Imagina vivir en un espacio donde los límites entre interior y exterior se desdibujan, como el suave abrazo de la pulpa de un aguacate. Así es esta vivienda de 165 metros cuadrados ubicada en el corazón de El Barrial, Nuevo León, México, rodeada de una parcela de cinco mil metros cuadrados y que ha diseñado por el estudio Práctica Arquitectura con David Martínez Ramos al frente, quien la ha bautizado con el nombre de nuestra fruta verde favorita.
El diseño, concebido a partir de un esquema de cuadrados concéntricos, crea una danza armoniosa entre los espacios, permitiendo que la luz solar y la brisa fluyan sin restricciones, como una sinfonía magistral de líneas geométricas y formas naturales, un juego que cautiva los sentidos y redefine la relación entre la arquitectura y su entorno.
La luz cenital, que se filtra a través del techo del espacio central, otorga un toque mágico a la casa.
Foto: César Béjar
Una extensión natural
La luz cenital, que se filtra a través del techo del espacio central, otorga un toque mágico a la casa "El Aguacate" Desde aquí, los residentes pueden contemplar el paisaje circundante a través de ventanales estratégicamente ubicados que se abren hacia patios perimetrales y una amplia terraza. Estos espacios exteriores se convierten en extensiones naturales de la vivienda, con plataformas que conectan a sus habitantes con la tierra que los rodea.
La distribución interior sigue el ritmo de la naturaleza, con las habitaciones y servicios dispuestos en tres células alrededor del espacio central. Esta disposición no solo crea una experiencia visualmente armoniosa, sino que también contribuye a mantener una presencia discreta y compacta."El Aguacate" no es simplemente una casa, sino una interfaz armoniosa entre sus habitantes y su entorno.
Madera, gris, sencillez y vistas al exterior, el mantra de menos es más tiene aquí todo el sentido.
Foto: César Béjar
La teoría del menos es más
Los espacios públicos y privados que se adosan alrededor de la sala y comedor central, sostienen el alto techo de 4,5 metros de altura con sus muros de block gris protegidos con un acabado rústico de afine pulido. La sobriedad y solidez exterior junto con el diseño de paisaje en piedra aparente acentúan la apariencia pétrea y monolítica de la casa, dialogando por medio del color y las texturas con el intenso color verde del jardín y el extenso carácter del sitio. Así, su arquitectura demuestra ese secreto a voces del menos es más. Esta simbiosis entre materiales naturales y diseño moderno es un tributo a la dualidad de la humilde fruta, el aguacate, que encierra en su interior un tesoro de nutrientes y sabor.
"El Aguacate" va más allá de ser solo una casa; es un recordatorio viviente de cómo la arquitectura puede abrazar la simplicidad, la funcionalidad y la estética con elegancia. En un mundo donde las fronteras entre el entorno urbano y rural se desvanecen, esta casa se erige como un faro de compromiso ambiental y belleza consciente. Al igual que la fruta que le da nombre, demuestra que lo esencial puede ser extraordinario y que una idea bien ejecutada puede hablar con elocuencia a través de la pureza del diseño.