Lo que define hoy en día una buena cocina no es solo su impacto visual, sino también lo que no se ve: los herrajes que permiten abrir un armario con un leve toque, los módulos que desaparecen tras paneles lisos, la iluminación que acompaña cada movimiento sin que uno se dé cuenta. Algo así como lo que decía el escultor Constantin Brâncuși: "La simplicidad es la complejidad resuelta".
La cocina contemporánea esconde su complejidad detrás de frentes aparentemente sencillos. Pero que no haya tiradores no significa que todo valga. Como apunta Víctor Contreras, responsable del departamento de producto de DOCA, "las cocinas sin tiradores aportan continuidad visual, sobre todo en espacios abiertos. Pero deben ir acompañadas de una excelente ergonomía y calidad de herrajes". Esa búsqueda de lo esencial no puede perder de vista que se trata de un espacio de uso intensivo.
La revolución silenciosa del color
Aunque el blanco ha sido durante décadas el color estrella en las cocinas, hay matices importantes en el panorama actual. Según Contreras, no estamos ante un cambio radical, sino ante una evolución que suma: "No se trata de jubilar el blanco, sino de reinterpretarlo. Hoy se combina con tonos piedra, grises cálidos, verdes suaves o incluso tonos carbón. La paleta se amplía hacia opciones más acogedoras y sofisticadas, como los lacados mate en colores naturales o los laminados efecto madera".
El resultado: cocinas más cálidas, más acogedoras y menos clínicas. Esta expansión cromática también responde al auge de los espacios abiertos, donde la cocina debe dialogar con el resto del hogar. Una puerta blanca brillo no siempre encuentra su sitio frente a un sofá de lino lavado o una estantería de roble aceitado.
Pero incluso cuando el blanco sigue presente, ya no lo hace solo. El minimalismo puro da paso a composiciones más ricas en texturas, donde un mismo frente puede incorporar veta, color y tecnología al mismo tiempo.
Soluciones modulares y errores frecuentes
Las cocinas abiertas al salón siguen siendo una opción muy popular, pero no todo el mundo quiere que el horno sea visible desde el sofá. ¿Estamos asistiendo a una vuelta a las cocinas cerradas? Contreras lo matiza: "Ambos conceptos coexisten. Las cocinas abiertas siguen triunfando en viviendas urbanas por su conexión social, pero muchos clientes ya piden soluciones intermedias: paneles correderos, puertas escamoteables o semiaperturas que permiten modular la relación con el salón".
Este enfoque intermedio también afecta a cómo se planifica el espacio. Porque el diseño no puede ser solo una cuestión estética. Como recuerda el experto, uno de los errores más habituales tiene que ver con la distribución: "No respetar el triángulo de trabajo (agua, cocción, almacenaje) o no prever zonas de apoyo cerca de los electrodomésticos. También se ve mucha cocina visualmente atractiva pero poco funcional en el día a día".
En paralelo, se han desarrollado nuevos sistemas que permiten una organización más eficaz y placentera. "Los módulos escamoteables, columnas extraíbles, organizadores interiores a medida y las nuevas gavetas con iluminación integrada o apertura eléctrica están marcando una diferencia clara", explica.
No se trata de tener más armarios, sino de que cada uno de ellos esté pensado con lógica.
Iluminar bien, decidir mejor
Cuando se habla de iluminación en cocinas, aún se cometen errores de base. La mayoría de los proyectos domésticos siguen confiando toda la luz a una única fuente central, como si bastara con eso. Pero, como señala Víctor Contreras, "la clave está en combinar iluminación ambiental, funcional y decorativa: tiras LED bajo muebles, luz puntual en zonas de trabajo y una luminaria decorativa bien elegida".
Y si hay que mojarse, también lo hace con claridad. Al preguntarle por el ‘sí rotundo’ de una cocina contemporánea, no duda: "Los sistemas ocultos para desayunos o pequeños electrodomésticos, que combinan estética y funcionalidad". Lo que no ve el invitado, pero facilita la rutina diaria. Frente a eso, el ‘no rotundo’ está igualmente claro: “Las vitrinas mal resueltas o mal iluminadas, que restan coherencia visual y aportan poco uso real”.
Un diseño cada vez más personalizado
La tendencia generalizada es clara: cocinas que se integran mejor, se usan mejor y se entienden mejor. Atrás quedan las composiciones genéricas o los acabados impersonales. Hoy, cada cocina está pensada para su usuario (o así debería ser). Y ese relato no empieza por los electrodomésticos ni por la encimera, sino por las necesidades reales de quienes van a vivirla.
Todo cuenta: desde el color del frente hasta el recorrido entre el grifo y el fuego. No se trata de elegir entre estética o funcionalidad, sino de entender que ambas se potencian. A veces lo más bonito es lo que no se nota.