La tecnología puede ser nuestra gran aliada a la hora de diseñar estrategias para generar ambientes mucho más sanos y que contribuyan a nuestro correcto progreso. Esta puede hacernos conscientes del estado real de las ciudades y los edificios que habitamos. Al igual que estamos midiendo los pasos que damos y las pulsaciones con nuestras pulseras de actividad, las smart homes empezarán a medir muchos parámetros de nuestras casas más allá de la temperatura y la humedad relativa. Esto nos permitirá, de forma objetiva, mejorar nuestro entorno.

Como en tantas cuestiones, la tecnología no es ni buena ni mala por sí misma; depende del uso que se haga de ella. Algunas voces expertas nos alertan de la influencia negativa sobre nuestra salud y la del planeta por un mal uso o abuso de la misma. Por esta razón, a día de hoy ya existen valores de referencia o precaución para protegernos, como la ofrecida por el Institut für Baubiologie+Nachhaltigkeit (IBN), principalmente para los dormitorios y las zonas de descanso.

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Villa Cumulus en Indonesia, de Arkana Architects, una smart home que se controla mediante sensores.

¿Sabías que existe un sistema de descanso que asegura ser capaz de reducir tu edad biológica? Se llama HOGO System. Según información publicada en su web, el grupo de investigación de Envejecimiento, Neuroinmunología y Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid ha concluido que su uso aporta un rejuvenecimiento significativo de la edad biológica y un mejor estado de salud, lo que puede repercutir en una esperanza de vida mayor y más saludable. Desarrollado íntegramente en España, está confeccionado con materiales 100 % naturales y atóxicos, sin ningún tipo de químicos ni derivados del petróleo, y tecnología avanzada para crear un ambiente perfecto para un sueño reparador. Su diseño elimina la contaminación electromagnética acumulada en el organismo y es capaz de disminuir el daño oxidativo e inflamatorio, regenerando así el cuerpo y la mente.

LAS NOCHES HAN CAMBIADO MUCHO

La luz eléctrica ha invadido nuestras ciudades, privándonos de ese tesoro para nuestro organismo que es la oscuridad. Nuestro sistema biológico necesita recibir una gran cantidad de luz por la mañana para sincronizarse con las actividades diarias. En cambio, por la noche está demostrado que incluso una pizca de luz tenue –de ocho a diez lux–retrasa la liberación de melatonina que induce el descanso. No es solo una cuestión de intensidad de la luz; también es importante la temperatura de color. Al igual que la luz del sol no tiene el mismo color por la mañana que por la tarde, la luz eléctrica debería hacer lo mismo. Aquí, nuevamente, la tecnología puede ayudarnos a mejorar nuestra salud, como los sistemas conocidos como tunable white –blanco regulable–. Otro ejemplo de cómo los avances en este campo pueden beneficiar a las personas son los sistemas de iluminación para hospitales que eliminan el espectro azul y permiten trabajar al personal sanitario, minimizando el impacto sobre el descanso del paciente.

Hospital infantil EKH en Samut Sakhon

El hospital infantil EKH en Samut Sakhon, Tailandia, aplica el concepto de Iluminación Centrada en el ser Humano (HCL) para crear una ambientación que se sincronice con los biorritmos humanos. 

Hospital infantil EKH

EL FACTOR HUMANO

Cada vez más, la tecnología permite medir parámetros propios de los espacios. Pero ¿cómo nos puede ayudar a cuantificar el impacto que estos lugares tienen sobre nosotros? De ello se encarga la Neuroarquitectura, que mide la respuesta fisiológica de las personas a diferentes estímulos del entorno construido. Es pionero en este campo el Laboratorio de Neuroarquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia. Teniendo en cuenta diferentes variables como los pavimentos, los materiales, los colores, etcétera, valoran su impacto sobre nuestras respuestas fisiológicas. Esto permite diseñar entornos más saludables. Por ejemplo, cómo el espacio puede acelerar el proceso de curación del paciente en un hospital. O, en lugares de estudio, cómo a través de la altura del techo o la iluminación podemos mejorar las funciones cognitivas de los estudiantes.

DIAGNOSTICAR PARA MEJORAR

Gracias a dispositivos que monitorizan la calidad del aire, como el sistema GAIA, de Actiu, o MICA, de InBiot, sabemos que los espacios interiores pueden estar mucho más contaminados que el aire exterior de la calle, incluso en las ciudades. Estos aparatos, que utilizan tecnología IoT (Internet de las cosas), miden en tiempo real parámetros como la temperatura, la humedad, el sonido, la luz y la posible presencia de contaminantes en nuestros interiores, como el dióxido de carbono, los formaldehídos o las partículas en suspensión. Obtenido un diagnóstico objetivo para nuestro caso concreto podemos plantear las soluciones. Mediante los diferentes sistemas de ventilación y filtrado que existen en el mercado podemos elegir aquel que resuelva nuestro problema en particular. Sabiendo que la mala calidad del aire, junto con el tabaquismo, es una de las principales causas del cáncer de pulmón, y siendo mucho más fácil de contrarrestar la contaminación doméstica que la de las calles, ¿no parece una gran oportunidad utilizar la tecnología para hacer tu casa más sana?

UN POCO DE HISTORIA

En 1976, el profesor Anton Schneider funda en Alemania el Instituto de Biología del
Hábitat, en la actualidad llamado Instituto de Biología del Hábitat y la Sostenibilidad –Institut für Baubiologie + Nachhaltigkeit, IBN–, cuya filial española, creada en 2009, es el Instituto Español de Baubiologie (IEB). El IBN ha desarrollado las “25 pautas de la bioconstrucción” que sirven como indicadores para el trabajo de profesionales de la arquitectura y la construcción. En cuanto al ambiente interior, nos hablan de parámetros de aire, humedad, temperatura y electroclima. Trabajan con la Norma SBM 2015, que nos da valores de referencia para generar entornos vitales mínimamente contaminados, lo más parecidos a la naturaleza.

Son valores de precaución y se centran sobre todo en las zonas de descanso, por lo especial que es esta actividad desde el punto de vista biológico y por la cantidad de horas que todos pasamos en los dormitorios de nuestras casas. La norma se apoya en la tecnología para realizar las distintas mediciones que nos dan la posibilidad de cuantificar de manera objetiva el estado de nuestras casas y compararlo con los valores de referencia de la norma. Esa tecnología, que muchas veces nos apoya, en otras puede, en cambio, perjudicar la salud; por eso, la propia Norma SBM 2015 nos ofrece la posibilidad de adoptar unos determinados valores de precaución.