En la playa de Espiñeiro, en la zona de Mera de A Coruña, rodeada de paisajes naturales, la gallega Elena Hinrichs ha cumplido uno de sus sueños: firmar una casa de 472 m2 donde el interiorismo está hecho con materiales reciclados de la industria textil, concretamente dos toneladas de ropa. Y es que esta diseñadora de moda de formación ha desarrollado un componente a partir de desechos procedentes de la ropa que aplica a piezas de mobiliario: Rudi 1944, que da nombre a la empresa fundada junto con Blanca de Castro.
“Todo está hecho con nuestros materiales. Desde sofás de obra a jardineras, bañeras, lavabos, estanterías, encimeras, bases de cama, mesillas de noche...”, revela. Cuando ella llegó ya había un proyecto aprobado de Ignacio Pedrosa, pero convenció a los propietarios para cambiarlo, especialmente la distribución, en colaboración con la constructora Abeconsa.

Salón con sofá, estantería y mesa de centro Cosme, de Elena Hinrichs, hechos con pasta Rudi 1944 y, los dos primeros, acabados con microcemento. Cuadro Nebula, de Javier Torres, en Nomad Interiors, y obra Cabeza de nudos de algodón y cola de carpintero, 2017, de Peter Kramer, en Galería Manolo Eirín.
Belén Imaz. Estilismo: Allan Stuart. Interiorismo: Elena Hinrichs
La parte exterior también es suya. Ideó una cubierta transitable con césped e introdujo jardineras para darle un aspecto más amable, que se repiten en el interior, perfectas para los dueños, amantes del verde. “Dependiendo de la pieza, utilizamos sistemas diferentes. Uno es la pasta Rudi y otro es como una base interna de textil recubierta con la misma”, explica. Los baños también esconden debajo del alicatado este material, aunque también está la opción de dejarlo al natural, como muchos elementos decorativos.
Se trata de la primera casa que realiza bajo su marca, pero lo cierto es que antes ya diseñó dos, entre ellas la suya; por eso hace hincapié en la distribución pragmática. “Tengo niños pequeños y me gusta, por ejemplo, contar con una zona de lavandería para colgar la ropa y que no se vea”, revela. Aquí se ubica en el garaje, junto con un cuarto-leonera. Precisamente en esta casa de veraneo va a haber cuatro niños, y cada uno tiene su propia habitación. “Las de abajo son las de los chicos, y arriba se encuentra la de la niña, además de la suite de la pareja”, continúa Elena.

Cocina diseñada por Elena Hindrichs con Doca e instalada por Pombo. Encimera, jardinera y mesa de comedor de obra de la interiorista en pasta Rudi 1944 con acabado en microcemento, en Chalán. Sillas Rey, de Hay, y lámpara PH5, de Poul Henningsen para Louis Poulsen.
Belén Imaz. Estilismo: Allan Stuart. Interiorismo: Elena Hinrichs
Todo está pensado para que puedan entrar desde la playa sin ensuciar el resto. El revestimiento de las paredes también se pone del lado del planeta con un microcemento con base de áridos, un material más natural, igual que en el suelo. En cuanto al color, ha buscado la uniformidad con tonos claros, remitiendo a la California de los años setenta; de ahí los azulejos naranjas o el nogal, presente en los techos, muebles o en forma de cortina de lamas.
Se puede decir que el 80 % del mobiliario es de obra. La interiorista confiesa que ha sido un reto trabajar con Rudi 1944 a esta escala, aunque no más complicado que hacerlo con otros materiales. “Al final, a nivel técnico no tiene mucha complicación. Es más la composición que luego a la hora de aplicarlo. Hicimos el mobiliario de obra en el taller, lo trajimos aquí, lo empotramos y después lo acabamos”.

El distribuidor de acceso que conecta las tres plantas, con la zona de día al fondo. El panelado de nogal da un aire setentero. En toda la casa solo se ha usado esta madera, hierro negro, microcemento y Rudi 1944, aquí en los apliques.
Belén Imaz. Estilismo: Allan Stuart. Interiorismo: Elena Hinrichs
Han recurrido a perfiles multidisciplinares para llevar a cabo esta misión; profesionales que se han encontrado con una nueva forma de proceder. Elena recuerda que la primera silla que hizo con este material fue hace más de tres años; la tiene en la terraza de su casa, en A Coruña, y permanece impasible a las inclemencias del tiempo, demostrando su durabilidad. Después de trabajar en la industria de la moda, la gallega sintió que necesitaba dedicarse a otra cosa. Dice que la inspiración le llegó soñando con su padre, una semana después de su muerte. Siente que fue él quien le envió el mensaje de transformar el residuo textil en mobiliario y materia prima para la construcción. De hecho, la empresa y el material se llaman Rudi por él (Rodolfo).
Ahora es la autora de una casa con la que reafirma su compromiso por un futuro más sostenible. “Me gustaría que esto se transformara en algo que muchos artistas y diseñadores pudieran utilizar”, concluye.
Donde la sostenibilidad y las corrientes actuales conviven en perfecta armonía