Los avances actuales en la construcción industrializada deben mucho a la labor de experimentación que llevaron a cabo algunos de los arquitectos más destacados de la primera mitad del siglo xx, como Jean Prouvé, Richard Buckminster Fuller o Charles y Ray Eames.

Ellos fueron los primeros en abordar la creación rápida, estandarizada y eficiente de edificios para hacer frente a los retos del boom demográfico y la optimización de los recursos. Su trabajo pionero sirvió para demostrar que se puede vivir de una forma confortable y sin renunciar a la estética en una casa prefabricada.

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Villejuif, de Jean Prouvé
Galerie Patrick Seguin

Villejuif, de Jean Prouvé

Arquitecto, ingeniero y diseñador de mobiliario, Jean Prouvé creyó en el progreso tecnológico como solución a los problemas del mundo moderno. A lo largo de tres décadas, plasmó ese optimismo en prototipos de viviendas, pabellones para centros educativos y estaciones de servicio, a base de unas pocas piezas metálicas estandarizadas producidas en fábrica. "Mis casas son muy sencillas porque creo que la industrialización solo es posible con un reducido número de componentes", decía. Sufrió la incomprensión de la industria, pero el punñado de edificios que dejó son hoy cotizadísimas piezas de coleccionista, como la escuela temporal de Villejuif (1957), donde utilizó una estructura asimétrica de acero que sostiene un tejado curvo de madera laminada.

Wichita
N. Bergerot

Casa Wichita, de Richard Buckminster Fuller

Bautizado por algunos como el Leonardo da Vinci del siglo XX, el estadounidense Richard Buckminster Fuller (1895-1983) supo ver antes que nadie los retos que el modo de vida capitalista plantearía al urbanismo y el medioambiente. Su idea más famosa es la cúpula geodésica, una figura geométrica en la que la mayor área puede cubrirse con la menor cantidad de material sin necesidad de cimientos, y que aplicó en proyectos como el prototipo de vivienda autónoma y sostenible Dymaxion House (1927), a partir del cual desarrollaría otras propuestas de viviendas prefabricadas. La casa Wichita (1944) fue una visión refinada del concepto Dymaxion, con un volumen semiesférico de aluminio. 

The Case Study House 8, de Charles y Ray Eames
Eames office

The Case Study House 8, de Charles y Ray Eames

En los años cuarenta, John Entenza, editor de la revista Arts & Architecture, lanzó el programa The Case Study House para desarrollar viviendas usando materiales y técnicas derivados de la Segunda Guerra Mundial. La Case Study House 8, donde vivieron Ray y Charles Eames en Los Ángeles, fue uno de sus frutos. Creada en 1949 en colaboración con Eero Saarinen –aunque el resultado final varió respecto del diseño original–, la construcción se caracteriza por el protagonismo de la estructura metálica, con la cual los autores demostraron que se podía generar una arquitectura singular a la vez que fácilmente reproducible. La estructura es perfectamente legible en las fachadas de la Case Study House 8, remarcando el carácter industrializado del edificio.

casa Hexacube
J. Verrecht

Casa Hexacube, de Georges Candilis

La eclosión del plástico como material versátil está detrás de la casa Hexacube (1972), ideada por el arquitecto griego de origen azerbaiyano Georges Candilis (1913-1995), discípulo de Le Corbusier, en colaboración con la interiorista finlandesa Anja Blomsted. Inspirada en la carrera espacial y la estética sci-fi de la época, se trata de una burbuja cúbica hexagonal –de ahí el nombre– conformada por dos cáscaras de fibra de vidrio que al encajarse generan aberturas para el acceso, la entrada de luz o la conexión con otro módulo. La crisis del petróleo de 1973 acabó con la viabilidad comercial del proyecto. Un sistema de fijación permitía interconectar los módulos de 7 m2 y ampliar así el hábitat, ofreciendo múltiples combinaciones.

Nikolaos Xasteros para la firma Alta
S. Juillard

Xasteros House, de Nikolaos Xasteros

Recurriendo también a la imaginería espacial y la fibra de vidrio, el arquitecto griego Nikolaos Xasteros creó en 1969 la Xasteros House, de 50 m2, en forma de cápsula para la firma Alta, aunque, luego, de 1973 a 1978, continuó produciéndola con su nombre. A la postre solo diez unidades vieron la luz. Para reforzar la asociación con un OVNI, la casa se apoya sobre el terreno por medio de patas elevadas, y se ahueca por uno de sus lados para generar un pequeño porche y una abertura ovalada con puertas pivotantes. Su diseño entronca con la Futuro House de Matti Suuronen y las Domobiles de Pascal Häusermann. La idea de su autor fue crear una vivienda modular de vacaciones que pudiera trasladarse fácilmente y ubicarse en cualquier lugar.

 

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