Si eres de los que entran a una casa y mira los metros, los ventanales, los electrodomésticos o si hay isla en la cocina, tienes que cambiar de estrategia. Cristina Amoroso, CEO y fundadora de Annanké Interiorismo, entra y mira algo micho más específico: una junta bien resuelta o en un rodapié perfectamente alineado, ahí es donde empieza el verdadero diseño. “Lo primero en lo que me fijo son los remates y encuentros: la alineación de zócalos, marcos de puertas, esquinas y transiciones entre materiales”, afirma. “Es ahí donde realmente se ve si el trabajo ha sido preciso y cuidado”.
Es fácil dejarse llevar por una reforma bien fotografiada, una tarima bonita o una grifería mate. Pero Cristina lo tiene claro: lo que separa una reforma impecable de una chapuza bien disimulada son los pequeños gestos técnicos, los que no aparecen en las revistas pero definen la calidad de todo el conjunto. “Los cortes mal ejecutados, las juntas irregulares o los acabados desalineados, especialmente en zonas técnicas como baños o cocinas, son señales claras de una ejecución deficiente”, apunta. “Estos detalles, aunque sutiles, hablan del nivel de atención que se ha puesto en la obra”.

Proyecto Fuencarral de Annanké Interiorismo
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La belleza no basta si no hay funcionalidad
Una de las obsesiones profesionales de Cristina es la funcionalidad. Y eso no se improvisa. “Uno de los errores más frecuentes es una planificación eléctrica deficiente: interruptores mal ubicados, exceso o falta de enchufes, y mala distribución de puntos de luz”, explica. “Esto es un claro ejemplo de que no existió una buena planificación y un trabajo de interiorismo previo que resuelve justamente esa funcionalidad y eficiencia eléctrica en una reforma”.
La interiorista apunta también hacia una serie de trampas habituales que hacen sonar sus alarmas: cocinas espectaculares que nadie podría usar a diario, baños sin un solo armario, circulaciones incómodas o distribuciones que hacen la vida más difícil de lo necesario. “El diseño puede parecer ‘correcto’, pero si no está pensado para usarse a diario, se cae por su propio peso”.
Y es que no basta con que algo se vea bien. Una casa no es una exposición, es un sistema complejo en el que se cruzan decisiones técnicas, estructurales y estéticas. Y cuando la balanza se inclina demasiado hacia una de ellas, se nota.

Proyecto Palacio Real de Annanké Interiorismo
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La reforma “de catálogo” y otros males del sector
Existen casas en las que todo encaja demasiado bien. Y no es una buena señal. “Una reforma transmite ese aire de ‘catálogo’ cuando todo está visualmente bien presentado, pero no hay una conexión real entre los elementos ni una adaptación a las necesidades de quienes van a vivir allí”, explica. “Son espacios que siguen tendencias de forma literal, sin tener en cuenta el carácter del inmueble ni la funcionalidad cotidiana”.
Según Cristina, hay algo en esas casas que chirría, aunque cueste ponerle nombre: “Detecto este tipo de reformas cuando todo parece genérico, como si se hubiera aplicado una fórmula estándar sin personalización. Falta alma, faltan decisiones tomadas desde la experiencia del habitar, y eso se percibe de inmediato”.
Esa sensación de falta de autenticidad suele ir acompañada de una ausencia de soluciones a medida. No hay un banco integrado en la cocina, ni una estantería diseñada para encajar en un hueco irregular, ni un detalle que haga pensar que esa casa podría pertenecer a alguien en concreto. “Todo encaja ‘demasiado bien’, pero no cuenta ninguna historia. Y en el diseño de interiores, si un espacio no refleja a quienes lo habitan, simplemente no está completo”.

Proyecto Arniches de Annanké Interiorismo
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La estructura no se toca (ni se camufla mal)
Aunque muchas reformas logren engañar al ojo inexperto con capas de pintura y recursos estéticos, para Cristina hay cosas que no se pueden ocultar del todo. Y una de ellas es la estructura. “Siempre reviso si se han respetado las estructuras originales, especialmente en edificios antiguos: vigas, pilares, muros de carga”, advierte. “A menudo estos elementos se ocultan tras falsos techos, trasdosados o revestimientos decorativos, pero si algo no encaja visualmente o espacialmente, lo investigo”.
La fundadora de Annanké también señala otros indicadores menos visibles, pero igual de importantes: “Presto mucha atención al estado de los forjados, posibles humedades estructurales y, en la medida de lo posible, a cómo se ha resuelto el aislamiento térmico y acústico”.
¿Y qué ocurre cuando los elementos estructurales se disimulan sin criterio? Cristina no se anda con rodeos: “Muchas veces se intentan ‘disfrazar’ con soluciones improvisadas que terminan afectando tanto al diseño como a la funcionalidad del espacio”. Y lanza una advertencia clave: “La estructura de un edificio nunca debe adaptarse a la decoración; es la decoración la que debe respetar y trabajar a favor de la estructura”.

Proyecto Les Corts de Annanké Interiorismo
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El ojo entrenado
El recorrido de Cristina Amoroso por el interiorismo empezó, como suele pasar, con una combinación de obsesión estética y respeto técnico. Su estudio, Annanké, con sede en Madrid, trabaja desde hace años en reformas integrales y proyectos de interiorismo que cuidan tanto la proporción y los acabados como la manera real en que se vive en un espacio. Nada se deja al azar, y eso se nota en cada proyecto: desde el plano de instalaciones hasta el diseño de un armario a medida.
Para quien quiera aprender a ver las casas con el ojo entrenado de una profesional: Observen los detalles. Un buen diseño no necesita grandes gestos para impresionar.