La casa azul, la famosísima Casa Azul en Coyoacán, fue el hogar de Frida Kahlo en sus últimos años. Pero antes de que se trasladara a vivir allí, vivió con Diego Rivera, su gran amor, en el barrio de San Ángel, en una casa que le construyó su amigo y vecino Juan O’ Gorman. Por aquel entonces la carrera de Rivera ya estaba consolidada incluso fuera de México, mientras que Frida aún era bastante desconocida para el gran público; no así para Juan, a quien le unía una estrecha amistad (se dice que enamoramiento incluido) desde sus años de la educación secundaria. Con el tiempo, Frida se convertiría en la artista mexicana más popular de todos los tiempos. Su fama supera a la de Rivera y casi a la de cualquier otro pintor. Y esto es indiscutible, a pesar de la monumentalidad de algunas obras de Rivera, o del propio O’Gorman, ambos reconocidos pintores y muralistas. 

Juan O' Gorman y Frida Kahlo.

 

Juan O'Gorman (1905-1982) nació en el barrio de Santa Catarina, en Coyoacán, en la Ciudad de México. Fue el mayor de los cuatro hijos de un pintor e ingeniero irlandés y de madre de origen mexicano, y en los años veinte, estudió arquitectura en la Escuela Nacional de Arquitectura (hoy la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México), formándose como ingeniero algún tiempo después. Aunque desde pequeño había mostrado dotes para el dibujo y la pintura, no retomó esta afición hacia el final de su vida.

 

La escalera helicoidal de hormigón fue un recurso utilizado por O' Gorman ya en los años treinta.

 

Casa de Juan O'Gorman en  en el número 81 de la calle Palmas, en San Ángel (Ciudad de México).

 

El papel de O’Gorman en el desarrollo del funcionalismo en México, y de la arquitectura moderna fue fundamental. Influido por Le Corbusier, construyó la primera vivienda racionalista de México en 1929 y una de las primeras en Latinoamérica. Y lo hizo con sus primeros ingresos como dibujante, cuando sólo contaba 24 años. La historia fue así: compró dos canchas de tenis en el barrio de San Ángel, y en una de ellas construyó una vivienda para sus padres, en el número 81 de la calle Palmas, que le sirvió para explorar y aplicar lo aprendido de Le Corbusier: cómo crear una vivienda estrictamente funcional, donde la forma (que ocupaba unos 350m2) estaba supeditada a la función. Aunque su padre nunca llegó a vivir allí, le sirvió como cebo para su siguiente proyecto: la casa estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo en el solar adyacente.

 

Las dos casas estudios estaban separadas pero unidas por una pasarela e el piso superior.

 

 

Juan O’Gorman y Diego Rivera en la entrada de la casa de O’Gorman en San Ángel, hacia 1934.

 

Por encargo de Rivera, en 1931, a quien le había encantado lo que había hecho, Juan O'Gorman diseñó una casa inspirada en una obra célebre de Le Corbusier de 1922, la casa-taller en París del pintor Amédée Ozenfant. La vivienda para el matrimonio, de casi 400 metros, consiste en dos bloques de hormigón independientes: una en rojo y blanco para el pintor y otra para Frida en azul, donde cada uno tendría su propio estudio. Ambos espacios estaban unidos solamente por una pasarela en la parte superior. Precisamente en la segunda planta del estudio de Rivera, encontramos un hallazgo de O'Gorman, que se adelantó a su propio maestro: el uso del brise soleil para filtrar la luz directa del sol. Cuando Diego y Frida volvieron a México en 1934 desde Estados Unidos, donde habían vivido tres años, se instalaron allí. 

 

La casa Estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo, donde vivieron en los años treinta y primeros de los cuarenta..


Y durante ese periodo, el arte de Frida "despegó", así que el espacio debió ser más que inspirador. Precisamente durante esos años, en 1939, O’ Gorman terminó una de sus obras más importantes: ‘La conquista del aire por el hombre’, un conjunto de 10 murales dedicados a Kahlo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. El azar quiso que en 1941, tras la muerte del padre de Frida, ésta regresara a la casa familiar, la ahora famosa Casa Azul de Coyoacán, en la que vivió hasta su muerte en 1954. Por su parte, Rivera siguió viviendo, pintando y coleccionando arte prehispánico y artesanía mexicana en la casa creada por O’Gorman el resto de su vida, hasta 1957. Hoy es una Casa Museo dedicada a preservar la memoria del muralista y la pintora; quizá no sea tan famosa como la Casa Azul, pero bien merece una visita.

