¿Es esta la casa más bonita de Silicon Valley?

La renovación de esta casa por Ryan Leidner se ha rendido a la lógica estructural del entramado de columnas y vigas, eliminando paredes y abriendo las habitaciones a un patio central de vegetación exuberante.

27 de septiembre de 2020, 22:22

No surgió esta casa, aunque lo parezca, desnuda y perfecta como Venus de las aguas. Situada en Sunnyvale, un barrio residencial de Silicon Valley, su diseño original es de 1962, con un patio central alrededor del cual se ordenan los espacios. Los propietarios, Isabelle Olson y Matthaeus Krenn, expertos en diseño tecnológico, imaginaron una nueva vida, más eficiente y cómoda, para esa casa que los había cautivado. Recurrieron al arquitecto Ryan Leidner. A modo de celebración de la lógica estructural de postes y vigas, las paredes fueron estratégicamente eliminadas, abriendo el plano de la planta. En la fachada posterior, un conjunto de puertas correderas de cristal permiten que el espacio interior fluya mansamente hacia el patio trasero y la piscina. Las habitaciones se abren hacia la exuberancia del paisajismo, que equilibra la limpidez minimalista del interiorismo.

El proyecto de reforma ha retirado todas las capas de remodelaciones realizadas a lo largo del tiempo, como paredes espejadas y antiguos gabinetes, despejando los espacios para una paleta de materiales más refinada y para una blancura reluciente que es toda una poética. Baldosas de porcelana cubren todo el suelo de la casa, afianzando la consistencia material desde el interior. Alisado y pintado el yeso de las paredes, madera machihembrada en el techo y las vigas, mármol de Carrara en las
encimeras de la cocina, clásicos del diseño en la exquisita y escueta selección del mobiliario. Un plano de tablas verticales de cedro rojo en la fachada. Luces de claraboya de diverso tamaño y a distinta altura en varias estancias.

Minutos de contemplación en el patio central, en medio de la vegetación, en medio también de ese blanco absoluto y de las paredes correderas transparentes, con ese juego de líneas rectas paralelas y el triángulo de la doble ala en los bordes del tejado, la casa suscita asociaciones de experiencias arquitectónicas tan bellas como variadas. Asoman el blanco encalado de toda la costa mediterránea, la madera blanca de las villas puritanas de Nueva Inglaterra y de las mansiones con altas columnas y anchos porches del “profundo sur”, el blanco neutro del racionalismo europeo. Y el patio recuerda claustros de iglesias tropicales a los que les hubieran quitado las paredes.

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