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Centro de Creación de las Artes de la ciudad de Alcorcón (CREAA)

Centro de Creación de las Artes de la ciudad de Alcorcón (CREAA)

El CREAA es uno de los más descomunales fiascos de la arquitectura española del siglo XXI. Se trata de un complejo inacabado (pero casi terminado del todo en 2011) de 66.000 metros cuadrados de superficie y 150 millones de euros invertidos: una megalómana realidad que nació de la mente del exalcalde de Alcorcón Enrique Cascallana, y que cuenta con nueve edificios, entre los que destacaba un auditorio para 1.500 personas, con un foso de orquesta capaz de albergar noventa músicos, y el segundo circo permanente de la Comunidad de Madrid (el otro es el Teatro Circo Price de Madrid): un cilindro de 568 localidades. Ambos son los edificios que sobresalen en el complejo, entre los que iba a haber otras siete construcciones: una sala polivalente de 469 butacas, además de salas de ensayo de danza, escuela de circo, exposiciones, salas de congresos y conferencias. El macroproyecto se adjudicó en 2005 a los entonces jóvenes arquitectos madrileños, Jorge Javier Camacho Díez y Pedro Bustamante, que ganaron el concurso público frente a otros 900 proyectos. En 2011, poco antes de que un cambio de partido de gobierno en la alcaldía paralizara las pocas obras que quedaban por terminar tenía también nombrados a su directora, María del Valle, ganadora también de un concurso público, que dejó su cargo al frente del Centro Cultural de España en Miami, para afrontar el desafío, y a sus asesores: Víctor Ullate, Antonio Canales y Blanca Li, en temas de danza; Cristina Rota para teatro y cine y la escuela de circo Carampa.

Uno de sus arquitectos, Jorge Camacho, declaraba en aquella época que el complejo era pionero en sostenibilidad, al haber construido los edificios semienterrados, de forma que necesitaran menos energía para calentarlos o enfriarlos, y estar previsto después ajardinar las cubiertas. Para el desarrollo del proyecto pidieron, además, asesoría a los mejores en cada terreno: Higini Arau, para el auditorio; NB35, los mismos que diseñaron el CaixaForum de Madrid, para todas las estructuras voladas; JG Ingenieros (responsables del Palacio de Euskalduna en Bilbao y el Kursaal de San Sebastián), para la construcción y Teresa Gali, para la jardinería y el paisaje.

Abandonado desde 2012, ya con el popular David Pérez como alcalde de Alcorcón, este ofreció las instalaciones a la NBA (Asociación Nacional de Baloncesto de los Estados Unidos) al Circo del Sol canadiense e, incluso, a la Universidad Católica de Murcia y el Comité Olímpico Español, para que se estableciera ahí la sede de la Universidad del Deporte más importante de Europa, sugerencias todas ellas desechadas. En la actualidad, y después de que volviera a ganar el PSOE en las últimas elecciones municipales, se ha vuelto a retomar la idea de invertir cuarenta millones de euros en finalizar la obra y encontrarle algún sentido a lo construido, para que no siga deteriorándose…

InTempo

Edificio InTempo

El edificio InTempo de Benidorm es uno de los más claros ejemplos de lo que supuso la burbuja inmobiliaria. Construido por el estudio de arquitectura Pérez-Guerras (con la colaboración de Olcina & Raduán Arquitectos) para ser el rascacielos residencial más alto de España y el segundo de Europa, tiene 56 plantas, doscientos metros de altura (con la torres de la cubierta) y casi trescientos apartamentos, pero su finalización quedó en suspenso al coincidir con los años más crudos de la Gran Recesión y la quiebra de su promotora, una firma llamada Olga Urbana, dirigida por José Ignacio de la Serna, un promotor inmobiliario en el que bien podría haberse inspirado Bigas Luna para el papel que interpretaba Javier Bardem en su película Huevos de oro.

Con la promotora quebrada, el gigantesco inmueble pasó a formar parte de los fondos de Sareb (Sociedad de Gestión de Activos de la Reestructuración Bancaria), también conocido como el «banco malo». Después de muchos dimes y diretes, en los últimos años la operación inmobiliaria se volvió a poner en marcha con sus nuevos propietarios, SVP Global, y una nueva promotora, Uniq Residential, y a finales de 2019 Dragados comenzaba a trabajar en la finalización de las obras, con el objetivo de tenerlo listo para entregar las primeras viviendas en la primavera de 2021. Pero como el edificio parece estar gafado, ahora le ha alcanzado de pleno el coronavirus y la nueva crisis que aparece agazapada tras él.

