Durante años, el blanco en las paredes ha sido considerado el comodín cromático por excelencia en decoración: limpio, luminoso, neutro y aparentemente infalible. Pero las tendencias actuales en interiorismo invitan a una reflexión más profunda. ¿Es realmente el blanco la mejor opción en todos los espacios? ¿Y qué ocurre cuando se aplica de forma indiscriminada? Para entender por qué no siempre conviene recurrir a él como única solución, hablamos con el interiorista Xavier Martinell, director de Luzio Studio, que nos ofrece una mirada crítica y matizada sobre este color tan extendido.

“Aunque el blanco en decoración se suele asociar a limpieza, amplitud y luminosidad, no siempre es la opción más acertada en interiorismo. Pintar todas las paredes de blanco sin una estrategia clara puede reflejar una falta de proyecto. No se trata de descartar el blanco, sino de entender cómo funciona en cada espacio y cómo puede influir, positiva o negativamente, en la percepción general del espacio."

Luz, deslumbramiento y matices que importan

“El blanco refleja intensamente la luz, lo que en determinados contextos, como áticos con gran entrada de luz natural o viviendas orientadas al sur, puede resultar excesivo, generando deslumbramiento y cierta frialdad. En estos casos, optar por tonos más matizados o ligeramente más oscuros puede ayudar a absorber parte de la luz y crear ambientes más calmados y envolventes.”

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Si tienes una casa con mucha luz, opta por tonos algo más oscuros, como este proyecto de Luzio Studio.

Amador Toril / Estilismo Cristina Rodriguez Goitia

Cuando un espacio ya cuenta con gran claridad, reforzar esa luz con blanco puro puede ser contraproducente. Tonos como el blanco hueso, el lino, el gris perla o incluso matices beige aportan un efecto igualmente luminoso pero mucho más acogedor.

Espacios sin estructura visual

“También hay una falsa creencia sobre la idea de que el blanco agranda los espacios. Y aunque a veces es cierto, no siempre lo consigue. Al contrario, puede difuminar los límites y dejar el espacio sin estructura visual. Introducir otros colores, incluso revestimientos como papeles pintados, permite crear fondos interesantes y generar puntos focales que den profundidad y personalidad al ambiente.”

Luzio Studio Proyecto Piso Casa Fabián SALÓN Bcn 051

Nunca digas no a un bonito y original papel pintado.

Luzio Studio

Colores suaves, empolvados o incluso tonos oscuros estratégicamente colocados pueden definir zonas y aportar ritmo a una planta abierta. Un tono más profundo detrás del sofá, por ejemplo, puede anclar visualmente el mobiliario y generar sensación de orden.

No todos los blancos son iguales

“Otra cuestión importante es que no existe un único blanco. Hay infinidad de matices —cálidos, fríos, apagados, cremosos, agrisados— y cada uno se comporta de manera distinta con la luz, el suelo o el mobiliario. Pintar sin estudiar previamente cuál es el blanco más adecuado para ese espacio concreto puede llevar a resultados planos o poco acogedores.”

En espacios con suelo en madera cálida, por ejemplo, un blanco con matiz amarillo puede resultar empalagoso. En cambio, un blanco agrisado puede hacer que todo se vea más limpio y actual. Por eso, probar varios tonos antes de pintar es una práctica cada vez más habitual entre interioristas.

El diálogo entre el color y los materiales

“Además, cuando proyectamos un interior, no trabajamos con el color en abstracto, sino en diálogo con los materiales, las texturas y las piezas que van a habitar ese espacio. Hay tapicerías, maderas o metales que simplemente no brillan igual sobre un fondo blanco. Muchas veces, un tono más profundo o sofisticado en la pared realza el diseño de un sofá, una obra de arte o una alfombra. El blanco, mal elegido, puede ‘apagar’ piezas cuya intención es destacar.”

Luzio Studio COMEDOR

Si hay una pieza que quieras destacar, el blanco no siempre va a ser el mejor fondo para hacerlo. Luzio Studio lo aplica en sus proyectos.

Luzio Studio

En decoración, el fondo es tan importante como el contenido. Un blanco mal elegido puede neutralizar el carácter de una estancia. Por eso, hoy se valora el uso de colores cálidos como base, especialmente cuando el interiorismo busca resaltar mobiliario o piezas singulares.

Oportunidades desaprovechadas

“En viviendas con techos altos o con gran superficie, pintar de blanco por sistema es una oportunidad desaprovechada. En esos casos, podemos permitirnos explorar una paleta más rica, con matices que sirvan como base para una decoración más envolvente.”

Los tonos piedra, arcilla clara, visón o incluso azul pálido pueden envolver el espacio sin oscurecerlo. En techos altos, pintar con color también puede ayudar a “bajar” visualmente el espacio, haciéndolo más íntimo y acogedor.

Luzio Studio Proyecto Bori i Fontesta` FOTO© Montse Garriga SALO´N

Busca texturas y materiales que transmitan calidez. En este proyecto, Martinell jugó con una pared laminada de madera.

Montse Garriga

Práctica, mantenimiento y emociones

“No olvidemos esa parte más práctica, porque las paredes blancas son muy poco sufridas. Cualquier roce o marca se hace evidente, lo que implica un mantenimiento constante y muchas veces innecesario.”

“Por último, hay un componente emocional que no debemos obviar. En entornos fríos, con poca luz o en días grises, un blanco excesivo puede potenciar esa sensación de frialdad, restando confort. Al final, nuestra labor como interioristas es crear espacios que generen bienestar, que hablen de quienes los habitan y que funcionen en el día a día. Y eso, muchas veces, requiere ir más allá del blanco absoluto.”

El blanco seguirá siendo un gran aliado del interiorismo, pero no debe aplicarse por inercia. Como señala Martinell, no es cuestión de eliminarlo, sino de usarlo con criterio, sensibilidad y, sobre todo, con una idea clara de lo que se quiere conseguir en cada espacio.

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