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Rehabilitación de la Biblioteca Nacional de Francia

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La Biblioteca Nacional de Francia tiene un pasado muy distinguido pero también algo deslocalizado. A mediados del siglo XIX la trasladaron a la rue de Richelieu de París, ocupando dos palacios y varios edificios anexos para albergar estantes y salas de lecturas. Como novedad para la época, se diseñaron muchos elementos estructurales con hierro fundido, material en el que estaba especializado su arquitecto, Henri Labrouste. Su apellido da nombre a la sala principal de lectura, que con sus nueve cúpulas apoyadas en pilares de hierro es uno de los recintos más espectaculares y bellos de su tiempo.

Llegó sin embargo el año 1988 y el gobierno francés mudó la insigne institución al este de París, a otro sublime edificio compuesto por cuatro libros abiertos, en este caso diseñado por Dominique Perrault. Y cual dama que hubiera perdido sus encantos de juventud, el inmueble de la mencionada calle se abandonó, abriéndolo solo para exposiciones de antiguallas. En algún momento alguien se dio cuenta del error y en 2007 se encargó a Bruno Gaudin la rehabilitación de la vieja Biblioteca Nacional, dejando a Jean-François Lagneau, especialista en restauración de objetos históricos, que se divirtiera en la magna sala.

Las obras se han dividido en dos fases, con una segunda que concluirá en 2020. Con el fin de modernizar el espacio para que se pueda utilizar de manera contemporánea, se ha buscado una forma más eficiente de acceder de un edificio a otro, con todas las restricciones que supone intervenir un complejo arquitectónico con tanta historia. El acceso principal es ahora un vestíbulo central longitudinal, con una escalera central como paso a los diferentes plantas. Las salas de archivo, donde fue más profuso el empleo de hierro fundido, se abren hoy al público. Las salas de lectura vuelven a servir para tal fin, mientras que el vestíbulo oeste ha recuperado su pompa y boato; una gran lámpara de araña es el punto focal de la sala. Los mayores cambios se observan en la nueva sala de lectura del Departamento de Artes Escénicas, con unas rejillas verticales de madera de estilo moderno pero muy bien integrado en el conjunto. Entre todo lo que se ha hecho, solo echamos en falta un cartel que diga a la entrada: "Extremistas e intolerantes en general, pasen y lean".