Para Alberto Campo Baeza, la arquitectura es poesía y ciencia, y lo es de forma indisoluble: él mismo lo ha explicado en entrevistas donde su sabiduría y su cultura –conceptos que no siempre son sinónimos– discurren en frases justas y necesarias. Es ciencia porque exige conocimiento exacto, y es poesía por su búsqueda de la verdad. No a través de intuiciones, sino de la razón; no a través de caprichos egocéntricos, sino de un sentido de lo universal –“Gaudí fue un genio, pero demasiado personal para mi gusto”–. Y no a través de  elucubraciones retóricas, sino siendo “serio, profundo y sincero”.

Catedrático emérito en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde impartió clase durante medio siglo, Campo Baeza ha ofrecido su saber en prestigiosas instituciones académicas por todo el mundo: en la ETH de Zúrich, en la EPFL de Lausana, en la Universidad de Pennsylvania en Filadelfia, en la Bauhaus de Weimar y en la Kansas State University. Su libro La idea construida (1996) lleva treinta ediciones, en varios idiomas. Su obra completa
 ha sido recogida en Complete Works, editado por Thames & Hudson. La coherencia de su trayectoria, como subrayó el jurado del Premio Nacional de Arquitectura 2020, incluye toda su obra intelectual, la construida y también la escrita y oral, narrada en clases, entrevistas, conferencias...

Renacer de la luz

Nacido en Valladolid en 1949, a los dos años se trasladó con su familia a Cádiz, donde, como él mismo reconoce, “vio la luz”. Esa expresión evoca una idea precisamente “luminosa” de una autora que admira, María Zambrano: el exilio permite un segundo nacimiento, un renacer a la luz (escribe sobre esto en Los bienaventurados). Al referirse a la cualidad de precisión en la arquitectura, Campo Baeza menciona a la filósofa andaluza largamente exiliada: “La forma poética utiliza solo las palabras imprescindibles. María Zambrano
decía que la poesía es la palabra acordada con el número”.

Construcción circular

Museo de la Memoria de Andalucía, Granada, 2010.

Javier Callejas

La arquitectura, el tiempo de la luz del sol acordado con la gravedad del espacio de una habitación, un patio, una casa. En la Casa Gaspar (Cádiz, 1992), un recinto cerrado, cuadrado, con cuatro tapias, la luz es horizontal y continua, reflejada en los muros de los patios. Pero la luz es gratis, y por eso, quizás, algunos arquitectos no le dan el valor absoluto que posee.

Es necesario remarcar que tanto en las entrevistas como en sus conferencias y desde luego en su cátedra, pero también en las memorias de sus proyectos (algo infrecuente), la arquitectura de Campo Baeza aparece unida a la cultura artística y al pensamiento. Las memorias de sus proyectos son lecciones de una interiorización minuciosa de ideas. Los ejemplos son múltiples. Según una de sus frases aforísticas más citadas, “la luz construye el
tiempo”. Lo señala, como un reloj, el óculo del Panteón de Roma, al deslizarse por las paredes.

Construcción en el mar

Centro El Tecuán, con René Pérez Gómez. Jalisco (México), 2020.

René Pérez Gómez

En el texto sobre la Casa del Infinito –que abre este artículo– se refiere a un cuadro de Rembrandt, Cristo presentado al pueblo. “Allí Rembrandt traza una línea recta, horizontal. Perfectamente recta y perfectamente horizontal. Es el borde del potente estrado, podio, sobre el que se desarrolla la escena”. Sobre el plano horizontal construido en travertino
romano, despejado y desnudo como arena alisada por el agua, la infinitud del mar: “Estoy seguro de que a Rembrandt y a Mies –van der Rohe–, esta nuestra casa podio, todo podio, solo podio, les gustaría”.

El tiempo construido

En la Casa Cala o Raumplan, en Madrid, los huecos de las ventanas se han ajustado en obra para afifinar el paso de la luz. Construida la estructura según un esquema espacial que consiste en una concatenación de dobles espacios en espiral, “y como si de un instrumento musical se tratara, se abren los huecos convenientes para que sea atravesada por la luz de manera que, tras afinar bien dicho instrumento, podamos hacer patente el movimiento de la luz sólida del sol a lo largo del día”.

Vistas a Madrid

Casa Cala, Madrid, 2015.

Javier Callejas

El Consejo Consultivo de Castilla y León es de piedra, de la misma piedra que la catedral, que está enfrente. Es una caja de piedra (pasado) dentro de otra, realizada con vidrios (futuro) unidos con silicona estructural, pero como hechos de aire. El Museo de la Memoria de Andalucía (vecina de su Caja Granada) se organiza en tres plantas alrededor de un patio central de traza elíptica donde las rampas helicoidales conectan los niveles, creando tensión
espacial. Como presentación al proyecto de este museo destinado a transmitir la historia de una cultura antigua como la de Andalucía, Campo Baeza menciona la autoridad clásica de Estrabón, que describía a los lugareños de entonces como “los más cultos de los iberos, que tienen leyes en verso”.

Casa de cristal

Consejo Consultivo de Castilla y León, Zamora, 2012.

Javier Callejas


Esa coherencia de la que hablaba el jurado del Premio Nacional de Arquitectura 2020 reside incluso en el hecho (que le preocupó de joven, hasta que se enteró de cuántos dramas había escrito Shakespeare) de que sus casas no sean muy numerosas. Pero cada casa suya es inagotable, “como un buen poema”.

3 construcciones de Alberto Campo Baeza

Casa De Blas

Casa de Blas, Sevilla la Nueva (Madrid), 2000.

Pabellón

Polideportivo UFV, Pozuelo (Madrid), 2016.

Pared ámbar

Casa Domus Aurea, Con Gilberto Rodríguez, Monterrey (México), 2016.