Fachada lateral del estudio de Diego Rivera.

 

Estas tres construcciones aportaron novedosas soluciones estructurales, nunca vistas en el país hasta entonces: el uso de hormigón sin revestir y del ladrillo visto, la combinación de cristal y acero, las escaleras helicoidales, los pilotes o dejar al descubierto la instalación eléctrica. De la cultura popular mexicana integró el uso del barro a en algunas cubiertas y el colorido de los muros y las cercas de cactus; supo aprender el lenguaje de la modernidad y adaptarlo a las tradiciones mexicanas.

 

Biblioteca del campus principal de la UNAM, con un mural revistiendo toda la fachada.

 

Una de sus obras más destacadas es el espectacular mural de mosaico (4000 metros cuadrados hechos con piedras traídas de numerosas partes del país, con una notoria evocación al pasado prehispánico de México) que recubre las cuatro caras del edificio de la Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria de la UNAM, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2007. Además de obras públicas, se preocupó por poner la arquitectura al servicio del pueblo, tal y como mandaba la Bauhaus, y en 1932 construyó una cifra nada desdeñable de escuelas primarias en la Ciudad de México: veintitrés.

 

Escuela Primaria Colonia Pro-Hogar (1932).

 

A partir de los años cuarenta, de forma progresiva, se fue acercando a la figura de Lloyd Wright, volviendo su arquitectura más orgánica, como por ejemplo en la casa cueva que se construyó en el 162 de la avenida San Jerónimo, en Jardines del Pedregal de San Ángel, al suroeste de la ciudad. En ella vivió durante 16 años con su segunda mujer, la pintora y botanista Helen Fowler (que se encargó del paisajismo), hasta que la vendió para costear la universidad de su hija adoptiva y los gastos médicos de su mujer. Por razones tan desconocidas como incomprensibles, se destruyó en 1969, aunque una de las condiciones de la venta era que se conservara. Pero no fue así. La desaparición de la que consideraba la obra cumbre de su vida y de su trabajo fue demoledor para él y tuvo consecuencias fatales: a partir de 1970, su carrera se detuvo para siempre y no volvió a pintar ningún mural, ni a llevar a cabo ningún proyecto arquitectónico. Al menos le llegó algo de reconocimiento: en 1971 ingresó en la Academia de Artes y al año siguiente le concedieron el Premio Nacional de Bellas Artes.

La casa-cueva de Juan O'Gorman, considerada como una de sus obras maestras.

Como pintor y muralista, destacan las obras donde plasmó pasajes de la historia mexicana en en espacios públicos. Siguiendo esta línea, a principios de los sesenta realizó junto a José Clemente Orozco y David. A. Siqueiros los murales del Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec, en los que sustituyó precisamente a Diego Rivera, que había fallecido, o en el mural ‘El crédito transforma a México’, que se trasladó del edificio del Banco de México al hall de la Torre HSBC en 2002, donde hoy puede verse de forma pública. 

El interior de la sa, excavado en roca y con murales realizados por O'Gorman, se destruyó en 1969.

 

Los que le conocieron decían que nunca se recuperó de la muerte de Frida. Pese a ello, siguió trabajando, hasta que se empezaron juntar cosas y con ellas, le sobrevino el desánimo. Por un lado, la demolición de su casa, que fue un golpe durísimo, por otro, la marcha de su única hija, que se marchó a vivir a Estados Unidos, y el fallecimiento en 1980 de su gran amigo, el también arquitecto e historiador Max Cetto. Fue demasiado para él, y ya no se recuperó de la depresión que padecía. Se suicidó en su casa de San Ángel, cuando contaba 78 años: primero se envenenó ingiriendo pintura, luego se ahorcó y antes de morir por asfixia, se disparó en la cabeza. Era 1982, y fue tan tenaz para morir como lo fue en sus primeros años como arquitecto.

 

Una de las últimas fotografías de Juan O' Gorman, en 1981.