Casi cinco siglos de historia da para muchas vicisitudes en una casa. Este baserri –palabra que combina los términos en euskera baso (bosque) y herri (pueblo)– de tres plantas y 540 m2 en Gautegiz-Arteaga, en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai, Vizcaya, las ha vivido con creces.
Se construyó hacia 1574, se reconstruyó en dos ocasiones –1734 y 1933– y padeció un incendio y un derrumbe parcial en los años setenta del pasado siglo. Ahora, tras la ejemplar rehabilitación integral de los bilbaínos Hilatura, ha vuelto a renacer como vivienda de vacaciones y fines de semana para una pareja que ronda los cincuenta con dos hijas universitarias. Fue un trabajo meticuloso que además, como corresponde a una construcción con tanta memoria, tuvo que tener en cuenta su protección como edificio catalogado.
“No había mucho margen en cuanto al diseño de nuevas propuestas en fachada. No obstante, las dos caras que generan el jardín trasero estaban derruidas, lo cual nos permitió abrir la gran vidriera y darles un aire más contemporáneo a estos alzados”, comentan desde el estudio. De hecho, el estado ruinoso hizo que el caserío se desmontara piedra a piedra
y su distribución interior se replanteara por completo. Uno de los resultados más espectaculares de esa redistribución es el amplio espacio central que abarca toda la altura de la construcción, recorrido por el bloque de la escalera, que a su vez contiene la chimenea del salón.

Cada fachada refleja una parte de la historia del caserío: la principal, conserva su legado de casi 500 años.
Erlantz Biderbost | Estilismo: Beatriz Torelló | Proyecto: Estudio Hilatura
“Su creación responde a varias razones: más allá de la espacialidad que genera, la escultura central tiene la función de chimenea y se convierte en el núcleo térmico de las zonas abiertas del proyecto. La simetría de la vivienda, con la duplicación del desarrollo de escaleras, está pensada para que, en el futuro, la casa pueda dividirse verticalmente en dos viviendas completamente independientes para sus dos hijas”.
En la planta baja se ubican las zonas de día –salón y comedor en el espacio central, cocina en un ala y un pequeño estar en el extremo opuesto–, además de una suite de invitados. En el primer nivel, cinco dormitorios con sus respectivos baños, y en la última planta, bajo la cubierta a dos aguas y asomada al hueco de la escalera, la suite principal. La intervención se ha centrado en recuperar y poner en valor los materiales originales, preservando la autenticidad de la construcción y su relación con el entorno rural de Urdaibai. Allí donde el lenguaje contemporáneo ha tenido que suplir la ausencia de los elementos
originales, como en la fachada posterior, se ha procurado igualmente una continuidad armónica.

Jarrón de Zara Home.
Erlantz Biderbost | Estilismo: Beatriz Torelló | Proyecto: Estudio Hilatura
“La gran vidriera en forma de L que cubre la mitad de cada uno de los alzados traseros fue diseñada y ejecutada en colaboración con artesanos con madera local para potenciar su presencia tanto en el interior como en el exterior. Consideramos fundamental preservar la esencia de los dos materiales predominantes en el estado original. Una lógica similar guió la elección del microcemento en la planta baja, evocando la solera de piedra que encontramos al inicio del proyecto”.
El proyecto ha combinado además principios de sostenibilidad tradicionales y modernos. La construcción original ya presentaba estrategias bioclimáticas como la orientación
optimizada para el aprovechamiento solar y la protección contra el viento. A esto se han sumado medidas actuales como materiales de km 0 para reducir la huella de carbono, aislamientos naturales para mejorar la eficiencia energética e integración de energías renovables. El resultado es una arquitectura perfectamente enraizada en su contexto histórico y natural, y a la vez con mucho futuro por delante.
Una casa de campo moderna que eleva el estilo rústico