Si te concedieran un deseo y pudieras tener la casa de tus sueños, ¿cómo sería? Seguro que muy luminosa, organizada, con presencia de naturaleza… Todo el mundo anhela una casa donde ser feliz y esto es más difícil de conseguir en espacios con poca luz y desordenados.

Con un interiorismo cuidado se puede organizar el espacio y la luz para sacar todo su potencial y esta decisión afecta, además al estado de ánimo. "Decorar es algo más que crear ambientes a la moda", sentencian desde el estudio de arquitectura e interiorismo Dimensi-on. "Al elegir las formas y colores, se influye sobre el cerebro de los habitantes y de los invitados, ya que puedes hacer que se sientan más seguros y relajados o estimularlos para explotar toda su creatividad", sentencian los especialistas y explican cómo la decoración de la casa afecta al estado de ánimo.
 

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Salón con estantería de obra en color beige ocre.
Jotun

Colores como estimulante

Apostar en primavera por los colores fríos y en otoño por los tonos cálidos nos ayuda a sobrellevar las temperaturas de cada temporada y mejoramos nuestro estado de ánimo. Esto se debe a que las tonalidades cálidas como el rojo y el naranja favorecen la sensación de alegría y dinamismo, aunque cuando se llevan al extremo pueden provocar agresividad y sensación de opresión. Para introducirlos en casa y lograr el efecto deseado, lo ideal es utilizar estos colores en la tapicería o tan solo para resaltar una pared.

Por su parte, los tonos fríos como el verde, el azul y el malva transmiten serenidad, tranquilidad y relajación. Son ideales para dar más amplitud a espacios pequeños y para fomentar la creatividad, pero si se abusa de ellos la habitación puede adquirir un carácter impersonal y deprimente.

Antes de tomar una decisión sobre qué color elegir, ayuda tener presente cuál es el objetivo de cada habitación. Así, en el salón o en las zonas sociales de la casa es preferible optar por tonos cálidos y dejar los colores fríos para el dormitorio.

Comedor con una ventana abierta con vistas al mar.
Eugeni Pons

Que no falte la luz

Además de impedir ver correctamente y afectar a nuestra salud, una mala iluminación incluye en nuestro estado de ánimo. Con una buena luz aumentan los niveles de energía, mientras que cuando ésta es deficiente, hay más probabilidades de estar triste.

Es importante enfocar esfuerzos para organizar el espacio de tal manera que se filtre la luz natural, ya que estimula la producción de serotonina y endorfinas, o en su defecto, hacerse con una buena iluminación artificial.

salon con techos altos de madera. 3. Altas dimensiones
Eugeni Pons

Altas dimensiones

Lo que ya se conoce como neuroarquitectura ha demostrado que las dimensiones de los espacios de una casa afectan a la respuesta de nuestro cerebro. Según esta teoría, un espacio con techos altos favorece la creatividad, mientras que cuando son bajos generan paz y favorecen la relajación y la concentración.

Por otro lado, las estancias con formas orgánicas y redondeadas aportan tranquilidad y los ángulos muy pronunciados envían al cerebro un mensaje de amenaza.

Armario abierto con ropa y zapatos a la vista
Eugeni Pons

Cada cosa en su sitio

Los expertos no se cansan de repetirlo: el orden, la limpieza y la ventilación son imprescindibles para una distribución armoniosa. Para conseguirlo, hay que deshacerse de todo lo que no sirve y establecer un orden riguroso con todos los objetos que van a permanecer en casa y quedarse con aquellos que realmente usamos y nos aportan felicidad. Un espacio organizado genera eficiencia y disminuye el estrés.

Salón con azulejos verdes y plantas.
Eugeni Pons

El poder de la naturaleza

Incluir plantas y flores en las distintas habitaciones de la casa aporta vida, calidez y le dan un toque de frescura al espacio. Además, los estudios corroboran que los elementos vegetales disminuyen el estrés, aumentan la productividad y la concentración y mejoran la calidad del aire.

 

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