Igual que la mejor forma de hacer dieta es ingerir una cantidad variada y suficiente de alimentos saludables, la manera más eficaz de conseguir una casa ligera es nutriéndola con una buena materia prima. Empezando por la propia arquitectura del edificio y siguiendo por las piezas de mobiliario y los complementos de decoración, cada decisión con respecto al espacio tiene un peso específico, y nunca mejor dicho. Puede contribuir a elevar o a reducir el peso de la construcción, y, como consecuencia, la calidad de vida de quien la habita. En un extremo de la balanza, una casa pesada, y en el otro, una casa liviana o ligera.  ¿En cuál prefieres estar?

La pregunta del millón (de kilos)

Un día, a sir Norman Foster, uno de los arquitectos más influyentes de nuestra época, su amigo, el visionario norteamericano Buckminster Fuller, le preguntó cuánto pesaba un edificio del británico que estaban recorriendo juntos. El arquitecto no supo qué contestar. Pocos días después, Foster ya tenía la respuesta, pero eso no era lo más importante. El arquitecto había entendido que el número de toneladas de una construcción estaba relacionado con el hecho de hacer las cosas de una forma precisa. Y que con ese punto de partida se podía diseñar una casa y se podía acabar diseñando un mundo entero.

Ingerir más fruta y verdura, beber agua en vez de bebidas azucaradas. Seguro que te suena cuando se habla de perder peso. Trasladado a la casa, estaríamos hablando de una dieta a base de materiales naturales libres de tóxicos, de una buena calidad del aire interior, de colores generadores de paisajes etéreos y de entradas de luz sutiles que regalen mucho bienestar. Todo suma. O todo resta. Que no te pille por sorpresa la pregunta: "¿Cuánto pesa tu casa?".

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PUREZA: la blanca antigüedad

El blanco es el color de la ingravidez, de lo inmaterial, del espíritu. En muchos idiomas equivale a "vacío". Es el color con el que vestían los filósofos griegos, mientras paseaban dialogando entre columnas de mármol blanco. Y es el que adoptaron los burgueses después de la Revolución Francesa para manifestar su rechazo a los excesos del rococó. En esa época, la moda establecía que el vestido, el calzado y las joyas no debían pesar juntos más de 250 gramos, como ilustra Eva Heller en su libro Psicología del color. El blanco siguió siendo el color más elegante durante decenios, y es una opción recurrente de los arquitectos e interioristas, que siguen viendo en él una apuesta por la pureza, por la esencialidad.

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SIEMPRE MIES: la abundancia de la simplicidad

El "menos es más" de Mies van der Rohe no es una expresión gastada, por mucho que se haya abusado de ella. La sentencia del maestro del racionalismo continúa invitándonos a aprovechar el espacio de una forma sensata, utilizando la menor cantidad de adornos posible. Otro padre de la modernidad, Adolf Loos, prevenía también del exceso con su máxima del “ornamento es delito”. El uso inteligente de los materiales nos puede llevar a prescindir de muchos objetos. Y, por último, la luz, el menos pesado de todos los materiales, es un ingrediente indispensable que mejora la salud física y emocional, abriendo los espacios de nuestras casas y favoreciendo un clima más cálido y acogedor.

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INVISIBLE: la casa cristalina

Las transparencias conceden una apariencia más ligera a la casa. La historia de la arquitectura nos brinda inolvidables ejemplos de casas cristalinas, como la Glass House, de Philippe Johnson, una vivienda con la simplicidad y la claridad como bandera que representa el extremo de la desmaterialización de la arquitectura. O la Casa de Vidrio, de Lina Bo Bardi, una construcción abierta a la exuberante vegetación donde la italo-brasileña expresa su deseo de relacionar arquitectura y vida.

Más allá de estos referentes universales, también hay pequeños gestos domésticos que podemos hacer para dar a nuestra casa una agradable sensación de ligereza. Las piezas decorativas de vidrio, como las lámparas de techo o las mesitas de centro, que muestran su interior de manera honesta, también proporcionan generosas dosis de luminosidad.

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PROXIMIDAD: decisiones que no pesan

"¿Te has planteado alguna vez la posibilidad de que determinadas decisiones acerca del diseño de tu casa pueden disminuir e incluso revertir tu huella ecológica?", nos recuerda el arquitecto y colaborador de Arquitectura y Diseño Rafael Hernández. Especialista en bioarquitectura, Hernández resalta que algunos materiales, como la madera –especialmente la de producción local– tienen la característica de generar una huella de carbono positiva durante su proceso de crecimiento. "Hasta el punto de que, una vez procesada e instalada, el impacto de su comercialización podría llegar a quedar compensado por  el CO2 absorbido durante su etapa de crecimiento", explica. En esta dirección hallarás resoluciones positivas y sostenibles para los espacios de tu hogar, a la vez que contribuirás a crear una conciencia colectiva respecto a este problema.

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A MEDIDA: ni un mueble de más

Ante la comprensible necesidad de sentir nuestra casa como un refugio, más a menudo de lo que nos gustaría acabamos por sobrecargar los espacios. Y esto no nos provoca más que una seguridad pasajera, porque siempre tenemos la sensación de que necesitamos algo más (una lámpara de pie, una mesita auxiliar, una estantería...). Una buena manera de cortar esta tendencia (por otro lado natural) es apostar por el mobiliario hecho a medida, que da soluciones concretas y sintéticas para todas las estancias. "Desde el salón hasta el dormitorio, pasando por la cocina y el baño, todas las habitaciones pueden encontrar el equilibrio con la ayuda de un mueble a medida", dice el arquitecto Marcos Catalán.

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NATURALEZA: ¿Cuánto pesa una nube?

Aunque a menudo citamos la naturaleza como fuente de inspiración, en este caso los números pueden llegar a resultar un poco abrumadores. ¿Sabías que el planeta en el que vivimos pesa la friolera de 6.660 trillones de toneladas? Lo calculó, por primera vez, el científico británico Henry Cavendish. El peso del Sol, incluso mayor que el de la Tierra, también puede llegar a ser intimidante. Con sus 2.000 millones de trillones de toneladas, es una gran bola de gases calientes. Al lado de estos dos gigantes, el peso de una nube se queda en una anécdota, aunque cabe recordar que una nube estándar pesa hasta 500 toneladas, el equivalente a 100 elefantes.