El pasado judaico y medieval que se conserva en cada una de sus calles, junto a su indiscutible belleza paisajística, con la naturaleza como clara protagonista, convierten a esta localidad en una de las más visitadas de toda Cataluña. Y no nos extraña, porque Besalú es un lugar sin igual.

Pero, los turistas no son los únicos que se han paseado por sus calles de piedra, ya que también ha actuado como telón de fondo en varias producciones audiovisuales, como Juego de Tronos y El Perfume

Por todo esto y mucho más, Viajes National Geographic ha escogido a Besalú como el pueblo más bonito para visitar durante el mes de mayo. Te revelamos algunos de sus secretos mejor guardados. 

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Vista aérea de Besalú.

Vista aérea de Besalú.

Getty Images

Una huella histórica imperdible

Existen varias formas para adentrarse a Besalú. Pero, la más romántica es, sin duda, a través del majestuoso puente románico. Datada del siglo XI, esta imponente construcción de 7 arcos se extiende a través de 105 metros de longitud que acogen una torre fortificada de planta hexagonal justo en el centro. 

Fue Jaime II de Aragón quien lo mandó reconstruir tras sufrir una riada, aunque este no ha sido el único altibajo al que ha sucumbido a lo largo de los siglos. Los estragos que dejaron la Guerra Civil y el rio Fluvià fueron reconstruidos gracias al tacto del arquitecto Pons Sorolla. 

El histórico puente no es la única joya arquitectónica que acoge este pueblo, ya que, en sus adentros también encontramos monumentos como la Iglesia de Sant Vicenç, el Monasterio de Sant Pere, la Antigua Iglesia-Hospital de Sant Julià y la Casa de Cornellà. Todos estos lugares, junto con su mezcla de influencias medievales y judías, consiguieron que Besalú fuese declarado Conjunto Histórico Nacional en 1966. 

Monasterio de Sant Pere, en Besalú. 

Monasterio de Sant Pere, en Besalú. 

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En el interior del Monasterio

En la Plaza del Prat de Sant Pere, una de las más concurridas de la localidad, se encuentra el Monasterio de Sant Pere. Fue fundado en el 977 por el conde-obispo Miró III Bonfill, y su estilo poco recargado no hace más que aumentar su secretismo. 

De la obra original, aún se conserva la iglesia de tres naves con un ábside semicircular y un deambulatorio que ayudaba a que los peregrinos llegaran al hospital situado detrás del Monasterio sin interrumpir los servicios religiosos. 

Durante la Guerra Civil, este edificio se usó como escondite para las bombas, lo que afectó gravemente a sus condiciones arquitectónicas. Tras la iglesia, se vislumbra la Antigua Iglesia-Hospital de Sant Julià, que únicamente pudo conservar su fachada románica del siglo XII. 

Interior del Museo Circo, en Besalú. 

Interior del Museo Circo, en Besalú. 

Pepo Segura

Espacio para la diversión 

A pocos metros del monasterio, se alza la Casa de Cornellà. En su interior, que data del siglo XII, se puede observar los hábitos y costumbres de quienes la habitaron. Y, junto a esta construcción, se ubica el Museo del Circo, el edificio más original de Besalú. 

Se trata de una institución pionera, ya que es el primer museo dedicado a esta temática en Europa. A lo largo de sus tres plantas y 1.500 metros cuadrados, expone la historia de 250 años de la antigua Casa Abacial del monasterio benedictino.

Barrio judío de Besalú.

Barrio judío de Besalú.

IStock

Sello multicultural

Es prácticamente imposible visitar Besalú sin reparar en el icónico barrio judío. Sus calles estrechas de piedra son unas de las más coquetas de todo el pueblo. Unas veinte familias de origen judío se unieron en la creación de la localidad y lograron alzar una sinagoga en 1264

No fue hasta 1964 cuando, durante una excavación, se descubrieron los restos del miqvé, el primer baño de purificación judío de la época medieval que se conserva en España, y el tercero en Europa. 

En las diferentes casas que se encuentran a lo largo de la judería, se preservan inscripciones en las puertas y huecos para colocar la Torá, por lo que el pasado judío aún sigue muy vivo. 

Vista aérea de Besalú

Vista aérea de Besalú. 

Getty Images

Un paseo por el río 

El río Fluvià es una pieza fundamental de la identidad de esta localidad medieval, por lo que un paseo por su orilla es obligatorio. Además de ofrecer un nuevo enfoque del imponente puente de siete arcos y su torre, permite disfrutar de la belleza natural de primera mano.

Para disfrutar de la experiencia de Besalú al completo, es necesario adentrarse en su rica gastronomía. El licor de Ratafía, la miel de La Garrotxa y las opciones de quesos y embutidos son imperdibles para deleitarse de los secretos de esta cuidada localidad.