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El hotel cuenta con cuatro dormitorios

El hotel cuenta con cuatro dormitorios

La cocina es de hierro fundido
Martin Kaufmann

La cocina es de hierro fundido

La mayoría de los muebles son de marcas danesas
Martin Kaufmann

La mayoría de los muebles son de marcas danesas

Un artista danés ha inspirado la paleta de colores del hotel
Martin Kaufmann

Un artista danés ha inspirado la paleta de colores del hotel

Comedor comunitario
Martin Kaufmann

Comedor comunitario

Silla de mimbre. Silla de mimbre sobre el suelo de roble restaurado
Martin Kaufmann

Silla de mimbre sobre el suelo de roble restaurado

La chimenea acompaña la charla en el salón
Martin Kaufmann

La chimenea acompaña la charla en el salón

Excursión por las inmediaciones del hotel
Martin Kaufmann

Excursión por las inmediaciones del hotel

Situada en algún punto del Parque Nacional Cairngorms, en las Highlands escocesas, la granja Killiehuntly ha vuelto a renacer como hotel. La pareja danesa formada por Anders Povlsen y Anne Storm Pedersen, al frente de la firma de moda Bestseller en su país, ha hecho posible el proyecto y todo por el flechazo que sintieron al descubrir un edificio del que se puso la primera piedra en el siglo XVII. Desde 2011 llevan metidos en su reforma, que esta primavera ha dado sus frutos como un negocio para quienes buscan perderse en la rudeza del paisaje del norte de Gran Bretaña.

Con el apoyo del estudio de arquitectura con base en Edimburgo Groves Raines, especializado en la conservación de patrimonio, dieron a Killiehuntly un confort desconocido en la casa, manteniendo su estructura intacta, así como sus numerosos referentes históricos y el legado de su última propietaria, una excéntrica lugareña. La mayoría del mobiliario es ahora de origen escandinavo, de marcas como Skultuna y Hay, si bien para los numerosos detalles de artesanía se ha recurrido a expertos locales.

El hotel cuenta con cuatro dormitorios y está acompañado de una casita para los dueños y un granero. La sensación de familiaridad es inmediata, pues la intención es que tenga más carácter de casa de invitados que de hotel. El disfrute se obtiene de las cosas sencillas del campo: un paseo por las colinas cubiertas de brezo, la charla junto a la chimenea y la comida en la mesa comunal. Un buen whisky de malta puede resultar el mejor remate a la jornada.

La cocina es uno de sus principales reclamos. No solo está hecha de hierro y funciona con leña sino que se nutre de los productos de la propia granja. El objetivo de sus propietarios daneses no es otro que volver a poner Killiehuntly en plena actividad, al igual que en el pasado, reteniendo lo máximo posible de aquella atmósfera aunque abunden los guiños a su tierra de origen.

El hotel aún funciona como granja