Lleváis un tiempo hablando o quedando y esta es la primera ocasión en la que vas a ver su casa. Presta mucha atención, la casa puede ser perfectamente el reflejo de cómo somos en realidad. Aquí ya no hay trampa ni cartón. En una cita pueden adornarse o ocultarse cosas, pero nuestra vivienda, cómo la cuidamos y cómo la hemos decorado es 100% nosotros. Y no hablamos de tendencias que simplemente pasaron de moda, ni de costumbres decorativas típicas de los españoles, sino de filias decó y manías que son sinónimo de dejadez, poco gusto y desinterés. Hay una serie de red flags o señales de alarma ante las que debes prestar especial atención... ¡Y escapar! Te las detallamos a continuación.

 

 

Tiene una colección de Funkopops

Por si alguien no los conoce, los Funko Pop son esas figuritas cabezonas de plástico que pueden representar todo tipo de personajes de la cultura pop. Desde Elsa de Frozen a Joker, pasando por Super Mario o todos los personajes de Harry Potter. Considerados por la youtuber Soy Una Pringada como "la peste negra del siglo XXI", los Funkos han batido no obstante récords de ventas y no es raro que alguien lo elija como regalo de última hora. Por eso, quizás no haya que alarmarse por ver uno de ellos en una estantería, quizás esa persona lo haga de manera de irónica... pero.... ¿Coleccionarlos? Si al entrar en su casa (o despertar a la mañana siguiente) ves una vitrina llena de Funkos, ya tienes un motivo para no volver.

 

Pósters sujetos con chinchetas

No estamos en contra de los póster de películas o ídolos de la música. De hecho, pueden ser un gran recurso decorativo y muchos de ellos son auténticas obras de arte. Ponerlos con chinchetas en la pared no solo rebaja el propio póster en sí, sino que puede dañar las paredes y, lo que es peor, arrojar una imagen de descuido nada buena en una primera cita. ¿Si lo ha hecho con masilla adhesiva? Peor todavía. ¿Lo mejor con los pósters? Colgarlos convenientemente enmarcados, claro.

Póster con celo en la pared

La invasión de las plantas de plástico

Nos encantan las plantas, de hecho son un elemento decorativo de primer orden y pueden levantar el interiorismo de cualquier casa. Pero las de verdad, claro. De plástico solo toleramos las hechas con Lego. Si detectas que todas o casi todas las plantas de su casa son de plástico esta es una red flag de manual. "Es que se me mueren" y "no soy capaz de cuidarlas" serán las excusas de esa persona. ¿Será capaz de cuidar una relación si no puede cuidar un poto? Por el contrario, si ves que su casa está llena de plantas y estas están bien cuidadas, minipunto para esa persona.

Si ya tiene plantas con la técnica de la kokedama, que permite a una planta vivir en una bola de musgo sin necesidad de maceta, deberías considerar el matrimonio.

 

Casquillos colgando del techo

Aunque lo parezca, poner una lámpara de techo no es una tarea demasiado difícil. Basta con empalmar dos cables y conseguir que la lámpara quede colgada a la altura que necesitamos. Entonces, ¿por qué hay gente que deciden dejar colgando la bombilla colgando del techo con la de lámparas bonitas que hay? Tenemos la respuesta: por dejadez. Nos da igual en qué habitación sea de la casa, a pesar de que nunca se use, una bombilla colgando del techo es el equivalente a ir en ropa interior por la calle.

La dejadez de una bombilla colgando del techo

Mobiliario completamente a juego

Nos parece totalmente acertado tener en cuenta que los muebles de la casa deben combinar entre sí lo máximo posible. Pero algo muy distinto es que todos, absolutamente todos los muebles de la casa, salgan de la misma tienda (y no precisamente una firma de buen diseño italiano). Si reconoces casi cada pieza que puedas ver en su vivienda, todo está perfectamente nuevo y no existe nada que pueda hablar de un atisbo de su personalidad (algo vintage, familiar o de segunda mano) es que algo raro pasa. A no ser que su casa sea un decorado de un spot de una tienda de muebles, huye de allí.

El omnipresente mueble castellano

Aunque hay firmas que se están encargando de reivindicar el mueble castellano, ese que se facturaba entre los 60 y los 80 y se inspiraba en los muebles de forja y artesanos del siglo XVII casi caballerescos, no suele ser una elección en una vivienda. A no ser que sean antigüedades o piezas muy selectas (como las que seleccionan tiendas como Fargo Furniture), ese mueble de pesadas formas, maderas oscuras y enormes bisagras no es muy apto para una casa contemporánea. Aunque lo hayan dejado ahí los caseros, hay formas de rebajar su presencia con otros trucos decorativos. Pero, ¿que toda la casa parezca una casa rural? ¿Sentir que te acabas de despertar en un Parador de inspiración medieval? No, gracias.

El mueble castellano en su máximo esplendor.

 

Luces frías (y de sala de espera)

En un interior, salvo que sea un espacio como la cocina, las luces cálidas son las más apropiadas. Por eso, una casa con luces frías y una potencia extrema puede resultan tan incómoda como desconcertante. Si alguien es capaz de vivir en un espacio que tiene la misma luz que la sala de espera de un dentista, sencillamente no es de fiar. ¡Cuidado!

No tener libros

A veces, más que fijarnos en lo que una persona tiene, debemos fijarnos en lo que NO tiene. Y si una persona no tiene libros en su casa, se trata de una red flag en toda regla. De acuerdo, en la actualidad con los libros electrónicos la cantidad de libros físicos que compramos puede ser mucho menor, pero siempre tendremos libros en papel a los que tenemos apego. Echa un ojo porque en alguna habitación tiene que haber alguno, si no, ¡corre!

¿Dónde están los libros?

Muebles hechos con palés y cajas de madera

Que quede claro, nos encanta el upcycling en muebles. Pero una cosa es ser creativo y la otra tener buena parte del mobiliario de la casa hecha con cajas o palés de fruta o de mercancías. A no ser que estén perfectamente tuneadas, parecerá que estamos entrando en Mercamadrid.