Como se suele decir, también se come con los ojos. En las experiencias gastronómicas influye no solo la presentación y el sabor de los platos, también el entorno en el que los disfrutamos juega un importante papel en el conjunto. Un buen restaurante va más allá de aquel sitio en el que se come bien y busca ser un espacio en donde uno se siente a gusto. Y eso es lo que se ha conseguido el Grupo Carbón con su proyecto más ambicioso hasta la fecha. En Fanático, el nuevo restaurante ubicado en el madrileño Paseo de la Castellana, un gigantesco elefante con sombrero de copa soportado por una pequeña estructura que hace equilibrio sobre una esfera en mitad de la sala, te invita a experimentar con los sentidos.

Pero el circo no es el hilo conductor del establecimiento. Rodeado de telas que cuelgan del techo, el animal lidera el espacio de 400 metros cuadrados divididos en dos plantas, que busca reflejar las pasiones del dueño de una gran casa y transportar a los comensales a un viaje de aventura. "Queríamos recrear la casa de un fanático de la vida, la casa de un loco de la música, de los viajes, de los animales y del arte. La gran estantería de roble llena de elementos decorativos antiguos inspira y recoge las grandes pasiones del dueño de la casa. Pero sin duda, la gran pasión del Fanático es la fantasía, donde al llegar la noche su cabeza da rienda suelta a su imaginación y su casa se convierte en un espectáculo de luces, música y grandes sorpresas para el placer y disfrute todos sus invitados", cuentan Daniela Bickenbach y Paula López Fadrique, artífices del interiorismo.

Un gran espejo convexo refleja la sala da la bienvenida a todo aquel que entra a Fanático.

Un gran espejo convexo que refleja la sala, moquetas de los años 70, vinilos en las paredes, terciopelos y materiales naturales junto a unos pronunciados ventanales de dan forma al salón de una casa llena de vida. "Como queríamos generar un ambiente cálido y acogedor, mezclamos el color arena de las paredes con una explosión de colores donde destaca el verde, acompañado de naranjas, calderos, rojos y azules. Y siguiendo con la idea de recrear una casa, nos inspiramos en las viviendas clásicas de la zona, revistiendo el espacio con panelados de madera de roble natural, escayola, soga, terciopelo, alfombras coloristas, mimbre y espejos envejecidos", detallan las interioristas, para quienes el mayor reto constructivo lo han encontrado "sin duda, en la gran algura y diafanidad del espacio", que solucionaron "con la creación de dos plataformas elevadas de formas orgánicas que generan zonas diferenciadas y por supuesto, con la colocación de telas en el techo alrededor del elefante, dándole así protagonismo al salón principal y generando más teatralidad".

En ese ambiente cálido, divertido y confortable, además de un tanto sofisticado, se presenta una carta dominada por los platos típicos de la gastronomía mediterránea que juega con un profundo respeto elaborado con la mejor técnica sin enturbiar su sabor original, como el Carpaccio de atún de Almadraba aliñado con yema de huevo de corral curada en salsa de soja y aceite arbequina; o el Bacalao a la brasa, del que se aprovechan sus jugos de cocción para hacer un pilpil al momento.

El local está decorado como el salón de una casa en el que se reflejan las pasiones de su supuesto dueño, siendo la música una de ellas, como demuestran los vinilos en las paredes.

El espectáculo, marca insignia de la casa, se hace evidente en el show que acompaña a varios de los platos que se terminan delante del cliente. Aunque la experiencia en Fanático se completa con una propuesta artística, atrevida y sorprendente por parte de un equipo de bailarines, cantantes, y DJ’s que dejan marca con espectáculos en los que la danza y la música marcan el ritmo lunes, martes, miércoles y viernes; con apariciones de los espectáculos de Vendetta y Masaka los jueves y domingos, haciendo de Fanático un espacio en el que todos los sentidos vibran en su máxima expresión.