El principio físico-químico es conocido desde hace mucho tiempo, pero hasta ahora nadie le había sacado una aplicación práctica en el campo de la iluminación. A través de la ionización, los electrolitos de un líquido salino reaccionan en contacto con placas de magnesio y cobre y generan una corriente eléctrica.

Lo novedoso en este caso es que la start-up E-Dina ha patentado un proceso que mantiene esta reacción química durante un tiempo suficientemente prolongado para alimentar una lámpara. El resultado es WaterLight, una lámpara portátil diseñada en colaboración con la firma Wunderman Thompson Colombia.

La lámpara está realizada con un cilindro de madera de urapán que contiene un circuito integrado en su base.

En comunidades cercanas a la costa y desconectadas de la red, es una alternativa más fiable que las ya conocidas lámparas solares porque no dependen de la bondad de la climatología. Además, se regeneran de forma inmediata, sin tener que transformar la luz del sol en energía alterna para almacenarla en una batería.

La lámpara está realizada con un cilindro de madera de urapán con un circuito integrado en su base y una tapa perforada que permite que el agua fluya dentro del dispositivo mientras se expulsa el hidrógeno generado durante el proceso de ionización. Cuando las partículas de sal se han evaporado, la lámpara puede vaciarse y rellenarse. El agua sobrante puede reutilizarse para otros usos, como la limpieza.

La lámpara también puede alimentar pequeños dispositivos electrónicos como móviles gracias a un puerto USB integrado.

En caso de no disponer de agua de mar, la lámpara incluso podría alimentarse en situaciones de emergencia con orina ya que esta también contiene iones de sodio y cloro, además de una pequeña cantidad de potasio, con los que puede producirse la electrólisis.

A lo largo de su vida útil, una lámpara puede proporcionar alrededor de 5.600 horas de luz, lo que equivale a dos o tres años de uso dependiendo de la frecuencia de uso. La Lámpara también puede cargar pequeños dispositivos electrónicos gracias a un puerto USB incorporado.

El diseño incluye elementos de la artesanía propios de la comunidad indígena Wayúu, como tallas en la madera y asas de tejido trenzado.

El proyecto fue desarrollado originariamente para suministrar luz a la tribu Wayúu, una comunidad indígena que vive en la península Guajira, el extremo norte de Suramérica, en la frontera entre Colombia y Venezuela. De hecho, en el diseño de la lámpara se han integrado elementos de la artesanía Wayúu, como símbolos tallados en la madera y asas de tejido trenzado.

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