Junto a la iglesia de Santa María del Mar, uno de los iconos del Born de Barcelona, se halla esta casa transformada por el estudio CAAL. "Nos encontramos con una finca catalogada y un apartamento con mucho potencial", cuenta Rafael Aliende que, junto a Carolina Castilla, forman tándem al frente del despacho. Entre las ventajas que presentaba el proyecto, el hecho de contar con una base de arquitectura tradicional y con materiales como la piedra y la madera.
Retrato de la arquitecta Carolina Castilla, de CAAL
Foto: Raúl Candales
La altura de los techos (5 metros), en contraposición a una superficie limitada (49,5 m2), también jugaba a su favor y se potenció suprimiendo un altillo existente. Como inconvenientes, se enfrentaban al reto de adaptar una vivienda antigua a los criterios de confort actuales, así como a la integración de las instalaciones y, cómo no, al ruido. Todo vecino del Born sabe que vivir en uno de los barrios con más encanto de la ciudad conlleva habituarse al murmullo constante de los transeúntes, que en ocasiones puede resultar agradable y, en otras, sencillamente, una pesadilla, por lo que aislar puertas y ventanas se convirtió en una necesidad.
Barrio del Born de Barcelona
Foto: Raúl Candales
Los elementos originales de la casa, los que dan pistas sobre su pasado, como los grandes ventanales con porticones interiores, los forjados devigas de madera y las bovedillas catalanas, están en el epicentro de esta reforma. El estuco del baño, por ejemplo, retoma la textura de la arcilla para integrarse con las superficies de piedra y de madera. Un baño, por cierto, de dimensiones reducidas al que el estudio ha sabido sacar todo su potencial pintándolo con una combinación de azules que recuerda a la que se da unos metros más abajo, en la playa. "Sentimos un máximo respeto por lo existente y creemos en la idoneidad de devolverle el carácter original y de potenciarlo.
La elección de materiales y la distribución siguieron esta línea", explica Rafael. La distribución no supuso ningún problema. "La disposición era clara, con espacios altos y rectangulares, fáciles de distribuir y bien iluminados", revela el arquitecto. "Optamos por una distribución diáfana y muy funcional. Aprovechamos el espacio para ganar superficie de almacenamiento, con armarios empotrados y estanterías integradas". El resultado está a la altura.
Vista del salón desde la cocina
Foto: Raúl Candales