Bautizada con el propio nombre del valle, la bodega de tintos Otazu disfruta de un microclima privilegiado, entre las paredes naturales de la Sierra del Perdón y la de Sarbil y bañada por el río Arga. Se encuentra a solo ocho kilómetros de Pamplona y, además de propuestas enológicas, ofrece a sus visitantes patrimonio histórico y arte contemporáneo.

En 2020, en los V Premios de Enoturismo Ruta del Vino de España fue reconocida como Mejor Bodega Abierta al Turismo, "por situar el mundo del vino al mismo nivel cultural que las grandes obras de arte contemporáneo y plasmar, de manera rotunda, la unión del vino con la historia, la naturaleza y el arte".

Las bodegas se encuentran a ocho kilómetros de Pamplona.

Es, precisamente el arte, el leiv motiv que se sostiene esta bodega emplazada en una tierra en la que antes de vides hubo remolacha que se usaba para hacer azúcar. Hoy, en una superficie de cerca de más de 110 hectáreas crecen cabernet sauvignon, merlot, chardonnay y tempranillo en un paraje desde donde se vislumbran una iglesia románica del siglo XII, una torre palomar del siglo XIV y dos palacios renacentistas del siglo XV.

Enclavada en un paraje idílico a 60 kilómetros del mar Cantábrico y a 35 de los Pirineos, su historia ha estado ligada a la elaboración del vino desde la Edad Media y sus caldos eran tan conocidos que la Corte Real de Carlos III disfrutaba de los vinos elaborados en Otazu. La bodega, planteada como un château francés, data de 1840, pero hubo de cambiar sus cultivos tras la llegada de la filoxera, que arrasó los viñedos. Gracias a la singularidad climática de la zona y a la trayectoria de los vinos en el mercado, desde 2009 tienen la Denominación de Origen propia bajo el nombre Pago de Otazu.

El arte también se expone entre viñedos

Una galería de arte

En 2013 la bodega experimentó una revolución con la incorporación de Guillermo Penso (Caracas, 1982) al frente de un proyecto que, además del vino, tenía que integrar otra de las pasiones de la familia, el arte.  Porque si algo sorprende en este lugar son las piezas de arte contemporáneo que adornan el exterior y el interior de la sala de barricas. Entre ellas, una Menina de Manolo Valdés.

Los muros de piedra también acogen obras de arte.

Esta apuesta se debe a que el venezolano cree firmemente que el arte y el vino "son ambas manifestaciones de la cultura y un homenaje a la creatividad humana". Es el artífice de la creación de Fundación Otazu, cuya colección cuenta con alrededor de mil piezas de artistas como Tàpies, Millares, José Guerrero, Zobernig, Juan Uslé, Isaac Julien o Bruno Kurru. "La Fundación Otazu nace para crear contenidos y actividades que vinculen el arte y la industria, de tal forma que se produzca una síntesis donde desaparezca esa distinción", resume Guillermo Penso, presidente de la Fundación y director general de Bodega Otazu, que atesora también obras de Ai Wei Wei, Anish Kapoor, José Manuel Ballester, Jaume Plensa, Olafur Eliasson y Daniel Canogar, entre otros.

Penso también es responsable de haber conseguido que la bodega esté vinculada al mundo del arte moderno, hasta tal punto que desde hace varios años da el pistoletazo de salida al programa VIP de la feria de arte ARCOmadrid con la celebración de su Art Weekend.

 

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