La otra joya de Niágara

Casa en Ontario (Canadá), de estudio superkül

David Quesada

Redactor jefe de Arquitectura y Diseño

5 de noviembre de 2019, 00:22

Las famosas cataratas del Niágara, en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, toman su nombre de una pronunciada escarpadura que recorre de este a oeste los estados de Nueva York, Ontario, Michigan, Wisconsin e Illinois, en la zona de los Grandes Lagos. En la parte canadiense de esta zona de gran belleza natural y geológica se ubica esta casa proyectada por el estudio de Toronto superkül, que ha vencido en la categoría de vivienda privada en el premio Architizer A+ 2017.

Los propietarios bautizaron la casa Compass House (la casa brújula) para subrayar una nueva etapa en su vida, de regreso a Canadá tras una larga estancia en el Reino Unido. En el plano formal, esa aspiración se traslada a la arquitectura con un diseño que trasciende el programa doméstico habitual para crear un espacio de resonancia espiritual en íntimo contacto con el entorno. Su disposición y materialidad oscila entre los conceptos de apertura e intimidad, luz y oscuridad, cielo y tierra.

La construcción se ubica en una parcela delimitada por bosques al oeste, una colina al sur y más de 40 hectáreas de campos al norte y este. De espaldas a la carretera por la que se accede, está rodeada por árboles que le procuran protección frente al viento y sensación de privacidad. Los muros se elevan sobre un podio de piedras extraídas del propio terreno, en un gesto que busca la complicidad con el paisaje.

Dos alas perpendiculares abrazan un patio interior. La forma totémica de la chimenea exterior crea un contrapunto vertical a la acusada horizontalidad de la construcción. En el interior, los tragaluces practicados en las cubiertas inclinadas bañan con una luz difusa y suave los espacios, estableciendo una conexión física y espiritual con el cielo, el sol y las nubes.

La forma alargada de la casa permite una distribución equilibrada y práctica de las estancias, con las zonas de día en el centro y los dormitorios en ambos extremos. El contraste entre los suelos y revestimientos de roble y cedro y las paredes y techos blancos evoca el encuentro del cielo y la tierra. La prioridad otorgada a la luz natural, la ventilación pasiva y la climatización mediante geotermia le ha valido al proyecto la certificación LEED Gold.

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