En arquitectura, hay una materia que lo impregna todo, pero, a menudo, pasa desapercibida: la luz. No basta con iluminar. Se trata de narrar un espacio, realzar su belleza, aportar confort visual e incluso cuidar de quienes lo habitan. Aquí entra en juego la figura del diseñador de iluminación, un profesional que combina precisión técnica y sensibilidad artística para dar sentido a lo intangible.

Arquitectos como Maurici Ginés, Andreu Crespí, Maria Güell o Fran Silvestre trabajan codo a codo con estos expertos, conscientes de que la luz no solo eleva la arquitectura, sino que define su atmósfera y su impacto emocional. La arquitecta Gisela Steiger, fundadora de Autentico Lighting Design, representa una nueva generación de profesionales que ponen la salud en el centro del proyecto lumínico. Como ella misma afirmaba para el número de marzo de Arquitectura y Diseño: “La luz natural debería ser la base de la iluminación de cualquier espacio, pero cuando eso no es posible nuestro deber es asegurar que la luz artificial sea lo menos perjudicial para nuestra salud”.

Iluminar con intención

Vestíbulo con iluminación

Dominar la luz es mucho más que elegir bombillas. Es construir una narrativa visual que acompañe al espacio a lo largo del día. “Cuando trabajas con un arquitecto o interiorista, primero debes entender cómo han organizado el espacio, qué tonalidades y materiales han elegido, y, sobre todo, cómo esos materiales reaccionarán con la luz”, explica Maurici Ginés, referente internacional y fundador de Artec Studio. En este diálogo entre luz y materia reside la magia de un buen proyecto lumínico.

Los estudios más avanzados incorporan desde el principio parámetros como la temperatura de color, el nivel de iluminación por zonas, la interacción con la luz natural o la percepción emocional. Para Ginés, se trata de componer con luz como lo haría un pintor renacentista: equilibrando contrastes, dirigiendo la mirada y generando ritmo visual. La belleza no es solo una cuestión estética, también es funcional.

Hacia una iluminación que cuida

casa ss pablo saric cristian winckler fachada de cristal iluminada de noche foto cristóbal palma

Pero la verdadera transformación del sector ha llegado con la conciencia de que la luz también puede dañar. “La electrónica de las luminarias afecta negativamente a nuestro cuerpo de muchas formas distintas”, alerta Gisela Steiger. “Por un lado, contribuye a la desincronización de nuestros ritmos biológicos respecto a los ritmos naturales de la luz del día y, por otro, tiene efectos negativos sobre nuestros tejidos, como la piel o la córnea”.

Por eso cada vez más estudios abogan por una iluminación healthy, un diseño consciente que protege y acompaña al cuerpo humano. La buena noticia, como afirma la propia Steiger, es que “tener en cuenta parámetros saludables a la hora de elegir y ubicar las luminarias sin descuidar el diseño no es más caro”.

Luz saludable en los espacios de trabajo

Oficina en casa

La preocupación por una luz que promueva el bienestar no se limita al hogar. En el ámbito laboral, estudios como Maraba, en Lanzarote, ya han empezado a implantar estos criterios con resultados impresionantes. Las arquitectas Paula y Cristina Martínez Abad, ganadoras de un LIT Award por su proyecto para el Grupo Martínez Abolafio, lo tienen claro: “Estamos saturados de cantidades de luz sin control, deslumbramientos, tiras LED instaladas sin mesura”.

Su propuesta se basa en atmósferas donde la luz indirecta y los acentos puntuales generan un entorno cómodo, sin que el usuario perciba de dónde procede exactamente la luz. Una forma de iluminar que respeta al cuerpo, calma la mente y evita el agotamiento sensorial. “La tendencia, sin duda, va a ser conseguir ambientes y espacios de luz donde uno se sienta cómodo sin saber de dónde sale esa luz”, concluyen.