Museo Íbero de Jaén

Museo Íbero de Jaén

Veinte años tardó en convertirse en realidad la idea de la creación de un Museo Íbero en Jaén, que se inauguró el 11 de diciembre de 2017. En realidad, las obras del museo no se aprobaron hasta 2009 y cuando lo hizo se planteó como macroproyecto de seis plantas de altura y algo más de 11.000 metros cuadrados de superficie… más grande que el Guggenheim de Bilbao… Las obras tenían que concluir en 2012, pero las luchas políticas de siempre retrasaron cinco años más su finalización, hasta julio de 2017.

El rey Felipe VI y la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, presidieron, por fin, la inauguración de un museo único en el mundo… Y hasta ahí las buenas noticias: los arquitectos del proyecto, Álvaro Soto y Javier Maroto, del estudio Solid Arquitectura, que ganaron el concurso en 2003, con un jurado presidido por Rafael Moneo, no se dignaron aparecer por ahí, por los cinco millones de euros que la Junta de Andalucía les adeudaba (de hecho, la obra la hubo de finalizar otro estudio, IDDIP Dirección de Proyectos).

Y la supuesta locomotora que iba a tirar del turismo cultural en la ciudad y la comarca (y que costó 27 millones de euros) tampoco ha sido tal: 18.000 visitas en su primer mes de vida y menos de 73.000 al completar doce meses de funcionamiento. Y en el primer semestre de 2019 se contabilizaron 20.848 visitantes, menos que los que se acercaron al museo Arqueológico de Úbeda, el más visitado de la provincia (con 24.323 entradas registradas, según los datos que ofrece la propia Junta de Andalucía). Y, según las encuestas, casi todos los visitantes son de Jaén o de la provincia, que no inciden en la economía local. Un fiasco total, de los que hacen época.

CECA de Ayamonte

Centro de Exposiciones y Congresos de Ayamonte (CECA)

La localidad onubense de Ayamonte está separada de Portugal por el río Guadiana. El 9 de marzo de 2003, su corporación municipal anunciaba la construcción de un palacio de congresos que sería el primero destinado a atender al turismo de este tipo entre Andalucía y la región vecina de El Algarve. En aquel momento se anunciaba que las obras estarían terminadas en 2005. Hoy, diecisiete años después de ese anuncio y tras más de trece millones de euros gastados, el Palacio está en pie, terminado (fue diseñado por el estudio sevillano de arquitectura mrpr arquitectos, que, pobrecitos, no tienen culpa de nada, aunque no construido por ellos), pero sin abrir sus puertas…

Con capacidad para un total de 1.700 personas, cuenta con varias salas entre las que destacan el auditorio principal, con capacidad para mil personas y un escenario de 270 m²; la Sala Marisma, con capacidad para cuatrocientas personas y la Sala Litoral que cuenta con una gran terraza con mirador a las marismas de Isla Cristina y una capacidad de doscientas personas.
En diciembre de 2019 el presidente de la Diputación de Huelva, Ignacio Caraballo, realizó una visita institucional a Ayamonte y recorrió las instalaciones del CECA,  a la que calificó como «extraordinaria» infraestructura cultural, y la actual alcaldesa, Natalia Santos, volvió a asegurar que su apertura constituye una de las prioridades que se plantea el actual equipo de gobierno del municipio en el inicio de la legislatura y bla, bla, bla…

Toyo Ito

Parque de Relajación de Torrevieja

Lo que se ve en la imagen ya no existe. Dentro de los fantasiosos planes surgidos de la mente de algún político preclaro figuraba la creación de este Parque de Relajación en Torrevieja, un proyecto diseñado por el arquitecto Toyo Ito en 2000, que iba a consistir en un macrocomplejo de tres edificios. En 2003, al terminar el primer edificio, el que se ve en la fotografía, las obras se paralizaron por completo: después de haber invertido un millón y medio de euros (poca cosa, en realidad, para lo que se estila en la obra pública), nadie había caído en que el parque se estaba construyendo en una zona protegida. Finalmente, en 2012, el edificio fue completamente devastado por un incendio.

Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Ovi

Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo

Un libro de Llàtzer Moix de irónico/sarcástico título –Queríamos un Calatrava (Anagrama, 2016)– ponía sobre el tapete lo excelente arquitecto que es el valenciano, en cuanto a cálculo de estructuras, y lo excelente «vendemotos» que es también. Su soberbia desmedida y su pretensión por convertirse en el máximo artista de la arquitectura de todos los tiempos. En la última década del siglo XX y en la primera del XXI todas las instituciones públicas querían «un Calatrava», como símbolo de poderío y estatus y él se lanzó a la construcción de sus propias «siete maravillas» del mundo contemporáneo, que compitiesen con las del mundo antiguo: la Gran Pirámide de Guiza, los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa en Éfeso, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría. Así de desmedido es su ego.

En el lugar en el que se había demolido en 2003 el viejo estadio de fútbol Carlos Tartiere, Calatrava quiso meter con calzador una obra bella, sin duda, pero tan descomunalmente desproporcionada con su entorno que pocos se atreven a defenderla en público. Eso, en cualquier caso, sería lo de menos si el edificio, un Palacio de Exposiciones y Congresos, hubiera logrado el éxito al que sus funciones lo destinaban… Pero tampoco. Dejando a un lado todas las polémicas estéticas y económicas (el presupuesto, como solía ser habitual en esa época en las construcciones de Calatrava, según se puede leer en el libro de Moix, se desmandó), y de retrasos en la entrega el edificio fue un fracaso como centro de convenciones, en una ciudad (y un principado) depauperada por sucesivos cataclismos: las reconversiones industrial y minera y la Gran Recesión de 2008.

Sin apenas congresos (siete en 2019, con 4.500 asistentes), el espacio contaba también con una gran superficie comercial y de servicios, pero los enormes costes de mantenimiento del edificio hacía que el alquiler de espacios no resultara rentable y nada pudo evitar que el espacio completo cerrara sus puertas el 31 de marzo del año pasado, con la excepción de una pequeña aldea gala en uno de los extremos del «centollu», como los llaman los paisanos ovetenses, un Burger King, que se resiste a salir de ahí en virtud de su contrato de alquiler.

En la actualidad, y según informaciones inmediatamente anteriores al confinamiento las propuestas pasan por que sea el Principado el que adquiera el edificio como instalaciones de su ciudad de la justicia.

Ciudad de la Justicia

Ciudad de la Justicia

Para quien no lo recuerde… Cuando la terminal T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas estaba recién inaugurada, el Partido Popular de Madrid ya estaba pensando en su gran pelotazo urbanístico: la creación de un nuevo aeropuerto para Madrid en terrenos del municipio de Campo Real… La crisis económica nos salvó de ese despropósito, pero no pudo evitar el que ya estaba en marcha: la creación de la Ciudad de la Justicia, en el barrio de Valdebebas, junto a la citada T4.

Ese proyecto surgió en 2004 y más de quince años después lo único que existe es un edificio circular, diseñado por Alejandro Zaera-Polo, que debía albergar el Instituto de Medicina Legal. El arquitecto abandonó esa nave política que estaba a punto de zozobrar en noviembre de 2008, siete meses después de que Esperanza Aguirre pusiera la primera piedra… Embrollado en litigios judiciales, con denuncias de corrupción y más de cien millones de euros de dinero público desaparecidos por sumideros inextricables, la Ciudad de la Justicia volvía a figurar en los siniestros planes políticos de la Comunidad de Madrid. El edificio, sin culpa alguna, y de notable belleza arquitectónica, sigue mientras tanto deteriorándose a pasos agigantados en medio de ese erial de 26 hectáreas junto a la T4…

Bosque de acero de Cuenca

El «Bosque de acero»

El edificio de cristal y acero conocido como «Bosque de acero» es un pabellón multiusos de 3.700 metros cuadrados situado en un enclave de 14 hectáreas junto a los ríos Júcar y Moscas, a las afueras de Cuenca. Compuesto por veintitrés módulos pentagonales que forman, juntos, una red estructural, su construcción se puso en marcha en 2005 y se inauguró en mayo de 2010 con una exposición y, desde entonces, este pabellón solo ha acogido algunas pocas muestras y ferias. Un volumen de actividad ridículo para unas instalaciones presupuestadas en siete millones y  medio de euros y diseñado por el estudio de arquitectura Moneo-Brock. Se pensó para albergar conciertos, fiestas, teatro, talleres… y rehabilitar, de paso, una zona degradada de la ciudad. Curiosamente, ha sido al contrario: no ha rehabilitado nada y, diez años después de su inaguración, se encuentra abandonado y sus responsables municipales siguen sin encontrarle uso y son los grafiteros locales los que lo han decorado (vandalizado) a su gusto.

