Lo que hace que nos sintamos bien en un lugar no entra por los ojos, tiene que ver con los sonidos, o su ausencia, la falta de ruidos, con la temperatura o con las texturas de los materiales. Alexander Díaz Chyla (Madrid, 1986), que estudió arquitectura, se doctoró con una tesis sobre acústica y es consultor senior de acústica en Ove Arup, asegura que descuidar el oído puede arruinar un edificio cuando el ruido de la calle no permite dormir o la cacofonía de un restaurante no deja conversar.

En España, el umbral del ruido doméstico permitido está en 50 decibelios. Pero es más fácil que te moleste el piano de tu vecino que el jaleo que llega de la calle. La acústica tiene su psicología y una relación directa con la salud: permite pensar, descansar y concentrarse. Cuidarla evita malos humores y nerviosismo. Díaz Chyla explica cómo hacerlo.

Para contrarrestar la reverberación de las superficies satinadas se recomienda utilizar materiales capaces de absorber la energía del sonido, como la madera y los tejidos.

Pregunta: ¿Cómo aislar una casa?

Respuesta: Pensando en la acústica desde el comienzo y resolviendo las uniones entre elementos. Lo primero es separar las áreas ruidosas. Luego, elegir los elementos constructivos que logren el aislamiento requerido.

¿Se aísla desde fuera o desde dentro?

Depende. Aislar la fachada reduce el ruido exterior, pero también el aislamiento térmico. Es más adecuado aislar por fuera, pero sin el apoyo de la comunidad de propietarios, la única actuación posible es en el interior.

¿Aprenden las viviendas del aislamiento acústico de los hoteles?

¡Por supuesto! Las grandes cadenas hoteleras venden el silencio como el nuevo lujo. Eso ha hecho que los grandes grupos inmobiliarios apuesten por la calidad acústica en las viviendas.

¿El aislamiento acústico es compatible con el aislamiento térmico?

Puede y debe serlo. Además, debe ser resistente al fuego. Existen aislantes térmicos y acústicos, pero debemos cuidar su elección. Las cámaras de aire en fachadas de dos hojas las rellenamos con lana de roca o fibra de vidrio, que funciona bien en ambas exigencias. Sin embargo, si utilizamos poliuretanos, una vez endurecidos encontramos que no aíslan acústicamente: unen mecánicamente los elementos debilitando el aislamiento acústico.

Para actuar contra el ruido, lo primero es separar las áreas más ruidosas y luego elegir los elementos constructivos que logren el aislamiento requerido.

¿Qué materiales utilizaría en las reformas para aumentar el aislamiento acústico de viviendas?

El aislamiento lo decide el punto más débil: el hueco de fachada –el vidrio, la carpintería y el cajón de la persiana–. Con ese hueco bien tratado, la mejora es notable.

¿Los peores ruidos llegan de la calle o de la convivencia entre vecinos?

Los de los vecinos nos resultan más incómodos. Normalmente estos ruidos (volumen del televisor o música alta) no se derivan exclusivamente del mal aislamiento: son más bien una falta de civismo. Pero en algunas zonas urbanas la exposición al ruido de la calle puede ser incómoda. Las viviendas de Madrid Río, que antes estaban abiertas a la autovía M30, ahora reciben la brisa y los pájaros del Manzanares.

Como arquitecto ¿cuál es su casa ideal?

Siempre me ha fascinado el edificio Girasol de José Antonio Coderch en Madrid. Sus viviendas aprovechan el giro de la planta para magnificar la entrada de luz solar y articular los espacios interiores. Este gesto ha evitado que los espacios protegidos entre vecinos sean colindantes horizontalmente, lo que elimina parte de los focos de ruido. Los salones se abren a terrazas en la calle más tranquila: otra buena idea.

Edificio Girasol en Madrid, de José Antonio Coderch (1964)

¿Cómo es la acústica de su propia casa?

Vivo en un bloque construido en los años setenta, con una legislación acústica casi inexistente. Todos los paramentos (forjados, tabiques, fachada) están unidos rígidamente. Eso dificulta el aislamiento entre vecinos, sobre todo impactos como el taconeo del vecino de arriba. Entonces se edificaba con rapidez y barato para entregar muchas viviendas en poco tiempo. Y la acústica era claramente un lujo para unos pocos.

¿Cómo fue la acústica de su infancia?

Crecí en uno de los pueblos del noroeste de Madrid, alejado del centro de la ciudad, en una zona con una calidad acústica que ya no existe. A lo largo de mi infancia fui testigo de su transformación: se duplicó el número de vecinos, aparecieron nuevas autopistas y centros comerciales, centros de oficinas y trenes ligeros. A medida que estos pueblos se fueron consolidando se han ido convirtiendo casi en barrios de la gran ciudad. Mirando hacia atrás, es posible que mi conciencia de la importancia de la acústica y el paisaje sonoro de la ciudad se haya establecido precisamente en esos años.

Para Alexander Díaz Chyla es un error que la arquitectura no tenga en cuenta el oído –y también el olfato– además de la vista y el tacto.