En un mundo que avanza a pasos agigantados, donde la tecnología y la velocidad parecen gobernar nuestras vidas, los espacios que habitamos son, más que nunca, nuestros verdaderos refugios, los espejos de quienes somos y los escenarios en los que nuestras historias más personales se desarrollan. La arquitectura interior, esa disciplina que moldea los ambientes en los que descansamos, trabajamos y soñamos, tiene una misión más profunda que la simple estética: debe adaptarse a nuestras necesidades individuales, a nuestras emociones y a nuestra forma de ser.

Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), pasamos aproximadamente el 90% de nuestro tiempo en interiores. Por lo tanto, es clave que cada espacio sea relevante y refleje nuestras necesidades individuales. Nuestro entorno es una extensión de nuestra mente y sirve como medio a través del cual experimentamos y expresamos nuestros pensamientos, acciones y emociones.

Cada rincón, cada mueble, cada luz, puede convertirse en un aliado que nos acompaña, si logra entender y responder a nuestras particularidades. No se trata solo de decorar, sino de crear un espacio que respire con nosotros, que nos invite a sentirnos cómodos, seguros y auténticos. Es en esa sintonía donde cuidar el interiorismo de nuestro refugio se convierte en un acto de amor propio.

minimalismo en invierno

"Si solo tenemos lo necesario, una casa bien cuidada, nos sentiremos tranquilos e inspirados por nuestro espacio", dice la diseñadora Annika Rowson

SILVIA FOZ

El enfoque en el hogar como espacio curativo está en alza y así lo corroboran nuevos estudios que muestran cómo la luz, el aire, la tacticidad, los aromas y, por supuesto, el color, guían el bienestar en nuestros interiores. Este planteamiento no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también fortalece nuestra identidad. Cuando un espacio interior se diseña pensando en quiénes somos, en qué necesitamos y qué nos hace sentir vivos, se crea un vínculo profundo entre el habitante y su entorno. Es como si el espacio susurrara: “Aquí puedes ser tú mismo”.

Así lo corrobora la diseñadora neozelandesa Annika Rowson en el volumen Shaping Tomorrow: Future Design & Architecture. “Si solo tenemos lo necesario, una casa bien cuidada, nos sentiremos tranquilos e inspirados por nuestro espacio. Es importante que cada cosa tenga su lugar, que las zonas desordenadas se puedan cerrar para generar una sensación de calma. Así, los elementos expuestas pueden evocar sentimientos de bienestar, que son energizantes. Podemos perder la belleza y la importancia de las cosas si tenemos demasiadas cosas alrededor.

Vivo de forma bastante minimalista. En mi casa prefiero que no haya nada en las paredes para evocar la calma y tranquilidad”, explica la experta en el  informe global de tendencias publicado esta primavera por Cosentino, que recoge las transformaciones que definirán el sector en los próximos años. Origen, refugio, natura, urban y wonder son las macrotendencias que servirán en 2026 como guía para arquitectos y diseñadores en un contexto de cambios acelerados. Cada una representa una respuesta a los desafíos y necesidades actuales.

Minimalismo cálido

Apostar por el minimalismo induce a la calma y la tranquilidad

Eugeni Pons / Estilismo Susana Ocaña

Las tendencias que veremos en 2026

Así, origen invita a redescubrir lo local y conectar con la identidad a través de la cultura, la historia y la tradición; refugio destaca el valor de diseñar espacios que respondan a nuestras emociones y necesidades sensoriales; natura propone un diseño consciente que dialogue con el medioambiente, integrando lo natural como eje central; urban analiza cómo la vida en las ciudades está cambiando y cómo el diseño puede responder a esos nuevos ritmos y retos, y wonder plantea una visión lúdica y sorprendente del diseño, donde se desafían los límites de lo convencional para despertar asombro.