De pino, roble, nogal, haya, caoba, teca o cedro. Hay tantísimos tipos de madera como tipos de árboles conocemos y por el momento se cuentan al menos 70.000 especies diferentes. Decir madera es un genérico porque cada tipo tiene sus características. Más resistentes, más blandas, estables o todo lo contrario, y algo muy importante: con un tiempo de crecimiento diferenciado y procedentes de diferentes tipos de ecosistema.

Estas condiciones hacen que tanto su uso como su impacto ambiental sean radicalmente distintos. De manera que la madera puede representar al material ecológico por antonomasia o convertirse en un crimen ambiental imperdonable. Así pues, plantar árboles en áreas deforestadas seguro que es una buena alternativa, y obtener materiales con baja huella de carbono al cabo de algunas décadas es una estrategia alineada con los objetivos del desarrollo sostenible. Sin embargo, talar los bosques primarios tropicales jamás puede ser una opción.

El principal riesgo para la supervivencia de las grandes masas forestales del planeta es la tala incontrolada de los bosques primigenios de los trópicos, los verdaderos pulmones de la Tierra.

Compañera inseparable de la Humanidad

Los árboles son los seres vivos más longevos de la Tierra. Crecen muy lentamente y en su maduración forman el característico tronco, un superbiomaterial compuesto de celulosa y lignina que llamamos madera.

Históricamente la madera ha sido el material más importante de la humanidad, sin cuya presencia habría sido imposible imaginarse la evolución de las culturas tal como las conocemos. Casas, transportes, muebles, incluso el mismo fuego… La base material de todas las sociedades está de una manera u otra relacionada con la madera.

De hecho, su importancia como material la podemos encontrar en su propia etimología. Madera viene del latín materia, y a la vez materia procede de mater, madre. La madera como genérico de material y el material como madre de la humanidad.

Si las sociedades antiguas se expandieron por todo el planeta fue gracias a que la madera podía flotar y permitió la fabricación de embarcaciones. Y transportaron a grandes distancias mercancías y personas sin esfuerzo gracias a la rueda, por supuesto fabricada de madera. Y se calentaron y cocinaron alimentos gracias al poder calorífico de la madera que alimentaba el fuego.

Taburetes Méribel y Berger en roble natural, roble tintado negro y nogal canaletto, diseño de Charlotte Perriand, editados por Cassina.

Riqueza primigenia

La madera es accesible, cercana y si se obtiene correctamente puede ser inagotable. Crece sin necesidad de energía y no emite humos. Pero los árboles no son fábricas; son parte del bosque, y este es el hogar de otras especies esenciales para la vida del planeta.

Los bosques son ecosistemas ricos en biodiversidad que regulan las condiciones climáticas, filtran aire, regulan la humedad, mantienen el suelo saludable y tantas otras funciones. Existe el argumento extendido de que al hacer productivo el bosque mejora su mantenimiento y crecimiento. Y es un hecho que en las zonas templadas del planeta, donde ya no existen bosques originales, como Europa y América del Norte, las masas forestales están creciendo a un ritmo importante. Todo es fruto de la acción humana.

Sin embargo, en los cinturones tropicales, donde se concentran los bosques y las selvas primarias, por la misma acción humana el ecosistema está en retroceso. Los grandes pulmones del mundo, los grandes reservorios de biodiversidad, están disminuyendo, y eso es una amenaza a la estabilidad del planeta tanto o más seria que el incremento de temperaturas producido por el cambio climático.

Archipelago House, de Norm Architects.

Asegurar la renovabilidad natural

No debería considerarse sostenible un producto hecho de madera que dure menos que lo que el árbol ha tardado en crecer. Es muy simple. Si cortamos más arboles de los que crecen, el recurso inicia un descenso en el stock. Por eso debe estar armonizada la tasa de presión al recurso respecto de su renovabilidad natural.

Hay alguna especie de crecimiento super rápido, como el chopo, empleado en la producción de tablero, que tarda unos quince años en madurar, pero otras como el haya o el roble necesitan al menos cien años para poder ser transformadas en su preciada madera. Por eso en arquitectura, con una durabilidad de décadas, la madera puede ser el material más eficaz y ecológico. Durante la vida útil de una casa, el bosque vuelve a regenerarse.

Sin embargo, en otras aplicaciones, como cajas de verdura, con una función que no se alarga más de una semana, hay serias dudas de que ambientalmente sea una buena opción. Al pensar en sostenibilidad no se puede olvidar que el factor tiempo es tan importante como cualquier otro contaminante.

Iglesia de Siegerland (Alemania), diseño del estudio Schneider+Schumacher, revestida con tableros OSB de Egger.

Aprovechamiento en cascada

A la madera le pasa como al cerdo, del que como reza el dicho se aprovechan hasta los andares. El llamado aprovechamiento en cascada de productos forestales es una planificación en la que los restos de un proceso sirven de alimento para el siguiente.

Así, para obtener listón de madera maciza se genera como residuo ramas y corteza, que se aprovecha en bioenergía para ganadería o compostado para obtener abono para agricultura. Del mismo listón quedan restos que se astillan y pasan a la industria del tablero mientras que el serrín puede emplearse para pulpa de papel o bioenergía.

La madera, una vez usada en formatos como el tablero o el alistonado tratado, barnizado o pintado, es difícilmente reciclable por las colas y productos añadidos. En cambio, la madera sin tratar, como la utilizada en palets o bobinas industriales, sí es posible transformarla en nuevos materiales como los tableros aglomerados que normalmente contienen al menos un 30% de material reciclado precisamente procedente de estas fuentes.

Taburete Backenzahn, diseño de Philipp Mainzer para e15, realizado con madera de roble o nogal europeo.

Con sus virtudes y sus defectos

Mientras que en las décadas de 1980 y 1990 el uso de la madera se asociaba directamente con la deforestación y se encontraba de frente con el incipiente ecologismo, en la actualidad se ha consolidado la idea de la madera como sinónimo de producto ecológico.

El argumento de que es la “era de la madera” y de que nuestro mundo será sostenible si lo fabricamos de madera es una simplificación que a priori presenta ciertas problemáticas. En primer lugar, que las soluciones de talla única nunca son buenas consejeras. Y en segundo lugar, que depende. Como todo en la vida, la madera tiene sus virtudes y sus defectos dependiendo de su contexto.

Celebremos la diversidad, también en los materiales, y seamos conscientes de que un material sostenible lo es según su aplicación, su explotación y su diseño, y no únicamente por su propia naturaleza.