En este apartamento del Eixample barcelonés, los baños son auténticas cápsulas de diseño. El estudio Blasco Canevari ha reimaginado estos espacios prescindiendo de las mamparas de cristal tradicionales y apostando por soluciones arquitectónicas mucho más sofisticadas, como celosías de madera natural, revestimientos continuos y juegos de planos que aportan privacidad sin cerrar el espacio. El resultado es elegante, sobrio y funcional, demostrando que el lujo está en los detalles bien resueltos.
Una celosía de iroko
El baño principal, por ejemplo, sustituye la típica separación con vidrio por una celosía de iroko diseñada a medida, que actúa como filtro visual y tamizador de luz entre la zona de aguas y el área del lavabo. El mármol natural recorre suelos, paredes y encimeras, generando un efecto monolítico de gran fuerza estética. Los grifos de latón cepillado de Dornbracht y el mobiliario a medida completan un espacio que, pese a su sofisticación, resulta cálido gracias a la textura de los materiales y la luz tamizada.
En los otros dos baños se repite esta voluntad de borrar lo superfluo para resaltar lo esencial. En lugar de cerrar con puertas, se trabaja con retranqueos, franjas de revestimiento y boiseries de madera que definen las zonas húmedas. Incluso el baño de vapor, equipado con sistemas de EFFEGIBI, mantiene esta continuidad espacial que conecta diseño, confort y funcionalidad.
Reinterpretar un piso antiguo del Eixample
El resto del proyecto responde a la misma lógica: reinterpretar un piso antiguo del Eixample para adaptarlo a una forma de habitar contemporánea, más abierta, más fluida y con una conexión constante entre usos y ambientes. La cocina, que ahora actúa como eje central de la vivienda, se abre hacia el salón-comedor mediante un pórtico de mármol que remite directamente al lenguaje de los baños, creando una narrativa continua de materiales nobles, formas depuradas y detalles cuidados.
En la planta baja, además de la cocina, se ubican los tres dormitorios. El principal, con baño en suite y bañera exenta frente a un ventanal restaurado, es una oda a la calma y al bienestar. Las mesitas de noche diseñadas por el propio estudio, las telas de lino y las alfombras artesanales refuerzan la estética silenciosa que vertebra toda la vivienda.
La planta superior, a la que se accede por una escalera rediseñada, acoge un salón de invierno y una terraza con vistas panorámicas sobre la ciudad. Aquí, los materiales se hacen más cálidos a través de la madera de nogal, el estuco en muros y el mobiliario pensado para el relax, evocando la atmósfera de una casa costera. La transición entre plantas, sutil pero clara, acompaña el paso del interior urbano al exterior mediterráneo.
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