Fieles a un concepto de la arquitectura que dialoga magistralmente con el lugar en el que se asienta y prioriza la vertiente emocional del espacio, el estudio RCR Arquitectes fundado por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, ganadores del premio Pritzker 2017 ha concebido la nueva bodega de Perelada, un proyecto silencioso que responde a un concepto de mínimo impacto ambiental.

La nueva bodega ve la luz dos décadas de las primeras conversaciones de los propietarios, la familia Suqué Mateu, con el estudio. El proyecto integra y toma como punto inicial de referencia el edificio La Granja ideado por Adolf Florensa en los años cuarenta. La solución adoptada fue no romper con la horizontalidad del terreno que representan los viñedos de Perelada, crear armonía con el paisaje e, incluso, invitar al recogimiento. 

Según Rafael Aranda, "con la nueva bodega nos propusimos crear un espacio singular a partir de una arquitectura apoyada en una concepción firme y global que busca conexiones entre interior y exterior. El propio paisaje pedía ese proyecto y lo ha absorbido. Este lugar merecía una intervención arquitectónica, silenciosa, atemporal y con el menor impacto posible".

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Acentuando la singularidad del terreno, el volumen se halla semienterrado aprovechando el desnivel.

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El proyecto integra y toma como punto inicial de referencia el edificio La Granja concebido por Adolf Florensa en los años cuarenta.

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Además de priorizar la integración plena y respetuosa con el entorno, el proyecto arquitectónico ha apostado por la innovación y la sostenibilidad a todos los niveles.

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La concepción del espacio interior también ha supuesto un reto ya que la ausencia de pilares ha hecho posible que la edificación sea totalmente diáfana, lo que favorece la secuencia lineal y sin interrupciones del flujo de trabajo.

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Los arquitectos señalan que desde su inicio el edificio se concibió con una doble función: se trata de una bodega para elaborar vinos, y, al mismo tiempo, para ser descubierta y vivida.

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Al diseñar el nuevo proyecto, RCR Arquitectes procuró que la forma de elaboración del vino se realizara mediante el flujo por gravedad respetando la propia orografía de la zona.

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La divulgación de la cultura del vino adquiere una gran importancia en la propuesta de RCR Arquitectes. La bodega ofrece al visitante una experiencia inmersiva para entender la riqueza del proceso técnico y emocional de elaboración de los caldos, incluyendo salas de cata.