El Pabellón Barcelona que Mies van der Rohe diseñó en colaboración con Lilly Reich para representar a Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 ha inspirado algunos escenarios de la película Competencia Oficial, dirigida por la pareja de realizadores argentinos Mario Cohn y Gastón Duprat e interpretada por Antonio Banderas y Penélope Cruz junto con el también actor argentino Oscar Martínez, cuyo rodaje acaba de concluir después de un parón de varios meses por culpa de la pandemia de COVID-19. Lo que da pie a homenajear este icónico edificio que representó el epítome del "menos es más" defendido por el arquitecto alemán. Pocas veces una construcción tan escueta y de tamaño tan modesto –todo el conjunto no supera los mil metros de superficie– ha marcado un hito tan trascendental en el devenir arquitectónico. Muchos expertos lo consideran como una de las cuatro piezas canónicas de la arquitectura del movimiento moderno junto con el edificio de la Bauhaus de Gropius, la villa Savoye de Le Corbusier y la Casa de la Cascada de Wright. Esta es su historia.

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De nuevo juntos

Competencia Oficial es la segunda película en la que colaboran Antonio Banderas y Penélope Cruz, después de Dolor y Gloria de Pedro Almodóvar (en la que de todos modos no llegaron a compartir escenas en la pantalla). En la cinta, la actriz encarna a una realizadora que se enfrenta al duelo de egos entre Banderas y el actor argentino Oscar Martínez, a los que debe dirigir. Cine dentro del cine. En la imagen, un fotograma de la película con Banderas y Cruz con un escenario inspirado en el Pabellón Barcelona.

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Símbolo de progresismo y apertura

Las autoridades de la República de Weimar quisieron aprovechar la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 para mostrar el carácter aperturista y moderno del nuevo estado alemán surgido de las cenizas de la Primera Guerra Mundial. Y qué mejor que confiar la materialización de esa idea a Mies van der Rohe y Lilly Reich, quienes venían de triunfar en la Exposición Werkbund de Stuttgart de 1928, donde mostraron sus ideas arquitectónicas avanzadas. Fue el propio Mies van der Rohe quien eligió el emplazamiento del pabellón, algo apartado del eje principal del recinto ferial diseñado por Puig i Cadafalch para que no se viera afectado por el "ruido" de los grandes edificios construidos para la ocasión. En la ilustración, una imagen de época del pabellón.

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Libertad espacial

La propuesta de Van der Rohe y Lilly Reich exploraba conceptos por entonces novedosos como la planta libre y la continuidad espacial. El diseño se rige por un estricto módulo de 1,09 metros cuadrados​ y está considerado un ejemplo arquetípico de simplicidad y rigor constructivos. El juego libre de planos exentos, la fluidez espacial y la riqueza visual obtenida gracias a la transparencia de los grandes paños acristalados y los reflejos de las distintas superficies (mármol pulido, vidrios y láminas de agua), pretendía transmitir la idea de libertad y progreso de la nueva república alemana. En la imagen, un dibujo del pabellón del propio Mies van der Rohe.

Ludwigh Mies van der Rohe Barcelona

Toque expresionista

Para enfatizar el mensaje de mirada al futuro que encarnaba el pabellón, se instaló en él la escultura de bronce Mañana, de Georg Kolbe. En realidad se trataba de una copia del original realizado en 1925 –la que figura actualmente es otra copia de 1986–. Enmarcado en el expresionismo, Kolbe tenía predilección por la representación de la figura humana, característica derivada de la influencia de su principal referente, el escultor francés Auguste Rodin.

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Refinamiento material

La construcción se resolvió con acero, cristal, y cuatro tipos de mármoles: travertino romano, mármol verde de los Alpes, mármol verde antiguo de Tinos​ y ónice doré del Atlas africano.​ Una cortina roja y una alfombra negra combinaban con el color amarillento del mármol ónice de la pared para imitar los colores de la bandera alemana.

pabellón barcelona mies van der rohe interior

La forma sigue al... material

El bloque de ónice original condicionó la altura final del pabellón. Mies, hijo de cantero, sabía que no se podía cortar piedra en invierno, debido a que la piedra húmeda recién cortada corría el riesgo de fracturarse por las heladas. El apretado calendario de entrega obligó al arquitecto a recurrir a las existencias de material disponible, y fue el propio Mies quien encontró el bloque de ónice en un depósito de mármol en Hamburgo.​ La pieza tenía unas medidas de 240 x 160 x 60 cm. Mies decidió entonces dar al pabellón una altura igual al doble de la altura del bloque, adoptando una altura libre de 3,10 m.

pabellón barcelona sillas barcelona mies van der rohe

Mobiliario escaso, pero esencial

El escaso mobiliario del pabellón estaba formado exclusivamente por sillas, que también fueron diseñadas por Mies van der Rohe y Lilly Reich para la ocasión. El resultado fue un icono del diseño contemporáneo, la silla Barcelona, que todavía sigue en producción por la firma Knoll. Inspirada en la sella curulis utilizada por los antiguos magistrados romanos, fue el primer modelo de silla en el que se empleó acero inoxidable en mobiliario para interiores.

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Segunda oportunidad

A la finalización de la exposición el pabellón fue desmontado en enero de 1930, a pesar de que muchas voces pidieron su preservación. La estructura metálica fue vendida allí mismo, y las piezas de mármol devueltas a Alemania.​ Sin embargo, con el paso del tiempo esta obra fue ganando reconocimiento como un referente clave para la historia de la arquitectura del siglo XX, por lo que desde 1954, y por iniciativa del arquitecto Oriol Bohigas se empezó a gestar la idea de reconstruir el edificio en su emplazamiento original. Esa idea tomó un impulso definitivo con la llegada del primer ayuntamiento democrático a Barcelona, y el nuevo pabellón por fin vio la luz en 1986.