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Enclavada casi en la cima de la montaña, el nombre de la casa simboliza el esfuerzo de construir, a pesar de las condiciones extremas del terreno, en lo más alto de la pendiente, para capturar la visión del paisaje.

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La casa está conformada por una superposición de “cajas” ceñidas por el propio terreno.

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Sofá modular Ulm, diseño de Ramón Esteve para Vondom. Cojines, de Libeco, adquiridos en Home Design International. Mesa de centro, modelo Mann, de Fran Silvestre para Petra. Cesto, de H&M Home.

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Las niveles inferiores (semisótano y sótano) están como agazapados y unidos al terreno. En la planta semisótano se ubican dos dormitorios y la suite, mientras que en el sótano están el gimnasio, un espacio para practicar yoga y una sala de cine.

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Sofá, modelo Marea, de Gordon Guillaumier para Arketipo, adquirido en Loft Interiorismo de Valencia. Mesa de centro, diseñada por el arquitecto, de ónix Neve d’Or. Sobre ella, candelabros, de H&M Home.

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Mesa elíptica de ónix Neve d’Or apoyada sobre tres patas de vidrio templado y laminado, todo ello unido por unas garras de acero inoxidable, diseño de Ramón Esteve. Sillas Athena, diseño de Mauro Lipparini para Arketipo. Platos, de Muubs.

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El mobiliario de la cocina es un diseño del arquitecto realizado a medida, con un frente de armarios que van de suelo a techo y cubren toda la pared del fondo, y una  isla de trabajo con encimera de mármol Crema Marfil.

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En la suite, la alfombra es del fabricante Flamant, a la venta en Home Design International. La ropa de cama, de Libeco, se ha comprado en la misma tienda. El edredón de lino es de Zara Home.

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En el baño, abierto a las vistas, una bañera redonda diseñada por Ramón Esteve Estudio y fabricada por Petra. La grifería es la Rettangolo, de Gessi. Taburete Memphis, de Muubs, en Home Design International.

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La encimera del mueble del lavabo se ha realizado con mármol negro Marquina. La grifería es de Treemme Rubinetterie. Espejo, modelo Ray, de Francesc Rifé para Petra. Cesto, de H&M Home.

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Las impresionantes piezas de ónix Vulcano adquieren un carácter casi escultural y se despliegan en las estancias de noche, como un lienzo sobre el que admirar las cualidades plásticas de la piedra natural.

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Los peldaños volados de la escalera, también de ónix, emiten luz por todas sus caras gracias a un efecto producido por un diseño patentado para su estructura interna, lo que remarca las vetas de la piedra.

Podría llamarse La casa de ónix, pero tiene sin duda más sentido que su nombre sea La Casa de la Cantera. Así, la connotación tectónica del proyecto cobra mayor relevancia. Enclavada casi en la cima de la montaña, el nombre de la casa proyectada por Ramón Esteve simboliza también el duro trabajo de construir, a pesar de las condiciones extremas del terreno, en lo más alto posible de la pendiente, a fin de capturar la visión del paisaje ondulado y verde (estamos en una zona residencial boscosa de Valencia) en toda su amplitud.

Conformada por una superposición de “cajas” ceñidas por el propio terreno, en un vacío que la aísla y la protege, la casa crea su propio universo interior. Las niveles inferiores (semisótano y sótano) están como agazapados y unidos al terreno. Arriba, en cambio, la apertura de los espacios es doble: a un lado, la mirada se pierde en el horizonte, buscando la línea en que el mar se toca con el cielo, más allá del filtro intermedio de la piscina; al otro, la mirada reposa en el monte mediterráneo. La piscina es un prisma que, desde el nivel superior, vuela sobre las habitaciones y el gimnasio.

“La apariencia masiva y estructural de la vivienda es una proyección de la expresividad de los materiales en bruto”, define la memoria del arquitecto. El conjunto de planos de hormigón blanco (ejecutado in situ) es atravesado por un núcleo central de ónix amarillo, como una escultura metafísica en su aspecto traslúcido. Los peldaños volados de la escalera, también de ónix, emiten luz por todas sus caras gracias a un efecto producido por un diseño patentado para su estructura interna.

De noche, detrás de la fachada acristalada (que se refleja en la piscina), el ónix Vulcano retroiluminado representa la dimensión tectónica, evoca un dibujo de vetas descubiertas por una ráfaga de lámparas de buscadores de piedras preciosas en las entrañas de la Tierra. Pero estamos al borde de la piscina, conectados con el horizonte marino.