En la época en que Ava Gardner correteaba con sus largas piernas por la Costa del Sol, las casas eran blancas, con tejados rojos y porches con mosaicos, arcos y macetas de color fenicio. Con el tiempo (aunque de modo tardío respecto de otras regiones del sur de Europa), los modelos de la arquitectura contemporánea fueron tomando posiciones en Marbella y parajes vecinos. Pero, a su vez, esta tendencia requirió correcciones o adaptaciones, ya que cada zona de ocio del mundo tiene sus preferencias.

La Casa Alegría, de la firma Iddomus, parte de unas líneas arquitectónicas depuradas, e incorpora a la vez sistemas de alta tecnología innovadora y materiales naturales (algunos, reciclados) en el revestimiento de paredes y fachadas, en los suelos interiores y exteriores. La distribución de los espacios es clara y funcional. La planta baja es un gran espacio, con la cocina abierta a un amplísimo salón que conecta –a través de ventanales y puertas correderas– con el porche, el jardín y la piscina. Y, más allá, a un lado y a otro, la montaña y el mar de la Costa del Sol.

El paisaje entra –junto con la luz purísima– en los interiores, pero no los “anula”. Mejor dicho: en medio de esas vistas de postal animada, los espacios de la vida diaria –el salón, el comedor, la cocina, los cuatro dormitorios, los vestidores y los baños– existen en toda su plenitud y personalidad. Materiales, texturas y colores contribuyen a crear una atmósfera de sutileza, matices y efectos de calidez.

El suelo del salón es de una madera recuperada de una antigua iglesia de los Alpes suizos. Viejas tablas de roble alternan en el suelo de la cocina con beijmats (baldosines) artesanales marroquíes. La encimera es una pieza de mármol de Carrara. En los baños, las puertas de los muebles provienen también de madera reciclada. Los variados elementos del interiorismo –butacas, cojines, ventiladores, etc.– forman una orquestación de texturas y colores capaz de dar a los espacios una energía especial.

Al otro lado de los ventanales y de las puertas correderas, más allá del porche y de la piscina, la fuerza del paisaje es fabulosa. Por eso, la casa busca la suya propia en materiales con historia, como esas tablas de roble. O en los motivos de una alfombra de patchwork. O en unas butacas de piel, en una pieza de mármol, en un pavimento marroquí color tostado.

Se han reunido, en la Casa Alegría, algunos de los rasgos que caracterizan los proyectos de la decoradora Nezha Kanouni (líneas modernas con matices coloniales y étnicos) con las inclinaciones y pertenencias de la propietaria, como –entre numerosas piezas– las tumbonas y los sofás de bambú y cuerda comprados en Indonesia y colocados, ahora, en el porche con vistas al Mediterráneo. Entre el bambú y la rafia, el algodón y el lino, esta casa marbellí logra cruzar lo funcional con lo evocador. También en el exterior, como lo prueban esos pufs y cojines al borde de la piscina, en el asiento blanco.