Mediterránea en alma, madrileña en contexto y resuelta con claridad espacial, así es Casa SO, una reforma integral de 500 metros cuadrados firmada por el estudio DIIR. El proyecto se despliega en tres niveles con una organización que combina calidez material y un guiño constante a la arquitectura doméstica. El ladrillo visto actúa como hilo conductor, apareciendo en muros estructurales, revestimientos y detalles, ya sea al natural o blanqueado, otorgando unidad y textura a toda la vivienda.
La distribución se basa en tres franjas longitudinales que recorren cada planta de forma paralela: una para circulación, otra para las estancias principales y una tercera para áreas técnicas o auxiliares. Esta disposición permite una lectura clara del espacio, que puede abrirse o compartimentarse con facilidad gracias a muros equipados, puertas correderas y vanos estructurales bien marcados.
Espacios comunes diáfanos
En la planta baja, la vida se articula entre cocina, comedor y salón, que se suceden en una secuencia diáfana y muy luminosa. La cocina, con mobiliario blanco, encimera de acero y un fondo revestido en cerámica vidriada negra, se comunica con el comedor sin necesidad de barreras visuales. La zona de estar, orientada al jardín, queda rematada por una chimenea revestida en travertino, un gesto que introduce verticalidad y peso compositivo.
El pavimento cerámico continuo, los techos altos y la presencia constante de la luz natural potencian la amplitud sin excesos formales. La madera de roble se emplea en carpinterías, frentes y muebles a medida para sumar calidez y reforzar el tono mediterráneo sin recurrir a decoraciones literales. Destaca la escalera que conecta los tres niveles, una pieza escultórica de acero inoxidable con acabado satinado, sobria pero contundente. Desde el vestíbulo de acceso, su presencia organiza la circulación vertical sin interrumpir la lectura horizontal de la casa.
En la planta alta, los dormitorios
En la planta superior se encuentran los dormitorios y los baños. Aquí también se mantiene la lógica de bandas paralelas, aunque adaptada al uso más privado. Los dormitorios cuentan con mobiliario diseñado a medida y acceso a terrazas que refuerzan la conexión con el exterior. Los baños apuestan por materiales duraderos como piedra natural y cerámica neutra, sin renunciar a soluciones funcionales como lavabos volados, grifería empotrada o espejos sin marco. El mobiliario general responde a una estética contenida, funcional y coherente con la arquitectura: líneas limpias, proporciones medidas y acabados honestos. Cada pieza se integra como parte del conjunto, evitando el efecto showroom y potenciando una idea de hogar que fluye desde el uso cotidiano.
Pero el verdadero lujo de esta casa está en su manera de relacionarse con el exterior. Las carpinterías de gran formato abren el salón al jardín, mientras que el pavimento continuo borra la frontera entre dentro y fuera. La vegetación acompaña con discreción una arquitectura que nunca busca imponerse, sino dialogar con el contexto y las necesidades reales de quienes la habitan.
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