En el corazón de Ibiza hay una antigua llanura, garabateada con bajos muros de piedra seca y polvorientos caminos, salpicada de pozos encalados y acequias moriscas. En esa llanura se asienta una casa brutal, cuadrada y sin complejos. Construida por Romano Arquitectos casi en su totalidad con hormigón color ceniza, a primera vista su diseño parece en desacuerdo con la naturaleza arcádica del paisaje. Parece solitaria, a la deriva en una pradera azotada por el viento y blanqueada por el sol. Pero si se mira más de cerca, se hace evidente una sutil codependencia. Puede que la casa contraste con su entorno inmediato, pero cada elemento, cada ventana, cada rincón de la propiedad está totalmente definido por el horizonte. "Me divierte cuando un cliente dice: 'Yo no quiero una casa de arquitecto?. Llevan razón!", confiesa Jaime Romano. 

Los Amigos se construyó en 2014 y es una amplia casa de cinco dormitorios con un anexo adicional independiente. El edificio principal es bajo, alargado, posado sobre la tierra roja. Los dos extremos de la casa están separados por un patio interior tan fundamental para la construcción que parece como si la casa se hubiera alquilado aparte para acomodarlo. En este patio crece un olivo con las ramas extendidas hacia la luz que entra desde arriba.

Hormigón y cristal

Los muros de hormigón de la casa están salpicados de cristal, con ventanas que aparecen a escala casi monolítica. En la línea de visión cercana hay olivos, algarrobos, macizos de fragantes hierbas mediterráneas. La vista media está fracturada, con objetos intermitentes que se enfocan: un álamo solitario que vigila la llanura; un molino de viento que gira lentamente con una brisa perezosa. Mucho más allá, el ojo debe recorrer campos y bosques hasta llegar a las montañas, cuya silueta dentada encierra la llanura. Es una profundidad de campo única en este lugar.

En el interior de la casa hay cinco estructuras independientes -edificios dentro de un edificio, si se quiere- cuyo aspecto define la personalidad de la casa. Las estructuras se crearon utilizando una técnica de hormigón vertido conocida como encofrado, durante la cual se vierte hormigón húmedo en cajones de madera prefabricados y se deja fraguar. Una vez que el hormigón se endurece, se retira el armazón, revelando una huella única de tablones de madera sobre la superficie. El aspecto general es frágil, casi efímero. Nos quedamos con el recuerdo de la madera, capturado en un momento en el tiempo. Las irregularidades finales forman parte del atractivo del proceso.

Transiciones amables

Estos cinco edificios, con su leitmotiv rústico, albergan los cuartos de baño, espacios de simplicidad casi monástica cuya lengua vernácula es la de las texturas -hormigón encofrado, guijarros, cemento pulido-, todo ello empapado por la luz que fluye de los techos de cristal. Las duchas se convierten en espejos de sí mismas: una dentro y otra fuera, separadas por una puerta de cristal que gira silenciosamente. Esta es la firma de Romano: un cambio sin fisuras del interior al exterior, de la oscuridad a la luz, del sol a la sombra. En Los Amigos esto es más evidente que en la gran terraza exterior. A lo largo del edificio y paralela a la piscina de hormigón cremoso, la terraza entarimada refleja el patrón lineal de los tablones de madera. Sobre ella, la ligera estructura de acero de Romano flota, ingrávida como una cigarra, extendiendo los tentáculos de la casa hacia la maleza. En el borde de la estructura, comienza una fabricación más orgánica: un dosel vivo compuesto de ramas entrelazadas.

Si este añadido parece incongruente, no lo es: durante cientos de años, los ibicencos han plantado ramadas (estructuras hechas de lianas y enredaderas) para crear sombra adicional alrededor de sus portales. Si la estructura de acero de Romano representa el porxo tradicional de la finca, la ramada es un complemento natural. La arquitectura de Romano siempre tiene varias capas y está claro que estas referencias antropológicas no son nada ambiguas: con su estructura de acero y sus cubiertas de hormigón, el dosel de la ramada y los olivos centenarios, en Los Amigos subyace una sensación de agricultura, de industrialismo. Situado en un campo, en medio de tierras de cultivo centenarias, es quizá un almacén muy contemporáneo.