Un hotel en el alto Duero de Portugal en el que descansar rodeado de campos y naturaleza
La hospitalidad rural de Ventonzelo (antigua finca convertida en hotel por el estudio Santelmo & Pereira) celebra las bellezas del paisaje y los sabores de la región vinícola portuguesa del Duero
Es el momento de evadirse de la ciudad por unos días. El momento –quizá un plan de evasión largamente postergado- de recorrer la región portuguesa del Alto Duero Vinatero (Alto Douro Vinhateiro), donde se produce vino desde hace dos mil años. El Duero cruza el corazón de roble / de Iberia y de Castilla, escribió Antonio Machado en A orillas del Duero, uno de sus poemas más célebres. Pero muy distintas de las castellanas son estas "orillas" cubiertas de viñedos que, como gradas de anfiteatros vegetales, se escalonan en las colinas hasta el río. Colinas cubiertas de vides, de naranjos y de bosques rodean el hotel Ventonzelo, inaugurado recientemente en una de las más grandes y antiguas fincas de la región, completamente renovada para alojar no sólo habitaciones sino también restaurante, vinoteca, tienda de bebidas y comestibles (productos locales, incluidos los vinos de la finca, aceite de oliva y miel) y un centro de reunión para visitantes. La finca Ventonzelo, cuyo edifico original es del siglo XVI, fue comprada hace pocos años por Gran Cruz, el mayor exportador de vino de Oporto del mundo, no solo con la intención de invertir en la producción de vino sino también como un proyecto de hostelería. Un hotel que mostrara el paisaje, la historia y la gastronomía de esta parte del Duero.
Ahora, Ventonzelo celebra sus cualidades culturales y su patrimonio agrícola dando nueva vida a edificios centenarios que han sido meticulosamente restaurados por el arquitecto Carlos Santelmo (Santelmo & Pereira), sin alterar el paisaje. El diálogo entre mampostería expuesta y paredes encaladas, entre tejas rojas y puertas y ventanas pintadas en colores vivos crean una escenografía rural pintoresca, evocadora de la historia de la finca y de las tradiciones vernáculas. La simplicidad contemporánea de los edificios añadidos se adecuan armoniosamente, a pesar del uso (intencional) de materiales distintos. Esta cualidad de ligereza en la renovación se aprecia también en el interiorismo, proyectado por Cristina Caiano y NBY Concept & Project. El diseño de los interiores conjura el antiguo encanto rural con la sofisticación contemporánea. Las características de las veintinueve habitaciones difieren según en cuál de los siete edificios estén situadas y hacia qué punto del paisaje miren. Con viñedos, bodega y huertos propios, el restaurante del hotel Ventonzelo es una fiesta de comida regional elaborada con productos frescos. La sofisticación del diseño no atenúa, sino al revés, la sensación vivir unos días en una verdadera casa de campo. Con desayunos fuertes de campesino y vinos en verdad sublimes.