En lo que antes era un edificio donde los escolares circulaban por los pasillos y aprendían en altísimas aulas, en el distrito de Oud-Charloism de la ciudad holandesa de Róterdam, vive ahora la interiorista Nannette van der Vooren. Su larga experiencia –ha trabajado nueve años con el diseñador Piet Boon– y su gusto por lo esencial se han impuesto en esta reforma en la que no ha habido concesiones a la nostalgia. Elementos de la época en que se levantó la construcción, a principios del siglo pasado, como las viejas baldosas hidráulicas, no se conservaron porque Van der Vooren tomó la drástica decisión de crear un espacio totalmente nuevo que ofreciera un estilo y un confort acorde con nuestros días, fusionando aulas de una altura impresionante, de más de cuatro metros, y largos pasillos, y desplazando la escalera a una esquina del estar.

Las largas perspectivas, los materiales nobles y naturales, los armarios que ocultan todo lo que pueda perturbar la mirada, y un buen diseño de iluminación son la base de este proyecto pues la luz natural y los espacios despejados aportan energía y felicidad a Nannette. Las paredes están acabadas con yeso natural, con un efecto empolvado que resulta suave y relajante, algo que también transmiten el mobiliario elegido (en el que hay diseños de Piet Boon), los objetos decorativos de color blanco y las obras de arte de su colección particular. Las dimensiones del espacio la han obligado a elegir piezas en proporción a ellas, y el conjunto da una sensación inmediata de riqueza y volumen.