Para Filipa y António, compartir es un concepto al que dan suma importancia en su búsqueda de una hospitalidad personalizada. Lo hicieron en la primera Casa Fortunato que abrieron en Lisboa –cuyo ático habitaron junto con sus cuatro hijos, y que posteriormente vendieron al grupo Sublime–, y lo han vuelto a hacer en su nuevo establecimiento con la misma marca en su incursión en el Alentejo.

“Descubrimos la casa adosada en 2017 durante unas vacaciones de verano en la región. Alcácer do Sal es una bonita localidad histórica atravesada por el río Sado y conocida por sus arrozales. Fue estupendo encontrar un lugar en este pintoresco pueblo a 45 minutos al sur de Lisboa, de camino a Comporta”, comenta Filipa.

A pesar de que la construcción centenaria estaba bastante deteriorada, ella y António se enamoraron de los elementos originales: los frescos en las paredes de la primera planta, las puertas con cuarterones, la antigua cocina con su chimenea y su horno de piedra, la zona exterior,“con un gran potencial para un exquisito jardín y un patio”... Y eso que, desde la calle, nada anuncia ese tesoro escondido tras una vieja puerta azul. “La gente no se imagina el encanto que hay dentro de la casa. Eso hace que sea muy especial cuando entras en ella”.

Narrativa propia

A la hora de acondicionar el lugar, mantuvieron la distribución principal de la casa, reordenando solo el espacio de las habitaciones. “El mayor reto fue poner los baños en los dormitorios, trabajar en la fontanería sin cambiar los techos ni el piso de abajo”, continúa Filipa. El resultado es una pequeña casa de huéspedes de lujo con seis habitaciones y estudios de estilo único, un acogedor comedor y un patio ajardinado.

Dormitorio con suelo hidráulico

En una de las habitaciones, con suelo hidráulico, armario vintage, alfombra de los abuelos de Filipa e iluminación Plusminus.

Manolo Yllera

La “obsesión” de Filipa y António por la personalización se nota en el diseño de las habitaciones. “Queríamos hacer de cada una un caso aparte, salir del todo en serie”. Por eso cada una tiene sus muebles adaptados, su propia paleta de colores y su narrativa. En el resto de la casa los suelos restaurados, los paneles de madera, los azulejos portugueses esmaltados y los elementos arquitectónicos recuperados por artesanos locales garantizan que las raíces de la villa centenaria estén siempre presentes y que Casa Fortunato sea un elogio a su historia y al rico patrimonio de la población.

Lo exquisito

Como en su primer establecimiento lisboeta, la cocina es el núcleo de la experiencia compartida que los propietarios buscan con los huéspedes. De nuevo los elementos originales conviven con la funcionalidad de la cocina b3 de bulthaup, marca con la que repiten.

Cocina verde

En la cocina se respetaron los azulejos del suelo y las paredes, el mobiliario de
madera verde –incluyendo la mesa con sobre de mármol rosa– y el horno de leña de la casa original, y se combinaron con el programa b3 de bulthaup.

Manolo Yllera

“Conocimos bulthaup en la universidad; en aquel momento tener una cocina suya era algo que no nos imaginábamos que pudiéramos alcanzar nunca. Al materializar nuestro sueño concibiendo Casa Fortunato pensamos que también podríamos hacer realidad la aspiración de tener una cocina bulthaup. Además, con un concepto que busca un emplazamiento de marca exquisito, tiene sentido contar con la que consideramos la mejor cocina”.

Con todo este bagaje, Casa Fortunato Alcácer es el destino ideal para quien desea adentrarse en la vida de un pueblo típico del Alentejo sin pasar de soslayo. Un lugar para conocer almas afines a una forma de tiempo libre alérgica a las prisas y la estandarización.

Una casa llena de vida

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