Hay canciones que se te meten en la cabeza sin permiso. Algunas te dan la vida, pero otras molestan, repitiéndose como un mantra involuntario. Algo parecido ocurre con ciertos edificios. Espacios que uno habita o transita a diario, que en principio parecen neutros, casi anodinos, y sin embargo, sin que nadie lo note al principio, comienzan a generar malestar. "Es que estoy cansado", "será la primavera", "debe de ser el estrés". Pero cuando varias personas sienten lo mismo, tal vez el problema no esté en uno… sino en las paredes.
Sonia Hdez-Montaño lo tiene claro. Como arquitecta y fundadora de Arquitectura Sana, lleva años estudiando la influencia del entorno construido sobre nuestra salud. "Vivir o trabajar en un edificio enfermo no solo provoca molestias puntuales, sino que puede tener consecuencias reales en la salud y el bienestar a medio y largo plazo", advierte. Frente a una arquitectura que históricamente ha priorizado la estética o la eficiencia energética, Hdez-Montaño reclama un enfoque integral, donde la salud de las personas sea parte del proyecto desde la primera línea del plano.

Casa Fadrique, rehabilitación de un edificio en Sevilla. Proyecto: Positivelivings
Positivelivings
¿Qué es un edificio enfermo?
El término puede sonar a metáfora, pero no lo es. "El ‘síndrome del edificio enfermo’ es un término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la década de 1980, que hace referencia a un conjunto de síntomas y afecciones que experimentan los ocupantes de un edificio, y que están directamente relacionados con una deficiente calidad del ambiente interior", explica Hdez-Montaño. A menudo, estos síntomas se manifiestan como fatiga, irritación ocular, congestión nasal, mareos o dificultad para concentrarse, y tienden a desaparecer al salir del edificio.
El dato más alarmante: se considera que un edificio puede estar afectado por este síndrome cuando entre el 20 % y el 30 % de sus ocupantes habituales presentan síntomas recurrentes.
Uno de los casos más reveladores, según la experta, es la lipoatrofia semicircular: "Se trata de una reducción del tejido adiposo en determinados lugares del cuerpo que están sometidos a un campo eléctrico. Suele aparecer en los muslos, debido al campo que se genera en ciertos puntos del mobiliario, como el canto de mesas. El origen es claro: las condiciones de diseño del edificio".

Rehabilitación de una vivienda en un edificio de 1850 en el centro de Valencia. Proyecto: Sahuquillo de Arriba
Oleh Kardash
Las causas del malestar arquitectónico
El diagnóstico, en muchos casos, desmonta ciertos prejuicios. No se trata de construcciones antiguas, deterioradas o con moho visible en las paredes. "Este problema se da sobre todo en edificios modernos, muy tecnificados, donde el confort depende casi por completo de sistemas mecánicos", asegura. Entre las causas más frecuentes están la ventilación inadecuada, el ambiente excesivamente seco, materiales sintéticos mal conectados a tierra, una iluminación deficiente o la falta de higiene en los sistemas de climatización.
A veces, lo que parecía ser una reforma beneficiosa termina generando un efecto adverso. "Una rehabilitación mal planteada puede hacer que un edificio que antes funcionaba bien pase a ser un espacio poco saludable", advierte Hdez-Montaño.
Por eso, la clave no está en la antigüedad del edificio, sino en cómo está diseñado y qué ambiente genera. "Se trata de un sumatorio de factores. Las claves más representativas están en el efecto cóctel que generan las deficiencias en ventilación, la climatización por aire, las corrientes de convección que friccionan materiales sintéticos y la mala derivación de estas cargas a la toma de tierra."

Edificio clásico del Barrio de las Letras Madrid
Carla Capdevila
Respirar bien es vivir bien
La calidad del aire interior se ha convertido en un nuevo lujo silencioso, especialmente en entornos urbanos y edificios altamente tecnificados. Y sin embargo, no siempre se cuida como se debería. "La ventilación es clave para controlar la aparición de esta afectación", apunta Hdez-Montaño. Pero no se trata solo de abrir una ventana: el objetivo es renovar el aire, eliminar contaminantes, regular la humedad y evitar la acumulación de cargas electrostáticas.
Los sistemas de ventilación mecánica, tan comunes hoy en día, pueden ofrecer ventajas como el filtrado de aire, pero también tienen riesgos. "A veces, estos sistemas resecan demasiado el aire o no contribuyen a regular bien el ‘electroclima’", dice. Por eso, la arquitecta defiende una evaluación caso por caso, y cuando sea posible, apostar por ventilación natural cruzada y materiales saludables como la madera o los revocos de cal y arcilla, que ayudan a mantener una humedad equilibrada.
Las consecuencias de no hacerlo bien no son menores: fatiga crónica, alergias, infecciones respiratorias recurrentes, alteraciones del sueño y un impacto claro en el estado de ánimo y la productividad. "El malestar constante, aunque leve, merma la productividad, la motivación y la calidad del descanso, lo que termina generando un impacto en el día a día tanto a nivel personal como profesional", subraya Hdez-Montaño.

Las plantas y los árboles se encuentran tanto en la extensión vertical como horizontal del Edificio Espai Verd de Valencia.
Open House Valencia
¿Se puede curar un edificio enfermo?
Aquí viene la parte menos optimista: "Me encantaría decir lo contrario, pero revertir un síndrome de edificio enfermo no es una tarea fácil", reconoce. Lo primero es realizar una diagnosis completa del edificio, evaluando desde la calidad del aire hasta el estado de salud de sus ocupantes. "Muchas veces eso implica intervenciones importantes", explica. Aunque existen medidas paliativas —como aumentar la humedad relativa del aire—, lo ideal es actuar desde la raíz.
"Prevenir este síndrome desde el diseño del edificio es muy fácil y barato. Lo complicado y costoso es solucionarlo cuando ya ha aparecido", concluye.
Puede que, en el futuro, el bienestar espacial no sea solo una tendencia del diseño, sino una exigencia ciudadana tan básica como el acceso a la luz natural o a un grifo de agua potable. Mientras tanto, profesionales como Sonia Hdez-Montaño nos recuerdan que la arquitectura también cura. O enferma. Depende de cómo se proyecte.