Torre de Miramar de Valencia

Torre de Miramar de Valencia

La Torre de Miramar es un despropósito edificado por el Ministerio de Fomento e inaugurado en Valencia en 2009. Situado en una rotonda en la confluencia de la avenida de Cataluña y la autovía V-21 de entrada a la capital del Turia, es una torre de 45 metros de altura y capacidad para 160 personas, sin mas uso que servir de mirador…, pero lo que hay que ver tampoco vale la pena: da a descampados, al aparcamiento de Tarongers y a la Universidad Politécnica de Valencia. El mar y la playa de la Malvarrosa y el barrio de El Cabanyal apenas se intuyen. Abandonado, el ayuntamiento valenciano ha reclamado al gobierno central que rehabilite la construcción…

La Ciudad de la Cultura

La Ciudad de la Cultura

Manuel Fraga Iribarne, ministro franquista y fundador de Alianza Popular, partido político del que nacería, después, el Partido Popular, siempre aspiró a ser presidente del gobierno español. Ese era, indisimuladamente, su objetivo vital. No conseguir lograrlo  debió ser para él un fracaso personal y una afrenta, que no pudo aliviar el que, como «premio de consolación», resultara elegido presidente de la Junta de Galicia durante un largo periodo de tiempo, de 1990 a 2005.

Enamorado de su propia personalidad, Fraga quiso convertirse en algo así como un faraón gallego y ser recordado por los siglos de los siglos con un monumento a su escala de semidios, para lo que, animado por el inesperado e inusitado éxito del museo Guggenheim de Bilbao, se dispuso a crear en Santiago de Compostela la Ciudad de la Cultura, un elefantiásico complejo cultural situado en el monte Gaiás, situado a las afueras de la ciudad, frente al centro urbano en el que se encuentra la sede del gobierno autonómico gallego. El proyecto se puso en marcha en 1999 y comenzó a andar con la elección del arquitecto encargado de levantar su sueño megalomaníaco, Peter Einsenman. En esa acrópolis iban a confluir la Biblioteca de Galicia (¡con unas dependencias más grandes que las de la Biblioteca Nacional de Berlín!), el Museo Centro Gaiás de Historia de Galicia, una hemeroteca, un gran teatro de ópera y varios espacios más de servicios, exposiciones y nuevas tecnologías: 141.800 metros cuadrados de superficie, que debía costar 108 millones de euros. La primera piedra se puso en 2001 y debía estar concluido a finales de 2004.

En la actualidad, ya se han gastado más de cuatrocientos millones de euros y todavía no está finalizado. Se estima que cuando se acometa y acabe la construcción de los dos edificios del proyecto inicial que faltan –los más emblemáticos, por otra parte: el Centro de Arte Internacional y el Teatro de la Ópera– el coste total superará los seiscientos millones de euros. Para redondear aún más lo abigarrado del proyecto, la idea de unir el centro de la ciudad con la acrópolis (situada a dos kilómetros y medio de la plaza de la Constitución) se ha vuelto a poner sobre la mesa la idea de la construcción de un teleférico… ¡Todo para que se celebren conferencias para sesenta personas y conciertos para doscientas!

Edificio Mirador

Edificio Mirador

Este no es un fracaso. Lo que sí es es una pena que un edificio de su categoría se encuentre tan a trasmano, tan mal comunicado, tan a las afueras de Madrid, en el barrio-dormitorio de Sanchinarro, una zona a la que nadie, salvo sus vecinos, se acerca. A nadie se le ocurre desplazarse allí, porque no hay nada que hacer allí ni nada que visitar… salvo el edificio Mirador (y sólo se puede «visitar» desde fuera). Se trata de una obra del estudio neerlandés MVRDV –los autores de la Biblioteca de Tianjin Binhai o el Markthal de Róterdam–, con la ayuda de la arquitecta local Blanca Lleó. Construido en 2005, cuenta con un excepcional mirador  –exclusivamente para sus vecinos–, abierto pero cubierto, situado a cuarenta metros de altura, desde el que se divisa la madrileña Sierra de Guadarrama.