La frontera entre espacios ya no se traza con ladrillos. Hoy, en el mundo del diseño de interiores, el lujo y la funcionalidad convergen en detalles tan sutiles como un cambio de material bajo tus pies. En el estudio madrileño Dimensi-on, cada proyecto se aborda con una mirada técnica, funcional y emocional. Para ellos, el diseño no es solo estética: es una herramienta para mejorar cómo se vive y se siente un espacio.
Así, Carlos García, arquitecto técnico del equipo, ha sabido traducir este enfoque en soluciones prácticas que marcan la diferencia en el día a día. Desde su estudio, proponen ideas tan simples como efectivas que transforman los interiores sin recurrir a obras invasivas ni grandes presupuestos.
El arte de dividir sin romper
El aparejador plantea una solución brillante a una pregunta cada vez más recurrente en hogares contemporáneos: ¿cómo crear zonas diferenciadas sin romper la continuidad visual del espacio? La respuesta está justo debajo de nuestros pies.
“Solo necesitas un buen cambio de suelo, como por ejemplo entre la zona de día y de noche, o la zona de estar o de cocina”, explica. Con esta estrategia, se logra una separación clara y visual que no recurre ni a puertas ni a tabiques. ¿El resultado? Ambientes definidos que siguen respirando el mismo aire.
Esta técnica, tan funcional como estética, propone una nueva manera de entender el diseño: más libre, más fluida, más abierta a reinterpretar los límites de lo doméstico.
Cocina y salón: una convivencia armoniosa
En muchos hogares, la cocina ha dejado de ser un espacio aislado para convertirse en el corazón de la vida diaria. Pero eso no significa renunciar a su identidad. “Funciona por ejemplo con microcemento y una baldosa hidráulica”, sugiere García. Esta combinación no solo crea contraste visual, sino que introduce texturas y matices que enriquecen la percepción del espacio.
El microcemento aporta una superficie continua, minimalista, ideal para zonas de paso o cocinas modernas. Mientras, la baldosa hidráulica añade un guiño nostálgico, un patrón que enmarca sin imponer. La clave está en la transición: ese borde donde los dos materiales dialogan sin interrumpirse. Así, el ojo entiende la diferencia, pero el ambiente sigue siendo uno solo.
Zona de noche y de día: transiciones con intención
Separar sin cerrar. Dividir sin romper. Es una filosofía que se extiende también a otros espacios como dormitorios, vestidores o zonas de descanso. “Los pequeños detalles son los que marcan la gran diferencia”, recalca García. Aquí, la elección puede inclinarse por un suelo de madera cálida frente a un porcelánico de tonos neutros. O incluso piedra natural frente a un parquet clásico. Esa línea casi invisible guía la circulación, organiza el ritmo del hogar y aporta una nueva profundidad al espacio. Sin necesidad de muros, solo diseño con intención.
Así pues, Carlos García y el equipo de Dimensi-on nos recuerdan que la verdadera arquitectura de interiores no solo se mide en metros cuadrados, sino en emociones, texturas y decisiones que dan sentido al habitar. Porque al final, no se trata solo de dividir estancias, sino de imaginar formas nuevas de vivir en ellas.