Antonio Matrēs, arquitecto: "Una cubeta de agua helada frente a un ventilador refresca más que cualquier aparato"

Mantener una casa fresca en verano no tiene por qué implicar un gran gasto en climatización ni una alta factura eléctrica. El arquitecto y diseñador Antonio Matrēs comparte con nosotros algunas soluciones para garantizar un ambiente cómodo y saludable durante los días de calor, porque según él, “el verano no se combate, se habita. Cuando el verano alcanza su cenit, enfriar la casa se convierte en una necesidad urgente. Pero también es una oportunidad para replantear nuestra relación con el clima, con los materiales y con el diseño. Porque más allá del aire acondicionado —eficaz, sí, pero invasivo y dependiente— hay una serie de recursos sutiles, bellos y profundamente eficaces para refrescar el hogar sin renunciar a su alma”.

Lejos de cerrarse al exterior o esconderse del calor, Matrēs sugiere leer el verano desde sus códigos: luz, materia y deseo. Desde principios de arquitectura pasiva hasta piezas de autor fabricadas en España, estas ideas invitan a crear hogares que respiran con el verano, sin pelear contra él.

1. Apagar el calor invisible

No hace falta encender nada para que se genere calor. En muchas casas, los focos invisibles están siempre ahí: bombillas halógenas, routers, cargadores en espera, electrodomésticos que nunca descansan. La primera estrategia de frescor empieza por apagar lo innecesario.

2. Materiales nobles y tejidos que respiran

En verano, el confort no se mide solo por la temperatura, sino por la sensación que dejan los materiales al contacto. Las superficies frías, como la cerámica sin esmaltar o la piedra caliza, y los tejidos ligeros transforman por completo la atmósfera. “El lino lavado, el bouclé ligero o el algodón gofrado se convierten en arquitecturas textiles que dejan pasar el aire. Superficies como el travertino apomazado en tonos claros o el barro cocido artesanal refrescan y aportan memoria. La madera, tratada sin barnices densos, respira como una piel más”.

3. Plantas, arquitectura verde a escala pequeña

Integrar vegetación “refresca el ambiente y activa un vínculo emocional con el espacio. Las plantas transpiran, oxigenan y aportan sombra viva. Cuando se colocan en el perímetro, como junto a ventanas, en terrazas o sobre estanterías abiertas, funcionan como filtros naturales que limpian el aire y bajan la temperatura. El ficus lyrata, con su porte escultórico; el helecho de Boston, ideal para espacios húmedos; el jazmín trepador, que perfuma y sombrea patios interiores; el poto colgante, siempre verde y generoso. Más que decoración, estas plantas regulan la temperatura, purifican y aportan vida. El diseño se vuelve botánico, orgánico, casi terapéutico”.

4. El arte de la sombra ligera

Cuando el sol entra de forma directa, "lo más elegante no es ocultarlo, sino suavizarlo. Cortinas de lino sin forro, estores, visillos etéreos o toldos tensados permiten domesticar la luz sin amputarla, creando interiores bañados en una claridad tamizada que refresca los sentidos. Fuera, toldos automatizados en tejidos técnicos para ampliar la sombra con precisión y elegancia”.

5. Ventilación cruzada

“Nada más sencillo y efectivo que abrir ventanas enfrentadas y dejar que el aire atraviese la vivienda. Esta ventilación cruzada, tan propia de casas mediterráneas, permite que el calor acumulado se disipe de forma natural, sin necesidad de aparatos. El efecto se multiplica con ventiladores bien orientados: no tanto para crear corriente, sino para acompañarla".

6. Agua y paleta térmica emocional

“A veces, una cubeta de agua helada frente a un ventilador refresca más que cualquier aparato. El agua tiene algo ritual, casi sagrado, que nos conecta con la calma. Una fuente interior, una ducha exterior, un textil húmedo sobre el marco de una ventana… son pequeños gestos que crean microclimas sin artificios”. Y no podemos olvidarnos de los colores. “El blanco puro se sustituye por neutros suaves: gris perla, beige cálido, verdes desaturados, tonos que enfrían la mirada y amplifican el espacio”.

7. Climatización invisible y mobiliario que levitan

“Sofás elevados, sillas de rejilla, mesas con sobre ligero: piezas que permiten respirar al aire y a la vista aportando esta ligereza visual y funcional”, y lo que Matrēs denomina climatización invisible, esto es, “pinturas minerales, aislantes naturales, ventiladores silenciosos, domótica al servicio del confort. Porque el verdadero lujo es el que no se ve”.

Otros consejos para mantener la casa fresca

A estos principios básicos que plantea Antonio Matrēs, se pueden sumar otras estrategias prácticas para garantizar un ambiente agradable y adaptado al verano:

8. Utilizar ventiladores de techo o de pie para mejorar la circulación del aire en espacios donde la ventilación natural no llega.

9. Mantener cerradas persianas y ventanas durante el día para evitar que el calor ingrese al interior, y abrirlas al anochecer para refrescar la vivienda.

10. Aprovechar espacios exteriores para vivir al aire libre en lugar de intensificar la climatización interna. Terrazas, porches o balcones protegidos pueden convertirse en espacios para la vida diaria durante la temporada estival.

11. Utilizar elementos de decoración que absorban menos calor, como alfombras de fibras naturales, revestimientos claros y textiles frescos para cojines y sofás.

12. Evitar el uso de electrodomésticos que generen calor en las horas de mayor radiación solar, como hornos o secadoras, para no aumentar la temperatura interna.

"Estas estrategias no sustituyen del todo al aire acondicionado, pero sí lo complementan. Y, sobre todo, nos recuerdan que el diseño bien pensado no es solo cuestión de forma o función, sino también de temperatura. Una casa fresca no es necesariamente fría: es una casa atenta, sensible y en diálogo con su entorno. Un espacio que responde al sol, al aire y al tiempo con materiales honestos, geometrías generosas y un ritmo más pausado", concluye Matrēs.

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