se han utilizado materiales económicos y disponibles en esta región poco desarrollada. Gracias al clima tropical templado de la zona, el estudio ha integrado grandes aperturas en las fachadas, que favorecen tanto la ventilación cruzada como la conexión con el entorno.

Las celosías de las ventanas generan efectos lumínicos en el interior.
Laia Varela
Arquitectura de espíritu local
Para el diseño de la residencia de huéspedes se ha buscado la inspiración en la casa impluvium del pueblo diola [grupo étnico que ocupa la zona desde el siglo XVI], cuya estructura tradicional recoge el agua de lluvia en su interior, al igual que también hacían las antiguas civilizaciones romanas y griegas. Para esta ocasión se ha reinterpretado el impluvium como una escultura que forma parte de la fachada que no recoge agua, sino la luz, aprovechando especialmente la del amanecer y el atardecer.
El estudio de arquitectura ha usado celosías vegetales para filtrar la luz y enriquecer la experiencia sensorial en el interior. Estos elementos, que son similares a los que se utilizan para delimitar los gallineros, crean un juego de luces espectacular en el interior de las habitaciones. Además, cuando el sol cae, las sombras que se proyectan las palmeras y árboles de la zona envuelven también al edificio en sombras vivas y cambiantes.

El mortero tintado con polvo rojo da calidez al interior de la construcción.
Laia Varela
El interiorismo se ha resuelto con un enfoque minimalista y coherente. Para dar calidez y uniformidad a los espacios se ha utilizado mortero tintado con polvo rojo. También se han usado chapas onduladas, típicas en la región tanto para la cubierta como para a puertas y ventanas, una decisión constructiva que ha reducido costes y materiales.
Además, una alfarera local ha elaborado a mano los lavabos, los apliques de luz y las piezas decorativas de los apartamentos, como jarrones y esculturas, destinadas a enriquecer el ambiente con arte y tradición.